33. Mi peso

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Me desperté con la luz entrando por la ventana y el frío golpeó mi cuerpo que estaba, raramente, descubierto gracias a Ginny. Que estaba dormida a lo largo de los pies de la cama.
Restregué mis manos en forma de puño por mis ojos, haciendo que mi vista se volviera más clara y mirara a mí hermana menor con confusión.

—Ey... Ginny levanta —hablé pasando por su lado, fijándome que había tirado de mis mantas para taparse ella.

Entré en el baño y me lavé los dientes para después cepillar mi pelo y hacer un semirecogido que mantenía mi cabello fuera de mi rostro.
Al salir vi como la menor seguía tumbada en la cama, bocabajo y con las sábanas enredadas en su cuerpo de forma extraña.
Rodé los ojos y me acerqué hacia ella, moviendola bruscamente mientras tiraba de las sábanas para quitarselas de encima.

—¡Ginny no te voy a repetir que salgas de mi cama! —bufé con molestia y ella abrió los ojos con algo de miedo.

—¡¿Qué haces?! Me has asustado idiota —se quejó sentandose sobre mi cama mientras me miraba una mirada fulminante

—Largo, fuera de mi habitación, de hecho ¿Qué se supone qué haces aquí? —hablé cruzandome de brazos, quién mierda se cree para venir a mí habitación sin avisar y encima llamarme idiota?

—He discutido con los chicos y no quería dormir sola, antes cuando discutía con ellos venía a dormir contigo y tú me consolabas... —murmuró agachando la mirada mientras se ponía en pie

—¿Por qué discutusteis? —pregunté vacilante

Era verdad, siempre que los chicos hacían sentir mal a Ginny venía llorando a mí habitación y yo la abrazaba y consolaba por horas. Hasta que se dormía en mis brazos y la colocaba a mí lado en la cama. A la mitad de la noche normalmente se despertaba por una pesadilla y me abrazaba, me abrazaba tan fuerte que sentía que era la persona más importante de su vida.
¿Y todo para qué? Para que lo mandara todo al diablo por un chico.

—Hablaban de que no deberías juntarte tanto con los Slytherins, hablaron de Harry y de que deberías buscar nuevas amistades. Obviamente me metí y dije que era tu vida y que tú decidías con quien juntarte —dijo con algo de pena mientras jugaba con sus manos y me miraba con la mirada apagada

—¿Y por qué te lo dicen a ti, no tienen los cojones de decírmelo a la cara? —pregunté de muy mal humor acercándome a la puerta

—Alexa yo... Les dije que tenían que aceptar que eres una Slytherin, pero creo que todavía no lo llevan muy bien —agregó y yo no me moleste en mirarla

Salí por la puerta y baje con prisas las escaleras. Nada más entrar en el salón los gemelos estaban sentados en uno de los sillones, jugando a uno de sus estúpidos y raros juegos de los que siempre inventan. Aceleré mi paso y me paré justo frente a ellos, mis brazos cruzados y seguramente una gran expresión de molestia.

—¿Fuisteis vosotros verdad? —reclamé cuando sus miradas se posaron sobre mi

—¿De qué hablas? —preguntó Fred agarrando un cojín y colocándolo sobre su estómago

—No os hagáis los tontos, sabéis de lo que hablo —musité con rabia

—No lo sabemos, así que si quieres discutir al menos dinos el porque —explicó George

—Ginny —mencioné y ellos parecieron entenderlo todo al escucharme —Ha amanecido en los pies de mi cama, ¿Qué le habéis dicho? —dije quitándole el cojín del estómago a Fred, tirándolo hacia una silla que había en una esquina

—Solo hablábamos con Ron y ella se metió por medio —se defendió Fred haciendo que mi mirada se posara en él

—Hablabais de mí, se metió para defenderme ¡Es increíble que ella sea la que mejor trate a sus hermanos!¿Irónico no? —grité con ironía y ellos inmediatamente agacharon la cabeza

—Solo hablábamos de lo que es mejor para ti —dijo George

—Vosotros no me conocéis, no sabéis una mierda de mí, ni de lo que es mejor para mí. ¿Y sabéis algo? A lo mejor los chicos de Slytherin son mejor personas de lo que vosotros seréis jamás —sentencié dándome media vuelta y caminando hacia la cocina

—¿Estás de coña no? Espero que sea así Alexandra porque estás demasiado mal, se pasan el día metiéndose con las personas, joder tu novio es un gilipollas que se va metiendo en problemas cada que puede —atacó Fred levantándose del sofá mirándome, antes de que cruzara la habitación

—No, no estoy de coña. Deberíais preguntarle a Draco como ser buenos hermanos, porque él es lo más parecido a uno de verdad que tengo. Y sí, puede que mis amigos y mi novio no sean las mejores personas de Hogwarts, pero son la definición de lealtad, algo que vosotros no conocéis, Fred —espeté con tanta molestia que al terminar de hablar miré a mis hermanos mayores, sintiendo que acababa de decir algo que llevaba guardando mucho tiempo.

Ambos se mantuvieron en silencio, agacharon la cabeza y se volvieron a sentar en el sofá sin ser capaces de mirarme a la cara.
Ahora sí, fui a la cocina y abrí la nevera en busca de algo que comer, encontré una manzana y me senté sobre la encimera, aún en pijama y con el pelo suelto sobre los hombros.

Pensando en Tom, en lo mucho que me gustaría verlo y contarle todo lo que me había pasado desde que había vuelto a casa, abrazarlo y llorar, llorar sobre su hombro mientras me acariciaba la espalda y me decía que mataría a cualquiera que me hiciese sentir mal.
Una sonrisa se dibujo en mi rostro recordando sus palabras, y sí, aunque la gente pueda pensar que debería estar deseando volver a ver a Mattheo, sinceramente, era a Tom a quien necesitaba en este momento. Era la única persona con la que podía ser yo misma, ni siquiera con Draco tenía esa confianza y lo último que necesito ahora es a Mattheo y sus peleas o a Draco y sus insultos sobre mi hermano y sus amigos.
Necesitaba a Tom y su imparcial y tranquilizador carácter.

Los días pasaron y era la hora de la cena, bajé todavía en pijama, las palabras de Ginny se escuchaban desde las escaleras y como mamá le decía que no había otra cosa para comer

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Los días pasaron y era la hora de la cena, bajé todavía en pijama, las palabras de Ginny se escuchaban desde las escaleras y como mamá le decía que no había otra cosa para comer.

—Mama sabes que no me gusta esto —se quejaba mi hermana cuando llegué al comedor.

—No te quejes más y come Ginny —regañó Molly apartando mi comida sobre mi plato al verme en la puerta.

—Alexandra, te voy ha echar muy poco porque necesitas bajar de peso, has engordado —habló cuando me acerqué a mi sitio

Tragué grueso y miré como en mi plato no había más de tres cucharadas de sopa. Mis hermanos guardaron un abrumador silencio y me miraron de arriba a abajo, Ginny apretó con molestia sus cubiertos y agachó la mirada con frustración.

—No estoy de acuerdo, no está gorda mamá —me defendió Ron con lo que parecía molestia, dejándome sorprendida

—Si lo está, mira esos brazos y esas piernas, querida no quiero ofender pero empiezo a pensar que estás embarazada —agredió en un tono amargo que intento camuflar con amabilidad

Instintivamente llevé mis manos a mí abdomen y lo noté más inchado, de un momento a otro me sentí tan pero tan mal. Como si mi cuerpo hubiera pasado a pesar el triple de lo que hace unos minutos sentía, mis ojos se empañaron de lágrimas que rápidamente reclui en mis ojos, como Mattheo me pidió que hiciera, no mostrar debilidad.

—Creo que no tengo hambre —dije y salí de la cocina, directa a mí habitación.

Ya había tenido suficiente tiempo en familia por hoy.

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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora