Brooklyn:
En sueños, o en amargos delirios de mi cerebro, vislumbraba a una chica; que era como mi copia.
Dando puñetazos, cuestionándose.
Discerniendo entre si lo que le ocurría era real, o si solamente estaba en su mente.
Jugaba con la soga y el gatillo, pensando que, si ella dejaba este mundo, el dolor en su corazón iba a acabar. Que la presión iba a hacerlo.
No obstante, a veces creo, reflexionándolo ahora; que los que luchamos con este diagnóstico no queremos morir. No somos egoístas, no somos "Drama Queens and Kings", tan sólo queremos que el dolor se acabe.
Y si, por casualidades de la vida no lo hace, deseamos una mano amiga para poder reír en el infierno o sollozar en el paraíso. Deseamos que nos comprendan y que la gente a nuestro alrededor no minimice nuestros problemas.
Para no sucumbir ante los monstruos que guardamos en el closet del alma.
Y para que esa persona que vemos en el espejo, nos devuelva la sonrisa en vez de extendernos el pañuelo para seguir llorando.
Creo que el hecho de vivir con una afección de salud mental, no nos convierte en el "loco de la cuadra".
Son enfermedades, al igual que un malestar físico o un resfriado. ¿Por qué tenemos que catalogar, entonces, a los pacientes como "lunáticos"?
Pues no había vuelto a ir al doctor, el señor Adam. Me había abrumado mucho con medicación y terapia; pensaba que necesitaba un descanso de mí misma ya que nada estaba funcionando. Nada.
Y no quería volver a las sesiones, porque cada vez que lo hacía, lloraba.
El doctor Adam decía que era una respuesta natural ante todos los traumas que tenía, pienso que el principal era el abuso. Aquel encuentro con el joven con manos que danzaban en mi abdomen como una fúnebre coreografía.
También había sufrido acoso escolar el año anterior, pero seguía allí porque quería culminar con éxito mi educación. Y esa es la cuestión: existimos pacientes que, incluso transitando la oscuridad más abrumadora, buscamos nuestra nueva cascada de luz.
Pero muy pocas personas reconocen eso.
No le tengo miedo a la muerte, pero sí a morir sin haber vivido de manera plena.
Extrañaba al doctor Adam y sus consejos. Extrañaba expresar mis pesadillas, sin que nadie me juzgase. Quizá algún día iba a volver a estar en esas cuatro paredes azules donde se leían libros y garabateaban dibujos. Extrañaba encerrarme en un cubículo en el que no fuese llamada loca, y me pudiesen explicar por qué es que el mundo nos trata de esta forma.
Y es que yo creo, que tan sólo somos humanos intentando ser una mejor persona a pesar de nuestra dolencia.
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Sentimientos Sangrientos (Lis Version)
Novela JuvenilEn un Londres aparentemente tranquilo, hay una chica que lidia con voces en su cabeza debido a su exacerbada emotividad y diversos traumas del pasado. Conoce a un chico que, igual que ella, no sabe controlar sus demonios internos en esta lucha que l...