71. Mi culpa

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Mientras estoy sentada en el sofá de la sala común miro las agujas del reloj pasar de horas. El cansancio se empieza a apoderar de mi pero soy incapaz de cerrar un ojo.
No he sido capaz de pegar ojo porque el recuerdo de Amanda me carcomía la conciencia y para incrementar la situación desde que llegué de la clínica no hay rastro de Mattheo en ningún lado.
Así que aquí estoy, con un sobre en la mano a las 2:45 de la madrugada esperando a Mattheo para reclamarle y contarle que el bebé es niña.

No se cómo sentirme, si triste, molesta o indiferente. Al fin y al cabo he aprendido por las malas que en Mattheo no se puede confiar. Ni en él  ni en su palabra.
Logro escuchar la puerta abrirse a mis espaldas, pero no me giro. Sé que es él porque huele a alcohol y tabaco, una mezcla tan asfixiante que solo podía ser producto de él.

—¿Qué haces despierta? —pregunta en un intento de sonar normal

—No me has acompañado a la clínica Mattheo —comento con tranquilidad, jugueteando con el sobre en mis manos. Aún de espaldas

—Si, cierto. Lo olvidé por completo, culpa mía

—Claro que es culpa tuya —me levanto mirándolo ahora a la cara, encontrándome con que estaba más drogado de lo que pensaba

—Solo estuve ocupado, okey? No eres el centro de mi mundo —se queja frotando su sien con molestia

—¿Ocupado mientras te drogabas? Cuéntale esa excusa a otra que no se la haya creído mil veces antes

—Lo que yo estuviese haciendo no es tu puto problema, pelirroja —acusa fulminante

—Es mi problema cuando es a mí a la que has dejado plantada de nuevo, y es mi puto problema cuando soy la madre de tu hija. ¿Entiendes, o te lo explico en francés? —hablo irónica pero molesta y él solo desvía la mirada

—Buenas noches Alexandra...

Y así sin más se despide camino a las escaleras. Sube casi rozando el suelo y yo solo pienso en lo imbécil que es. Sé que está así por la desaparición de Amanda, no soy idiota. Y aunque duela que eso le preocupe más que yo o la niña tengo que aceptarlo. Porque no somos nada, porque es la realidad y porque es lo que me toca vivir. No hay más.

Decido no darle más vueltas y caminar rumbo a mí habitación. Pero la necesidad de un abrazo y la puerta de Draco interrumpiendo mi camino hace que me desvíe hacia el interior de la misma. Todo está oscuro, veo la sombra de Draco en su cama y la de Zabini en la suya. Me aproximo con cuidado y me dejó caer sobre el colchón a un lado de Draco.
Se sobresalta al no esperarme, se gira y se queda quieto unos segundos mientras me mira con los ojos medio abiertos.

—¿Lexi? —pregunta confundido haciéndome hueco en la cama

—¿Puedo dormir aquí esta noche? —pregunto haciendo un puchero y él ríe levemente

Al estar tumbada a su lado me tapa con las sábanas y me abraza como si me protegiera de mil peligros. En pocos segundos el sueño que hace minutos era nulo ahora se estaba apoderando de mi. Es como un superpoder que Draco tiene, hacerme dormir aunque no tenga ni un poco de el.
Era mi mejor medicina para días de insomnio como éste. Él era mi medicina...

·♪☆|☆♪·

Ya es la mañana siguiente cuando noto como un cuerpo me empuja y caigo abruptamente al suelo.

—¡Ay!


Mi grito despierta a los dos chicos alarmados, Draco se gira inmediatamente hacia el suelo para verme y Blaise hace movimiento muelle, ha saltado pero al segundo ha vuelto a caer rendido sobre el colchón.

—¿Qué haces en el suelo? —prengunta el rubio aún medio dormido

—Solo buscaba mi dignidad que se ha caído —comento irónicamente, mis traumas, mis chistes

Las carcajadas se hacen sonar no solo desde la cama de Draco, si no que Zaza se ha despertado solo para comenzar a reírse al escucharme. Yo también me río, pero al recordar que estoy embarazada y que me ha caído de la cama dejo de hacerlo y al instante me fijo en mi abdomen.
No parece haber ningún daño, pero me levanto y miro al espejo por si tuviera un sangrado como me paso la última vez. Bajo la mirada extrañada de Draco.

De repente una idea aparece nublando mi mente de cualquier otro pensamiento. Me acerco a la mesita de noche a un lado de la cama de Draco rápidamente y agarro el sobre de la clínica sobre esta.
Con Draco preguntandome de fondo salgo prácticamente corriendo hacia una habitación en concreto.
Llego a mí destino y abro la puerta sigilosamente, me acerco a la cama y lo veo dormido plácidamente. Logro ver su abdomen y pecho, decorado con algunas cicatrices, subiendo y bajando al ritmo de su tranquila respiración.

Después de vacilar por unos segundos coloco perfectamente el sobre en el lado libre de la cama, me acerco al escritorio y en el primer pergamino que veo comienzo a escribir la frase:
“Felicidades al padre del año”. Obviamente de forma irónica, recordando que siempre me comentó que prefería tener una niña. La dejo sobre el documento y me quedo mirándolo unos segundos, pensando en que todo esto era culpa mía.

Cuando me alejo camino a la puerta veo de reojo unos cuadros en la pared que me llaman la atención. Me acerco lentamente hasta quedar frente a una pared que recordaba en blanco, pero que ahora estaba decorada por varios marcos de fotos. El más llamativo es el que está en el centro, el más grande, que para mí sorpresa tenía una foto en movimiento nuestra.

Una foto nuestra que nos hizo Enzo en la mansión Malfoy, donde salíamos abrazándonos y riendo mientras nuestras miradas se conectaban. Parecíamos realmente felices, realmente enamorados...
El segundo marco me hizo querer llorar, era un dibujo a lápiz, un dibujo que sé que él mismo a dibujado porque conozco de su talento en este arte. Me había dibujado a mí, sentada en la sala común leyendo un libro, con la barriga de embarazada que tenía hace unas semanas, haciendome saber que era un dibujo referente a mí en un momento real.
Y el último marco era el más pequeño y no estaba en la pared, estaba en la cómoda que había justo debajo, una foto de él y Amanda sonriendo, está vez estática.

Me hizo sentir realmente mal. No tiene excusa su comportamiento pero se que la desaparición de Amanda le ha dejado realmente mal. Al fin y al cabo era notorio el cariño que le tenía y lo importante que esa chica era para él.
Para él esa chica era como Tom para mí, y sinceramente no imagino mi vida sin saber dónde está, que le ha pasado, sin verlo...

Todo esto estaba sucediendo por mi culpa...



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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora