62. Exagerado

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Me despierto poco a poco luchando contra la tenue luz que entra por las ventanas. Reconozco el sitio como la enfermería.
Tengo vías en los brazos y muñecas, sigo en uniforme y mi pelo está organizado en una trenza, la cuál antes no llevaba.

—Agh... —me quejo un poco al arrancar las vías de mi cuerpo

Me levanto de la camilla y aunque al principio me mareo levemente pronto vuelvo a la normalidad y salgo de allí cuanto antes. Mientras miro hacia atrás para vigilar que nadie me vea choco de frente con alguien que me agarra de los brazos para que no me caiga.

Tom me mira con el ceño fruncido a modo de reproche y me suelta cuando vuelvo a tener equilibrio.

—¿Qué se supone que haces?

—Irme, ¿no lo ves?

—Si, eso lo veo. Pero eres idiota si piensas que vas a irte así sin permiso de las enfermeras —intenta tirar de mi brazo hacia la enfermería pero yo me suelto bruscamente

—Eso es problema mio Riddle. A ti mi salud no te incumbe en nada —mi voz es distante y fría mientras me cruzo de brazos

—Eres una bipolar malagradecida, al menos un gracias, sabes? —se queja rodando los ojos

—Si, si, gracias. Pero esto no me hace olvidar todo lo que me has hecho, no pienses que voy a cambiar contigo por esta mierda —dejo en claro con molestia y me doy media vuelta hacia las mazmorras

No hay respuesta por su parte asi que solo sigo mi camino.
Al llegar subo directamente a la habitación de Mattheo pero está vacía, lo que hace que un escalofrío recorra mi cuerpo, intento no pensar en lo peor pero me es imposible.
Sin querer pensar más me meto al baño y me doy una ducha para limpiar toda la sangre que queda en mi cuerpo.

Llevo mis manos a mí abdomen y lo acaricio con pesar, ya tengo casi tres meses de embarazo y la tripa se me empieza a notar un poco. Solo lo noto yo, porque al tener el abdomen tan plano noto cualquier inchazon.
No noto cuando comienzo a llorar, ni cuando el agua se mezcla con las lágrimas que corren a montones por mi rostro.
Tengo 17 años... ¿Qué voy a hacer yo con un bebé?

Al salir me pongo una camisa de Mattheo y cepillo mi cabello mojado. Me relajo sobre la cama y agarro un libro de la mesa de noche. El reflejo del reloj marca las 5:15 am y no tengo sueño.
De repente la puerta se abre de golpe dejando pasar a un Mattheo en pantalón de pijama y sin camiseta bastante molesto y frustrado.

—¡Aquí estás! ¡¿Dónde mierda te has metido?! ¡He dormido esperandote y cuando me levanto a las 3 am todavía no has llegado! ¡Llevo dos putas horas buscándote, en tu habitación, en la sala común, por los pasillos! —sus gritos suenan furiosos y parece estar fuera de sí

—No te la vas ha creer... —intento explicar pero me interrumpe al instante

—¡¿Con quién estabas?! ¡Fui a la habitación de Tom y tampoco estaba! ¡¿Qué hacías con él, eh?! —me sorprende que haya ido a buscarme a la habitación de Tom, idiota

—No estaba con Tom, estuve en la enfermería porque me sentía mal y me desmaye allí. Nada más, exagerado...

Al instante su expresión se suaviza, se acerca y me da un beso en la frente.
Se tumba a mí lado y me abraza con fuerza, algo que no hacía desde hace mucho.

—Lo siento por haber dudado... Pero es que no me puedo imaginar el perderte, amor —se disculpa tiernamente dándome besos en los labios que yo correspondo

Ambos nos relajamos y poco a poco nos vamos quedando dormidos.
Cayendo completamente en los brazos de Morfeo.

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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora