Cuarenta y ocho: Lo que ocurrió después.

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Brooklyn:

Su recuerdo quemaba.

Sus ojos.

Su sonrisa.

Todo lo que él fue, y todo lo que fuimos.

Lloré en mi habitación horas. Días. Años. Se sintió como una horrenda eternidad talada en el pecho.

Pero no iba a recordar cuanto sufrió.

No iba a recordar lo que no fue.

Voy a recordar lo que, entre tanta tristeza, sí fuimos.

Nuestras risas en el baile de fin de curso. Las conversaciones con nuestras madres. Incluso nuestra pelea en el Big Ben.

Porque nosotros habíamos encontrado las estrellas.

Encontramos constelaciones aún en medio de la sangre que brotaba de nuestros brazos y los monstruos que habitaban en nuestro cerebro.

Y así, hicimos que el corazón fuese más fuerte que los retorcidos juegos de nuestra mente.

Por mi parte, iba a seguir jugando con los misterios del universo. Con la inmensidad de la Luna. Para que de esta forma un día, desde uno de esos astros que brillan en lo más alto del cielo, pueda volver a escuchar su risa.

Iba a mantener mi promesa.

No iba a dejar que las lágrimas opacaran mi sonrisa.

Sentimientos Sangrientos (Lis Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora