46.La vuelta a casa

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Después de unos días llegó el fin del curso.
Llevaba sin hablar con Mattheo y Daphne desde aquel día, aunque ellos tampoco lo intentaron.
Lo que ese día pasó no se lo dije a nadie, porque tampoco quiero causarle problemas con los demas, así que solo calle y seguí con mi vida como si nada.

Bajé las escaleras rápidamente encontrandome con Draco, Mattheo y Tom esperándome en la sala común.
El castaño y yo intercambiamos una mirada incómoda y algo molesta por mi parte, fui hacia Draco y agarré su mano para comenzar con el trayecto.

El camino fue normal, aunque el silencio que hubo en nuestro vagón era sumamente incómodo, haciendo que yo me durmiera apoyada en la ventana, Tom se pasara el camino leyendo, Draco jugando con mi gata y Mattheo mirando hacia cualquier parte para no aburrirse.

Al llegar Tom me despertó y me dio la mano para salir del expreso. Al salir había demasiada gente por todas partes, lo que siempre era algo abrumador al principio.
Vi una cabellera larga y rubia que llamó mi atención y mientras los chicos hablaban a mi lado y Tom aún tomaba mi mano entrecerré los ojos intentando enfocar a esa persona.

Y cuando me di cuenta esa chica rubia corría con emoción hacia nosotros, retrocedí un poco al ver esto y al darse cuenta Tom tiró levemente de mi mano para apartarme de ella.
Pero cuando estuvo más cerca la pude distinguir.

Fleur corría con una sonrisa hacia mi, solte el agarre de mi mano y rápidamente me acerqué a ella dejándome rodear por sus brazos, sintiendo su siempre perfecto perfume acariciar mi nariz.

—Bill nos espera —Fleur avisó con su marcado acento francés haciendo que mis ojos se iluminarán al instante.

—Espera, me tengo que despedir —al decir esto ella me sonrió amablemente y yo volví con los chicos

Dejé un beso en la mejilla de Tom y Draco, mientras que a Mattheo lo ignoré por completo. Agarre a Chleo de los brazos de Draco y caminé hacia Fleur para ir a la madriguera.

Admito que ya no me molestaba tanto el hecho de volver a casa, porque mientras mi hermana y mamá le tenían unos celos increíbles a mí me caía genial, y siempre fui la consentida de Bill, que fue el único junto a Charlie que no me juzgaron cuando me asignaron en Slytherin.
Algo que les agradeceré siempre...

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Llegamos a la madriguera mientras reíamos de algo que nos había contado Bill. Todos nos miraron expectantes pero cuando reaccionaron se levantaron a darle la bienvenida a Bill y Fleur, aunque Ginny omitió esto último y lo de mamá fue muy forzado.

Me contaron que la boda sería aquí en casa lo que me alegro bastante, y me pidieron que fuese la dama de honor junto a la hermana de Fleur, lo cuál acepté sin pensarlo dos veces.

Ahora estaba en mi habitación sola, escribiendo en un pergamino sentada en mi escritorio. Me había propuesto escribirme con Draco todos los días hasta que él siguiente año comience, así que le tenía que contar cómo había sido mi primer día en casa, y lo de la boda de mi hermano.

—Que habitación más aburrida

Me giré rápidamente con el corazón en la mano, Tom estaba sobre mi cama con uno de mis libros entre sus dedos, ojeandolo con desinterés.

—¿Cómo... ¡Qué mierda haces aquí?! —Solté lo que estaba haciendo y me aproximé a la cama quedando frente a él

—Solo quería venir a verte, no soporto un solo minuto más a mi hermano —su comentario me causó gracia y solté una risita mientras prácticamente me abalancé a él y ambos quedamos tumbados en la cama en un abrazo

—Me salvas la vida, porque me aburro como no tienes idea...

Cuando dije esto él se tumbo boca arriba y yo coloque mi cabeza en su abdomen, mientras él acariciaba mi rostro y mi cabello con tranquilidad.
Estuvimos hablando así un par de horas, contandonos lo que había pasado en nuestro día y prácticamente criticando un poco.

Yo comencé a acariciar su abdomen y subí hasta estar tumbada a su altura, él colocó su cabeza en mi pecho y yo acaricié su cabello con sus brazos abrazando mi cintura.
Después de un tiempo sentí mis ganas de dormir aumentar ante la tranquilidad que me causaba estar así, y cuando me quise dar cuenta Tom ya estaba dormido.

—¡La comida ya está lista!

El grito de mi madre hizo que se despertara de un salto y yo riera ante su rostro tiernamente adormilado. Me miró mal y se levantó frotando sus ojos.
Yo me senté en la cama y lo miré caminar por mi habitación, fijándose en cada detalle de esta, hasta llegar al escritorio y leer la carta sobre la mesa.

—Escribeme diario, quiero saber si estás bien... —pareciá que le había costado admitir eso y con ternura me levanté de la cama y lo abracé por la espalda, escondiendo mi rostro en ella

—Aww, el frío Tom se preocupa por mí... —cuando dije esto él se giró y colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja, pero lo que me causó intriga fue la mirada de lo que parecía culpa ante mis palabras

—Debo irme... Buenas noches Lexi

Sin más dejó un beso en mi frente y con un movimiento de varita desapareció.
Solté un suspiro y me decidí a bajar.
El comedor estaba más lleno de lo normal y algo más vivo. Aunque las malas miradas a la francesa estaban ahí.

Fleur me hizo una seña para que me sentara a su lado en un sitio que había guardado y todos comenzamos a comer.
La cena fue lo más normal del mundo, solo que el tema de conversación era la boda y como prepararíamos todo.

Gracias a que Bill y Fleur me defendieron varias veces de los comentarios de mamá, ya no volvió a hablarme en toda la noche y para mí, fue la cena más tranquila en familia que tuve hace mucho.

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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora