Peter:
Caminaba por las aceras solitarias, con una ira que me consumía por completo. Apreciaba los colores de un atardecer entristecido, entre púrpura y naranja.
La casa de George quedaba a las afueras de la ciudad. Era un sitio que se parecía más a los aposentos de una bruja, rodeado de plantas y enredaderas que se le adherían a las paredes junto con pintura envejecida, que a una residencia común y corriente.
—¡Abre la puerta! —exclamaba, azotando las mismas puertas de madera astillada que me daban la bienvenida.
Golpeé y golpeé, hasta que salieron heridas en mis nudillos.
—Hola, Peter. —saludó George, sin inmutarse— Sólo mira en lo que te has convertido: un asesino como tu padre.
—¡Silencio!
Descargué mi rabia con él en forma de golpes e insultos, pero era como si no sintiese dolor.
—¡No importa cuánto me golpees! ¡Lo supiste todo este tiempo, Peter! ¡No es mi culpa que te hayas enamorado de esa perdedora!
Yo la defendí diciendo:
—¡No te atrevas a llamarla así!
Le disparé sin pensarlo.
Pero...Las balas lo atravesaron.
—Sabes que no puedo morir, Peter. —explicó con tranquilidad mientras una sonrisa demencial le decoraba el rostro—
—¡Sólo quería verificar si te quedaba algo de humanidad, imbécil! —grité, enfrentándolo con desdén.
—Tranquilo, Peter. Mira cómo te has lastimado, siéntate.
—¿Ahora me quieres ayudar? ¿Después de que sabes lo que va a ocurrir?
De esta forma, luego de pronunciar estas palabras, y mientras se masajeaba las sienes en señal de frustración; reconoció:
—A ver, aclaremos algo: tú no me importas. Sólo hago lo que debo: refrescarte la memoria. Yo te avisaré cuando llegue la hora.
...
Así, mientras las estrellas me acompañaban en el duelo que sentía, llegué a casa. Mi madre dormía. Dejé el arma en donde la había encontrado, pues lo que más anhelaba era tener el poder de borrar.
Sí, borrar. Eliminar todos los recuerdos que me habían llevado hasta ese punto. Que me habían convertido en lo que era ahora. Volver a poseer esos ojos oceánicos. Que la felicidad de mi madre volviese y se quedase conmigo para siempre. Que ya no tuviese que vislumbrar esas ojeras, el alrededor de sus ojos enrojecido...
Borrar todo y empezar desde cero. Decirle que lo lamentaba, pero que estaba listo para empezar de nuevo e ir a perdernos entre un prado de tulipanes blancos mientras cazábamos mariposas. Porque si bien yo no había sido el hijo perfecto, podía intentar ser el mejor ahora, para ella, para nuestra pequeña familia de dos. ¿Y qué si ella volvía a encontrar el amor? ¿Qué pasaba si el fantasma de mi padre se esfumaba por completo y al fin, después de tanto tiempo teníamos paz?
Y es que tú, mamá, tú eres mi nuevo sueño. Mi pasado no importa si en tu presente está tu estabilidad, un nuevo comienzo y tal vez...El océano que reposa en mis ojos.
Lamento haberlo entendido tan tarde.
—Así que, ¿considerando eso de nuevo, ¿no?
El chico amo de los precipicios volcánicos aparecía de nuevo, frente a mí.
—Los pensamientos son como el veneno más letal. Si me quedo a solas con ellos, moriré en un instante.
Se fue acercando más a mí.
Siempre me sentía observado por lo que habitaba en las sombras, pero ahora mucho más.
—¿Qué pasará con la de ojos cuan naturaleza? ¿La dejarás? —preguntó, inquisitivo.
—No puedo hacerlo. No puedo dejarla.
—Entonces haz algo, Peter. —recomendó él.
Y por primera vez en mi vida, le haría caso a algo que tan sólo mi mente había creado.
De esta manera, mientras una fuerte migraña azotaba mi cabeza, el chico de cabello besado por el sol se esfumó en un instante y yo me quedé solo una vez más.
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Sentimientos Sangrientos (Lis Version)
Roman pour AdolescentsEn un Londres aparentemente tranquilo, hay una chica que lidia con voces en su cabeza debido a su exacerbada emotividad y diversos traumas del pasado. Conoce a un chico que, igual que ella, no sabe controlar sus demonios internos en esta lucha que l...