Peter:
En otra de las noches donde me gustaba conversar con la luna, con lo incierto de los astros y la inmensidad del firmamento, había otro ser que deseaba conversar; a pesar de que yo quería mandarlo a pudrirse de donde vino y que me dejase vivir mi sufrimiento en paz.
Era enfermizo la algarabía con la que me hablaba, como si no sintiese que también yo me estaba destrozando por dentro.
—¡Hola, Peter! —exclamó alegremente con una sonrisa demencial— Hoy vengo a llevarte a un lugar ruin, igual que tú.
Y con un chasquido de sus dedos, abrió un portal.
Yo ya me estaba haciendo una idea de lo que vendría, pero el admitirlo me suponía tal agonía que simplemente me negaba diciendo:
—¡No, por favor! ¡No quiero ir allí!
Pero al de cabello besado por el sol no le importaba nada, pues, con una risa cínica tan sólo me levantó con un movimiento de sus manos hasta que quedé suspendido en el aire.
—Oh, créeme Peter, sí vas a venir y lo sabes...—anunció, triunfante.
Luego de estas palabras, empecé a sentir una presión inexplicable en el pecho. Se mezclaba con punzadas de dolor en esa zona, pero al dirigir mis ojos allí, mi torso sólo cubierto con una camiseta de tela fina blanca, estaba empapada de sudor; pero en perfecto estado. No había ni rasguños ni cortes que justificaran de dónde venía un dolor tan despiadado.
Y así sucedía incontables veces, el dolor tan malsano iba y venía, así que tan sólo me rendí. Cerré mis ojos apaciblemente y dejé de resistirme.
Desperté sobre un abismo oscuro, un precipicio por donde se arrastraban almas en pena y otros seres que no sabría describir muy bien. Si ya estaba en el más allá, era mejor no saberlo.
Algunos cuerpos tenían sangre aun goteándoles de las heridas y machando el suelo hecho de rocas volcánicas que conducían a la cúspide de una montaña, todos se dirigían allá haciendo una muchedumbre de dolor y sueños quebrados por una oportunidad que no se les fue dada.
Escuché una voz que me llamaba:
—¿Lo ves, bueno para nada? —el rubio estaba allí, en donde se creaba la multitud, como soberano del lugar.
Ya se había alejado de las sombras y sus ojos rojos como la sangre que hasta hace momentos fluía por mis venas, al fin estaban al descubierto. Sin ataduras, sin máscaras, sin penumbra que lo resguardara. Sólo una mirada perversa que aún escondía muchas cosas.
—Al fin logras verme, Peter. Ves todo lo que soy y lo que siempre seré.
De esta forma, se elevó en el aire y todas aquellas almas y cuerpos que se perdieron buscando una respuesta, sostuvieron en sus manos otro cuerpo sin vida. Era el mío.
Todo se sumió en una fusión de dos colores: rojo y blanco. El rojo simbolizaba la sangre que a pesar de la agonía e injusticias fuera de mi mente, me mantenía vivo. Y el blanco, era el símbolo de la paz que tanto añoraba.
Y que con mucho dolor admitía, había perdido entre danzas demenciales buscando el compás de una dulce canción.
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Sentimientos Sangrientos (Lis Version)
Teen FictionEn un Londres aparentemente tranquilo, hay una chica que lidia con voces en su cabeza debido a su exacerbada emotividad y diversos traumas del pasado. Conoce a un chico que, igual que ella, no sabe controlar sus demonios internos en esta lucha que l...