72. Culpa de mi adicción

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Me despierto con el sonido exasperante y repetitivo de alguien golpeando la puerta.
Miro hacia las camas de mis compañeras pero por lo que veo ya se han levantado. Me pongo en pie con pesar y camino arrastrando los pies hasta la puerta, al abrir no puedo reaccionar cuando Tom entra rápidamente sin preguntar y se sienta en mi cama.
Lo miro confundida, intentando mejorar el aspecto de mi rostro y cabello. El abdomen ya bastante abultado sobresale levemente por abajo de la camiseta de tirantes del pijama y los shorts del mismo la dejan un poco expuesta también.

—Buenos días a tí también... —comento con ironía aún medio dormida

—Tenemos un problema

—¿Ahora qué..? ¿No puedo tener un día tranquilo? —me quejo caminando hacia el baño con él detrás

—Mattheo estaba borracho ayer, así que envío una carta a casa...

Creo que casi me ahogo con la pasta de dientes al escucharlo. Lo miro esperando que diga que es broma pero no lo hace. ¿Mattheo es imbécil?

—Estas de broma...

—No, en la carta escribió que iba a ser padre y que estaba orgulloso de ello. Que no le importaba lo que opinara la gente...

Al principio no me creo lo que dice, ¿Estamos hablando del mismo Mattheo? Pero por otro lado después de ir a su habitación la otra mañana todo me parecía más... Raro. Parecía realmente feliz de que estuviera embarazada pero no lo demostraba, también contrastando su actitud diaria con la nota que dejó bajo mi puerta ese mismo día, diciendo que entendía mi enojo y que me daría el tiempo que yo necesitase. No lo he vuelto a ver más de dos segundos desde entonces.

Así que me sorprende que haya decidido comunicárselo a su padre. A Voldemort...

Cuando por fin logro reaccionar lo hago desde lo más sincero de mi corazón —¡¿Tu hermano es idiota o que le pasa?!¡Tiene la cabeza para pensar, por si no lo sabía!

—Te recuerdo que yo no tengo culpa de esto Alexa —comenta con seriedad cruzándose de brazos al ver mi crisis

—¡Lo sé, y lo siento pero no logró entender que mierda se le ha pasado por la cabeza! ¡Lo voy ha matar!

Cuando estoy a pasos de salir de la habitación Tom me agarra el brazo parando mi caminar, su mirada está fija en su agarre, no me mira al rostro en ningún momento...

—Es inútil ir a reclamarle ahora. Mi padre ya ha mandado su respuesta —dicho esto saca de su chaqueta un sobre

La mano me tiembla cuando lo agarro de entre sus dedos para leer el interior:

“Mattheo, espero realmente que sea una broma de mal gusto.
Si no es así te quiero está misma noche aquí junto a esa chica, más te vale no decepcionarme ni mucho menos traerme a una sangré sucia.
Recuerda que odio la impuntualidad, a las 21:00 te quiero en la puerta de casa.
Espero que todo esté claro...”


Creo que el pánico en mi rostro es evidente al terminar de leer la maldita carta, por lo que Tom me la quita y nuevamente la guarda en su chaqueta. No sé cómo reaccionar así que solo me dejo caer en la cama y por reflejo coloco una mano en mi abdomen, asimilando lo que acabo de leer. Que buena noticia para empezar el día, creo que ahora tengo más ganas de tirarme de la torre de astronomía...

No me doy cuenta cuando Tom se coloca frente a mí hasta que acaricia mi rostro quitando un mechón de cabello que caía sobre este. Levanto la mirada hacia él y el simple tacto de su piel rozando la mía me hace querer llorar, pero su mirada fría y distante es lo que hace que la situación me parezca más abrumadora rompiendo en llanto.
Dejo caer mi rostro hacia abajo tapándolo con mis manos, mientras apoyo la frente en el abdomen abajo de Tom notando la tensión en su cuerpo.
Él no dice nada, mientras sollozo repetitivamente él solo acaria mi cabello de forma tranquilizante...

Y en ese momento en cuando me doy cuenta de sus palabras: “Tenemos un problema”. Mi corazón se encoge al darme cuenta que no, que no tenemos un problema, el problema lo tengo yo. Pero él sigue ahí cargando con todos mis problemas, sin tener la necesidad de hacerlo...

—¿Dónde está tu hermano? —cuando logro calmarme pregunto lo primero que se me ocurre, ¿Como habrá reaccionado Mattheo?

—Está en su habitación, pasaba por el pasillo cuando escuché cómo se rompía algo dentro. Así que entré y estaba fuera de sí, solo lo calmé y lleva desde entonces sentado en la misma posición sobre su cama

—Voy a hablar con él

—Será lo mejor

Y sin más sale de la habitación dejándome un nudo en la garganta.
Me pongo en pie y me visto con el primer vestido largo que veo, uno azul claro de tirantes.
Salgo de la habitación y camino directamente hacia la de Mattheo, no llamo a la puerta, solo entro, viendo lamparas rotas tiradas por el suelo, libros por todos lados y al chico en el borde de la cama con la mirada perdida en la nada.

—¿Estás bien?

Parece que mi voz lo saca del trance, me mira y es ahí cuando noto la rojez en sus ojos. Al verme solo niega con la cabeza y comienza a llorar con el rostro entre sus manos.
No lo había visto llorar antes, era la primera vez y por algún motivo me dolía bastante. Me acerco con cuidado esquivando los cristales del suelo y me siento a su lado, como si lo necesitara yo más que él rodeo su cuerpo con mis brazos. Al instante me devuelve el abrazo ahora llorando sobre mi hombro mientras una de sus manos acaricia suavemente mi abdomen.

—L-Lo siento... La he cagado, te he metido en esta situación por mi puta adicción... —solloza mientras sus susurros están cargados de rabia a si mismo y dolor, mucho dolor

—No pasa nada...—miento por no hacerle sentir peor— se tenía que enterar de una forma u otra Matt

Separamos el abrazo, me mira con culpabilidad y parece tener miedo a decir cualquier cosa. Así que para calmarlo colocó mis manos en sus mejillas y dejó un beso en una de ellas ante su calida mirada. Noto como su cuerpo se relaja bajos mis manos, así que le vuelvo a mirar y con una sonrisa fingida le animo.

—Vamos, ve arreglando esto que esta noche tenemos una cena y hay que estar puntuales...

Me mira con incredulidad ante mi supuesta tranquilidad, me levanto de la cama y de nuevo esquivando los cristales del suelo llego a la puerta. La abro, cruzo el umbral y con la boca ya seca de la ansiedad digo el último “Adios” de la conversación. Cerrando la puerta a mí paso.

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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora