Brooklyn:
Era una de las faenas más despiadadas de la vida misma. Intentar subsistir con una mente que te atormenta y un cuerpo vacío, mendigando energía para hacer las tareas humanas más simples.
Mi madre era buena, la musa de mis sueños y la persona de mis anhelos, pero a veces tampoco entendía el infierno por el que yo pasaba día tras día, velada tras velada.
Era como si, nada de lo que yo hiciera jamás fuese suficiente. Para ella o para nadie. Para ella o incluso para mí.
Y es que el diablo ya había roído mi alma de la peor manera posible. La desgracia y el dolor lo habían hecho, despojándome de la sobrecogedora energía que se supone debía tener un adolescente.
Yo ya no tenía nada de eso. Iba por la vida buscando algo que me devolviese las ganas de vivirla, las ganas de luchar contra los monstruos que habitaban en mi cabeza, pero tal y como todo en mi existencia, me perseguían los desastres.
No estaba poseída. No le había vendido mi alma a un demonio de la noche. Pero, joder, se sentía bastante de ese modo.
Vivir dentro de mi cabeza y en mi cuerpo, se sentía justamente así.
Con dolores de cabeza que no se aliviaban con el típico analgésico de la farmacia de la esquina, vómitos o si no, mareos repugnantes, dolor y hormigueo en las articulaciones y extremidades del cuerpo, desmayos o sensación de que estoy próxima a uno de éstos, temblores en las manos, punzadas como agujas que te queman el pecho cuando sientes que no puedes respirar más...
Mierda.
¿Y aún con todo esto la sociedad dice que este diagnostico no es una enfermedad? ¿Que se cura sólo pensando en otras cosas y "siguiendo adelante con tu vida"?
Las risas malévolas hacían eco en mis oídos. Siempre que tenía estas crisis, aprovechaban la oportunidad para salir del agujero que habían creado en mi mente para burlarse de mí.
—Imbéciles. —insulté yo mientras me tragaba dos de las cinco píldoras que debía tomar por prescripción del médico. Si las suspendía de golpe, era posible que las alucinaciones empeoraran y me incitaran a hacer cosas que en mi sano juicio jamás consideraría hacer.
Si es que alguna vez estuve sana...
Me dirigí al instituto sin ganas de ver a nadie en particular. Pero quizá, sí buscando una cara conocida.
—¡Hola, Peter! —lo saludé con una sonrisa.
Él desvió la mirada y respondió:
—Déjame en paz, Brooklyn, no quiero hablar con nadie.
Me evitó todo el día.
—Genial. Ahora hasta el chico que se suponía era mi amigo, me está evitando. —deduje mientras salía del plantel al ya acabar todas las horas académicas.
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Sentimientos Sangrientos (Lis Version)
Teen FictionEn un Londres aparentemente tranquilo, hay una chica que lidia con voces en su cabeza debido a su exacerbada emotividad y diversos traumas del pasado. Conoce a un chico que, igual que ella, no sabe controlar sus demonios internos en esta lucha que l...