53. Una conversación absurda

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Estábamos en mi habitación Mattheo y yo. Yo estaba tumbada con la espalda apoyada en el respaldo de la cama y él estaba tumbado a mi lado pero con los pies al lado de mi cabeza.
Tenía a Chleo tumbada en su abdomen y mientras con una mano acariciaba el pelaje del animal con la otra acaricia mis piernas.

Eran las 10:30 pm, había terminado de cenar y al volver a mí habitación Mattheo estaba aquí.
Mientras leía me dió curiosidad saber cuántos días quedaban para volver a Hogwarts.

—¿Cuántos días quedan para volver al colegio? —pregunté sin apartar la mirada de mi libro

Sin respuesta. Esperé unos minutos y al ver que no contestaba hice a un lado el libro y vi como estaba medio dormido. Moví mis piernas dándole en las costillas ganandome un mala mirada de su parte.

—¡Ay! —se quejó mirándome con molestia

—¡Te estoy hablando!

—¿Ah, sí? Que

—¿Qué de qué? —pregunté sin entender frunciendo el ceño

—¿Qué de qué, de qué? —habló haciendo una mueca de confusión

—¡¿Qué dices?! —pregunté agobiada

—¡No lo sé, ¿Y tú?! —preguntó encogiéndose de hombros sin entender nada

—¡No lo sé!

Nos quedamos callados mirándonos con el ceño fruncido sin saber que acababa de pasar. Intenté recordar lo que le había preguntado pero me fue imposible.

—¿Qué te había preguntado?

—Ni idea, tú sabrás —se encogió de hombros y se dió media vuelta hasta quedar tumbado de lado abrazando mis piernas

Me quedé un rato pensando pero al ver que no lograba recordar la pregunta decidí rendirme y seguir leyendo el libro.
Vaya conversación más absurda...

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Estaba preparando las cosas porque mañana por la mañana volvíamos al colegio. Me dió sentimiento no saber cómo estaba mi familia ni los invitados de la boda, pensé en mi casa y en que me había dejado muchas cosas allí.

Estaba doblando la ropa cuando Draco entró sin llamar y se quedó en la puerta mirandome.

—Está aquí Tom —informó con rapidez y al instante solté la ropa en la cama y corrí escaleras abajo

Corrí en pijama hacia la entrada y allí estaba el Azabache. Vestido con un traje negro, serio y con sus manos en los bolsillos.
Sonreí al instante y corrí aún más ganandome su atención. Al llegar salté sobre él y lo rodeé con mis piernas mientras él me sostenía con sus brazos, abrazándome de cierto modo.

—¿Dónde estabas? —pregunté cuando nos separamos sin quitar mi sonrisa

—Es difícil de explicar —habló con tono serio jugando con mis manos y mis anillos

—Vamos a mí habitación —pedí agarrando su mano y tirando de ella hacia las escaleras

Me miró con las cejas alzadas y una pequeña sonrisa ladina rompió su expresión sería.
Al llegar lo hice sentarse en mi cama y lo miré sin creerlo.

—Parece que estás viendo un fantasma, ¿Tan mal estoy? —el tono de Tom era más bien burlón mientras no quitaba la sonrisa de su rostro

—¡No! No, estás... Muy bien —un sonrojo se instaló en mis mejillas a la vez que hablaba causando en él una risa divertida— Lo que quiero decir es que simplemente no te esperaba hoy aquí, es todo

—Si... La verdad yo tampoco tenía pensado venir, pero he preferido verte antes de ir a Hogwarts de nuevo —admitió colocando un mechón de mi pelo detrás de mi oreja

Sonreí y lo abracé de nuevo, dejó varios besos en mi cuello, y poco a poco fue dejando un rastro de besos hasta el escote de mi pijama.
Mi respiración se entrecorto al notar sus frías manos agarrar el borde de mi crop top. Lo quitó dejándome en sujetador y beso varias veces esa zona sobre la ropa interior.

Agarró mis caderas y me colocó a horcajadas sobre su regazo, la situación había subido de temperatura y ambos comenzamos a rozar nuestras intimidades causando leves jadeos.

Cuando me incliné a besar sus labios y sentí sus manos bajando mi short suspiré y a centímetros de juntar nuestros labios lo miré a los ojos.

—Dime que hiciste y porque lo sabe también Draco —mi voz sonó entrecortada y mi aliento acarició sus labios

Separó al instante sus manos de mi short y me bajó de su regazo levantandose de la cama. Pasó sus manos por su rostro con frustración y se decidió por salir de la habitación.

—¿Ahora qué? ¿Volverás a huir, Tom? —mi voz era molesta y él se paró en seco antes de abrir la puerta

—No estoy huyendo

—¿Ah, no? Entonces dime qué es lo que llevas haciendo desde hace días. Venga ya si estabas desaparecido —hablé irónica con molestia— Ni tú propio hermano sabía donde estabas

—¡No es tan sencillo, de acuerdo?! No te lo puedo contar, y si eso es una molestia para ti, mala suerte —habló de forma tan prepotente que no pude hacer otra cosa que entrecerrar los ojos mirándolo

—Cierra la puerta cuando salgas —no quería discutir pero tampoco quería verlo. Me senté en la cama de nuevo y él me miró rodando los ojos, dejando la puerta abierta al salir, solo por molestar

Me acerqué a la puerta con molestia y asomé mi cabeza por la puerta —¡Te he dicho que cierres, inmaduro! —sin más cerré de un portazo y agarre el crop top del pijama que estaba tirado en el suelo

Me lo puse y a los minutos Draco apareció por la puerta mirandome con confusión. Se acercó a mí sin que yo lo mirara ni siquiera y se sentó a mi lado en la cama.
Sin decir nada me abrazó y me sentí un poco mejor, como si abrazarlo me hiciera sentir segura o me hiciera olvidar los problemas.

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Era media noche y no conseguía dormir, mi habitación estaba totalmente a oscuras y yo estaba entre las sábanas de mi cama dándole vueltas a mis pensamientos.
No se qué le pasa a Tom, no sé porque se comporta así, ni el porqué no quiere decirme que ha hecho.

Sentí una mirada posarse en mi y me giré con algo de miedo hacia una de las esquinas. Me quedé mirando pero no llegaba a ver nada por la falta de luz.
Extendí mi mano hacia mi mesa de noche y agarré mi varita.

—¡Lumos! —la luz que salió de mí varita me hizo ver a Mattheo

Solté un suspiro de alivio y le tiré una almohada con molestia.

—¡Casi me da algo, idiota! —me quejé colocando mis manos en mi rostro y él se rió tirándose a la cama

Me abrazó mientras reía y se tumbó bajo las sábanas a mi lado, sin preguntar aunque sea. Lo miré mal pero no me vio por la oscuridad, dejé mi varita en la mesa de nuevo y me recosté mirando al techo con un poco de incomodidad.

Al rato me giré hacia él e intenté dormirme. Se me acercó y rodeó mi cintura con sus brazos obligándome recolocar mi cuerpo quedando así con la cabeza sobre su pecho.

—Cuentame una historia —pedí como una niña pequeña y escuché una risita de su parte

Apoyó su mejilla en mi cabeza y comenzó a contar una historia preciosa sobre un amor prohibido. Haciendo que poco a poco me fuera quedando dormida.
Lo último que escuché fue un “Buenas noches, princesa...” seguído de un beso en mi frente. Y así, me dejé caer sobre los brazos de Morfeo...

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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora