Sentimientos Sangrientos (Lis Version)

Dos: El primer punto de quiebre.

Brooklyn:

Al salir del instituto, mi madre llegó desesperada por mí.

—¡Brooklyn, le pasó algo a Emma!

Y así, con mi corazón y esperanzas en mano por la que por siempre había sido mi mejor amiga, nos subimos al coche en dirección al hospital.

Entré a un edificio con fachada pintada en colores grises y verdosos, con aroma a vendajes desgastados y medicamentos vencidos.

Contemplé a sus padres llorando de rodillas en la sala de espera, mientras una enfermera me decía:

—¡Eres la amiga de Emma Evans! Está en estado crítico, la han apuñalado. Me informaron sus padres que, regresando a casa muy tarde la otra noche, un sujeto enmascarado los interceptó. Quería robarles sus pertenencias. Intentaron resistirse, así que él la agredió para desquitarse.

—¡No puede ser!

Mis piernas también flaquearon, como si el impacto hubiese sido para mí. Como si toda una vida de recuerdos de infancia y adolescencia pasasen como un rayo de luz artificial frente a mis ojos.

Después de 20 minutos de expectativa, me permitieron entrar a la habitación donde ella se encontraba inconsciente.

Estaba en cama, con cables conectados a su frágil cuerpo y una gran herida vendada. Sus ojos, que alguna vez fueron marrón chocolate ahora estaban cerrados y una maquina la ayudaba a respirar.

Me acerqué y tomé su mano. Su piel estaba fría, como una solitaria mañana de invierno.

—No, por favor, no me dejes...—expresé, con tan sólo un hilo de voz—

Pero luego, así de súbita como es la existencia humana, la máquina que mencioné antes empezó a hacer unos ruidos extraños. Algo no andaba bien y yo lo sabía. Simplemente no lo quería aceptar.

Las enfermeras fueron entrando una a una, como un fúnebre desfile; sólo que esta vez no era para un certamen de belleza.

Histéricas voces, esta vez reales; que se mezclaban con susurros consternados me hicieron descubrir la siguiente noticia: su corazón ya no latía.

Mi mejor amiga había muerto.