1.El expreso

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Me encontraba corriedo por la madriguera mientras mamá peinaba a Ginny y mis hermanos terminaban de desayunar. Yo había sido la primera en despertar y prepararme así que ya estaba lista.
Corrí hacia la cocina y gracias a mí torpeza tropecé con mis pies y caí al suelo, frente a la mirada atenta de mis hermanos.

-¡Te lo dije!- Gritó mamá desde el baño donde se veía su cabeza asomada para poder ver lo que había pasado -Alexandra siéntate en la mesa o en el sofá, pero siéntate- terminó la frase volviendo a lo suyo.

Yo me levanté del suelo y me senté junto a Fred en el comedor, me estaba aguantando las lágrimas pues me había dolido bastante el golpe.

-Dejame ver- dijo Fred mirando mi rodilla, la cuál tenía un leve raspón junto a un reciente morado.
Me sobo un poco la rodilla y cuando me calme me dió una manzana roja, la cuál acepté gustosa y me levanté para jugar con Chleo, mi gata.

Después de una hora por fin todos estábamos en la estación, yo estaba nerviosa por mi primer año en Hogwarts al igual que Ron, mientras los gemelos nos decían lo genial que era.

Vimos a un chico moreno acercarse y preguntar a mamá cómo pasar el andén, todos fuimos pasando y rápidamente me subí al tren.
Caminé por los pasillos distraídamente hasta que sentí como chocaba con algo, más bien alguien.

-¡Perdón!- Me apresuré a decir levantado la vista, encontrandome con unos ojos grisáceos que me miraban con intensidad.
El rubio me tendió la mano para ayudarme a levantarme y se quedó un rato mirándome.

-Me llamo Draco, Draco Malfoy- dijo al fin extendiendome su mano con una arrogante sonrisa, haciendo que yo le correspondiera casi al instante.

-Alexandra, Alexandra Weasley- dije tímidamente mientras Draco tenía su mirada fija en mí.

-Lo supuse- dijo señalando mi pelo mientras se encogía de hombros.

-Lo mismo digo- dije de la misma forma mirando su pelo, pues es evidente que la mayor característica de los Malfoy es su pelo casi blanco.

Después de un silencio de lo que pareció una eternidad, ambos nos dirigimos a buscar un compartimento vacío y entramos en el primero que vimos.

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Después de todo el camino hablando con Draco me di cuenta de lo bien que me había caído. Hay que admitir que yo no tengo una forma de pensar tan parecida a la de mi familia, para mí los muggles si son claramente inferiores a nosotros, y de cierta manera prefiero no tratar con ellos, en cuanto a los sangre sucias...pues los tolero pero sigo pensando que son algo inferiores.

Draco y yo bajamos del tren entre risas al ver que ya habíamos llegado, a lo lejos vi a mi hermano junto a aquél chico que nos preguntó en la estación como llegar al andén, no me importó y camine junto a Draco siguiendo a lo que parecía ser un semigigante.

Llegamos a una especie de lago donde había muchos botes y a lo lejos se podía ver el enorme castillo.

-Wow- dijimos Draco y yo a la vez mientras mirabamos maravillados el castillo.

-¡No más de cuatro por bote!- grito el semigigante cuando comenzamos a subir a los botes.

Draco y yo subimos rápido a uno vacío y pronto un chico castaño y una chica rubia subieron con nosotros.
El bote comenzó a moverse y yo miraba hacia todos lados con una inexplicable ilusión y emoción.

Estuvimos hablando mientras llegabamos al castillo, resulta que el chico castaño se llama Theodore Nott y la chica Daphne Greengrass.

Al llegar al castillo subimos unas escaleras hasta que una señora nos paró para explicarnos el tema de las casas, Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Para mí, a diferencia de mi familia, Slytherin me parecía una gran casa y no me parecía malo quedar en esa casa.

Me despiste un momento hablando con Daphne cuando escuché a Draco hablando con alguien, no le di importancia hasta que escuché la voz de mi mellizo, me acerqué a donde estaban ambos y el chico de la estación.

Escuché como Draco se metía con mi hermano solo por "ser un pobre Weasley", me molestó y avergonzó pues yo también era una Weasley.
Tiré de la camisa de Draco separándolo de mi hermano y al parecer su nuevo amigo.
Le di una mirada molesta y el rubio se calló al instante.

-Alexandra también es una Weasley, ¿A ella no le vas ha decir nada Malfoy?- dijo mi hermano ganandose mi atención y la de mi amigo.

-Ella es diferente, ni siquiera estoy seguro de que sea una Weasley, ella es todo lo que a tu pobre familia le falta- dijo Draco con desprecio mirándolo de arriba a abajo, de cierta manera me sentía alagada por lo que acababa de decir, así que solo tiré un poco más de él hasta estar en nuestro lugar inicial.

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Estábamos en el gran comedor, era impresionante pero en ese momento yo estaba más preocupada por la elección de casa que por la decoración.
Dijeron varios nombres hasta llegar a Draco, le di un leve susurro de suerte y se acercó hasta un taburete, al acercar el sombrero seleccionador a su cabeza basto con rozarlo para que gritara Slytherin. Aplaudí y después de varios chicos más era mi turno.

Me acerqué con nerviosismo hacia el taburete y me senté, vi la mirada expectante de mis hermanos, me pusieron el sombrero y después de varios segundos gritó con fuerza lo último que esperaba...

¡Slytherin!

La mesa de Slytherin comenzó a aplaudir mientras yo estaba en shock y lo único a lo que le prestaba atención era a las caras de confusión y decepción de mis hermanos. Me levanté y me acerqué a la mesa de Slytherin donde Draco me esperaba guardando un sitio a su lado.

-¡Genial, estamos en la misma casa!- dijo ilusionado y yo me limité a asentir, aún en shock.

El turno de Ron era justo el siguiente y después de lo que paso conmigo podía ver su expresión de terrible miedo, Ron era bastante prejuicioso y en cuanto a Slytherin siempre decía que era la peor casa y que solo era para personas malvadas.
El sombrero grito Gryffindor y pude notar su expresión de alivió mientras se iba a sentar a la mesa de los leones

Quién diría que esté maldito día marcaría un antes y un después en la que hasta ahora había sido mi feliz vida...

MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora