64. ¿Por qué a él?

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Después de dos largos meses y varias discusiones con Mattheo, problemas familiares y un bulto en mi abdomen que no para de crecer llego a la sala común y prácticamente me lanzo al sofá con cuidado, porque se me está dificultando ya un poco el moverme libremente.

Mi abdomen no es una cosa alucinante, al ser tan pero tan delgada no se me empezó a notar nada claro hasta hace unas 2 semanas. Es notorio, lo sé y sé que ya se habrán dado cuenta la mayoría. Pero no sabrán que es de un embarazo, y aunque si se nota solo parece que he subido de peso.

Llega Draco y se sienta a mí lado, luego Theo y finalizamos con Blaise.
Mi mente divaga hasta los recuerdos y pensamientos de cuando Mattheo era más cercano a nosotros, no nos separábamos. Siempre pasábamos los tiempos libres aquí hablando de tonterías y cosas estúpidas.

Pero ya no. Ahora solo tiene tiempo para la perfecta Alicia o como se diga, sigo sin aprenderme su nombre. Solo lo veo a la hora de desayunar, comer y cenar porque lo veo a su lado sentado en el gran comedor, y por las noches.
Porque aunque hay veces que no llega la mayoría de noches llega a su habitación donde lo espero y dormimos juntos.

Aunque cada uno en una esquina de la cama, sin rozarnos, sin hablarnos y casi sin mirarnos. Su habitación ya es también la mía porque tengo todo allí, pero raro es el día que no discutimos o que no estoy enojada con él.

Se abre la puerta de la sala, me giro sabiendo la imagen que me voy a encontrar y exactamente. Acierto.
Mattheo entra a carcajadas junto a esa tipa, parecen muy cercanos y cómodos juntos.
Sin querer ver más de ellos me levanto como alma que lleva el diablo y subo las escaleras lo más rápido que puedo, pero en vez de chocar mi hombro con Mattheo como es costumbre al pasar a su lado esta vez lo esquivo.

Al llegar tengo la intención de cerrar de un portazo pero unas manos me lo impiden frenando la puerta y entrando por ella, ahora sí cerrando a su paso.
Su cabellera rubio platino y sus ojos grises se vuelven borrosos cuando las lágrimas atacan mis ojos y la vista se me empaña.

No noto nada mas que sus brazos rodear mi cuerpo en un cálido abrazo y su aliento susurrándome en la cabeza.
"Todo está bien..."
Quiero creerle, quiero asentir sabiendo que es así pero no puedo, porque sé que estaría mintiendo. Porque se que incluso él sabe que nada está bien.

Niego una y otra vez con la cabeza sollozando mientras él sigue susurrando la frase. Al separarnos del abrazo lo miro y tiene esa mirada que pone cuando quiere que le cuente algo porque sabe que me pasa algo.

-Te tengo que contar algo...

Aunque parezco directa y decida sigo soltando alguna lágrima que seco con el dorso de mis manos y él hace una mueca antes de sentarse en la cama frente a mí centrando su atención en mi.

-Soy todo oídos -su voz suave me lo hace más difícil

-No puedes enfadarte, yo no quería ésto, no lo quiero, fue un error que pudimos evitar pero no lo tuvimos en cuenta, no lo pensamos... -mis nervios por su reacción acaban con su paciencia y con la mía, necesito contárselo, llevo mucho queriendo hacerlo

-Ve al grano, no me voy a enojar -no confío en sus palabras pero no tengo opción

-Me he jodido la vida Draco, estoy embarazada...

MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora