29. Genial Tom

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Narra Mattheo

La vi entrar con lágrimas en los ojos, se sentó en el suelo sollozando y yo me acerqué rápidamente a su lado.

-Ey comadreja, ¿Qué pasa? ¿Quién fue?- pregunté agachandome a su lado abrazandola.

No respondió, solo lloró sobre mi hombro y noté como tenía su respiración entrecortada.

-Te quiero... -susurró con nerviosismos.

Me agarró de imprevisto y la separé levemente de mi para poder mirar su lindo rostro. Su labio inferior temblaba levemente y sus ojos cristalizados miraban con algo de miedo los míos.

Coloqué mi mano en su mejilla y la besé, no fue un beso como todos los que nos habíamos dado, este era suave y delicado, transmitía lo mucho que nos queríamos ambos.

Entonces lo entendí, entendí que nunca la había odiado, siempre me había vuelto loco, y el ver que ella no tenía el minimo interés en mi hizo que utilizará el odio de excusa para acercarme a ella.

Al separarnos me abrazó fuertemente, refugiando su diminuto y frágil cuerpo en mi torso, notaba su respiración tranquilizarse sobre mi pecho y mis manos comenzaron a acariciar su espalda y su cabello.

Estuvimos así horas, hasta que me di cuenta que estaba dormida y la cargué llevándola a mí habitación.
La dejé sobre la cama y ya estaba en pijama así que solo tuve que quitarle la túnica y taparla con las sábanas.
Me tumbé a su lado y la abracé de espaldas, notando como mis latidos disminuían su velocidad y quedaba en una inmensa tranquilidad, durmiendome a los pocos minutos.

Me tumbé a su lado y la abracé de espaldas, notando como mis latidos disminuían su velocidad y quedaba en una inmensa tranquilidad, durmiendome a los pocos minutos

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Narra Alexandra

Abrí lentamente y con dificultad mis ojos, viendo que no estaba en mi habitación, noté un peso sobre mi cintura y cuando miré un brazo abrazaba con fuerza mi cintura.

Me giré bruscamente, viendo a Mattheo dormir plácidamente abrazando mi cuerpo. Miré bajo la sábanas y ambos estábamos vestidos así que eso me tranquilizó levemente.
¿Qué mierda hago en su habitación?

-Matt... ¿Qué demonios hago aquí?-pregunté zarandeandolo mientras me sentaba en la cama.

Soltó un bufido y se dio media vuelta siguiendo durmiendo. Rodé los ojos y lo giré, me senté sobre él y comencé a moverlo con brusquedad.

-¡Matt! -grité moviendolo y por fin abrió sus ojos exaltado.

-¡¿Qué mierda haces?!- se quejó colocando sus manos a cada lado de mi cadera.

-¿Qué hicimos ayer? ¿Qué hago aquí?- pregunté sería y él me miró con una sonrisa ladina.

-¿No te acuerdas pelirroja? Pues estábamos justo así, solo que tú saltabas y gritabas de forma jodidamente sexy- dijo con diversión moviendo levemente mis caderas sobre él.

MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora