Brooklyn:
Dos impactos de bala se encontraron con el suelo de mi habitación.
—Tranquila querida, todo estará bien. Ahora estoy aquí, no te preocupes.
Y por primera vez, no eran para dañarme.
Mi salvador, el hombre con el cigarrillo había enfrentado al sujeto de negro que hacía tres noches seguidas me había visitado para atormentarme.
Tan pronto como la luz del sol hizo aparición en mi ventana, entre una nube de humo, el que me reconfortó con unas dulces palabras de aliento desapareció. Ya era de día.
A veces sentía que a través de las lágrimas podía mucho más de lo que las palabras me permitían.
El dolor me estaba consumiendo. A pesar de que tenía a mamá, a ese hombre (aunque viviese sólo en mi mente, por mucho que me doliese) y ahora a Peter, seguía agonizando. No había sanado mis heridas emocionales, pero finalmente estaba avanzando.
Aunque me dijese que no era fuerte.
Aunque me sintiese rota.
Aunque en mi mente habitasen seres lúgubres, con rostros infantiles y dulces voces.
—Brooklyn, ¡es hora de jugar! —decían.
Y trepaban por las paredes.
Aunque sonreían, lograba identificar esos ojos afligidos. Comprendía que intentaban decirme algo.
—Ven con nosotros a un lugar donde nada te dolerá nunca más...
Una noche, una de ellos se acercó a mi cama: era una niña de cabellos rojizos y vestimenta inmaculada. Tenía la voz más dulce que jamás había escuchado.
Se aferró a mí como un escudo que la protegía de todo mal.
—Ven conmigo y nunca me dejes sola.
—Pero, pequeña, ¿a dónde me quieres llegar?
—Al lugar donde vivo.
Me contó que habitaba en un mundo donde las nubes los rodeaban y que un chico vestido de blanco les prometió que nunca los abandonaría.
—Este mundo te quiere dañar, Brooklyn. —me dijo— Su sociedad te dejará en pedazos.
Durante esa velada, donde visité su mundo, sentí una paz inexplicable en el alma.
Por primera vez, en mi existir había paz.
Salté de nube en nube.
Me dieron un hermoso vestido, que combinaba con los colores del atardecer; el que pude disfrutar junto a todos esos niños.
Por un momento, no hubo voces.
Por un momento, no hubo sangre.
Por un momento, no deseé tener un cerebro completamente sano.
Porque por un momento, tener el mío fue más que suficiente.
También conversé con el muchacho vestido de blanco.
—No lo sé, a veces siento como si no fuese suficiente. —le confesé.
—Creo recordar, que hay alguien aquí arriba, para quien tú siempre serás suficiente.
—Lo siento, joven, pero a veces pienso que no creo en esas cosas, ¿sabes?
—Pero aun así alguien en la tierra dijo que, a pesar de no ser la persona más religiosa del mundo, seguía creyendo en las coincidencias y cosas buenas que le enviaba Dios, ¿no?
—No dije exactamente eso. —dije, entre risas.
—Me gusta parafrasear lo que llega a mis oídos.
Y con otra de sus sonrisas, un polvo de nube me envolvió y desperté en mi cama de nuevo, por primera vez en mucho tiempo, en plenitud.
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Sentimientos Sangrientos (Lis Version)
Teen FictionEn un Londres aparentemente tranquilo, hay una chica que lidia con voces en su cabeza debido a su exacerbada emotividad y diversos traumas del pasado. Conoce a un chico que, igual que ella, no sabe controlar sus demonios internos en esta lucha que l...