Through Ice • Sunsun

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Ambos chicos se encontraban en la terraza del apartamento donde se celebraba el cumpleaños de Sunoo, estando los demás invitados adentro y ambos solos en aquel lugar, donde Sunghoon intentaba encontrar las palabras para explicarse.

—Jake... él no preguntó con mala intención... Hasta yo me he preguntado que fue de tu patinaje...

—No quiero hablar de eso.

Contestó con sus semblante frío, en un intento de regular sus emociones, aguantando nuevamente las lágrimas. No sabía si encontraba así por el alcohol en su sangre o por lo mucho que le afectaba el tema, posiblemente una combinación de ambas cosas.

—¿Por qué? Recuerdo que te veías tan feliz en tus competencias o cuando nos enseñabas un nuevo truco.

Sunghoon estaba confundido, ¿Cómo Sunoo podría saber como se veía en sus competencias?, Solo recordaba haberles mostrado uno que otro truco estando sin sus patines, además de que  recordaba que sus padres nunca le permitieron invitar a sus amigos a verle, ya que según ellos, sería una distracción.

—¿Y tú que sabes? 

Sunoo soltó un suspiro y miró como su contrario encendía un cigarro. Negó con su cabeza y le quitó este dando una calada, solo que ahora, sin ahogarse, sorprendiendo a Sunghoon.

—Yo te fui a ver, junto con Jake, te fuimos a ver a algunas de tus competencias sin que te enteraras. Sé de lo que hablo, no te enojes con él solo por la pregunta, llevaba años sin verte, de seguro sintió curiosidad. 

Escuchar aquellas palabras solo le hizo bajar la mirada. No sabía como habían ido a verlo sin que se diera cuenta, sin embargo el pensarlo le hacía querer llorar. ¿Cómo era posible que sus amigos, de los cuales no era tan cercano, le interesaran más verlo que sus propios padres? Una lágrima resbaló por su mejilla y, antes de poder limpiarla, Sunoo se había adelantado, borrando esta sin dejar rastro. 

Un cálido sentimiento le invadió y ambos entraron, ya que era hora de cantarle feliz cumpleaños al pelirosa. 

Mientras Sunoo soplaba las velas del pastel, Sunghoon solo le podía observar con una sonrisa, aquel tierno momento, incluso si no habían compartido palabras, había sido el suficiente para lograr que el corazón del castaño latiera de una manera muy singular, acelerándose como cuando lo hacía en sus competencias.