Cap.40🍭

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Sungie jugueteaba en el jardín, mirando como Felix sacaba de la canasta unos pastelitos que San y el sacerdote habían enviado.

Olían muy bien, quizá podría tomar uno sin que nadie eche de menos el pastelito.

-¿Aquí vives entonces Sungie? Wow, linda casa, no creí que la dirección que me había dado San y el sacerdote era de tu casa. En fin, Aquí están las cosas y ya me voy.

-No Lix Lix ¿Jugar con Sungie un rato? Alfitas ocupados y Sungie solito. -El tierno Omega hizo un puchero y Lix no supo por qué aquello le daba mucha ternura.

El castaño miraba a Sungie sin saber qué hacer, lo habían enviado a dejar esas cosas porque como seminarista debía encargarse de servir a la comunidad. Pensó que lo pondrían a hacer otras cosas, pero le dejaron lo más sencillo. Se encogió de hombros y se dejó caer al césped con Sungie. ¿No iba a pasar nada si se quedaba un rato más cierto?

-¿Y qué haces Sungie? -Preguntó curioso.

Sungie tenía un montoncito de hojitas, piedritas, y ramitas hechas una montañita sobre el césped.

-Casita para oruguita. -Sungie señaló una oruga que tenía en un vasito de cristal.

-Oh... OK.

Sungie siguió en lo suyo mientras ahora cortaba florecitas. Felix también comenzó a cortar flores de colores.

-¿Sungie puede saber por que amigo Lix no usar su olor de Omega?

El rubio habló de lo más natural del mundo, cosa que a Felix no le pareció como si lo presionaran a hablar. Se sintió muy cómodo así que simplemente respondió.

-Mmm pues supongo que si puedes saber. -Felix suspiró. -Desde que nací mi padre dijo que sería un Alfa, un grande e imponente Alfa, incluso alardeaba con toda la familia y todos sus amigos que yo iba a ser un gran Alfa como él. Cuando me presente fui un Omega algo que mi padre catalogaba como un insulto en la familia, los Omegas solo sirven para procrear, para servir a su Alfa y estar en casa y verse lindos. Según él. Me asusté cuando supe que era un Omega entonces decidí ocultarle a él y a todo el mundo que soy un omega.

Sungie seguía haciendo aquella montañita de hojitas y asintió.

-¿Entonces Lix Lix tiene miedo a papá?

-Podría decirse que le temo a su reacción, a su rechazo. Pero, en fin, cuando comencé a usar las feromonas de Alfa para ocultar mi olor se le metió que debía también comprometerme con una buena omega de familia de prestigio, así que le volví a mentir diciéndole que yo quería ser sacerdote y me metí a estudiar con los seminaristas. Si se enojó pero luego recapacitó porque al menos dijo que podía dejarme a cargo de su empresa solo por el hecho de ser Alfa.

-¿Pero Lix Lix no quiere Alfa?

Felix se quedó un momento pensativo, nunca se había puesto a pensar si quería un día a un Alfa incluso tampoco pensaba si tenía a un Alfa destinado. No sé preocupaba por esas cosas porque siempre estaba pensando en cómo ocultar su verdadera casta ante su padre y su familia.

En su familia, la Familia Lee el cómo se viera frente a la sociedad era muy importante, el status social, su puesto de trabajo y el linaje y rango eran muy importantes. Felix siempre estaba bajo presión, entregándole a su padre las mejores notas, los mejores proyectos y lo mejor de sí porque si no era así no valía la pena. Así que tuvo mucho miedo de cómo serían las cosas si su padre se enteraba que era un Omega. ¿Qué pasaría si un día llega con un Alfa?

-Nunca he pensado en una pareja Sungie, quizá no esté en mi destino, quizá es mejor ser un sacerdote.

-A Sungie gusta Lix como Omega. -Respondió el rubio sacando a la oruguita del vaso de cristal con una ramita y dejándolo en su nueva casita.

-Oh... pues gracias, tu me agradas eres el primer amigo real que tengo.

El rubiecito sonrió y se acercó a Felix para darle un abrazo y Felix le Correspondió porque los abrazos de Sungie eran tan tiernos y sinceros que de una manera les llenaba el alma.

Los pasos de alguien hicieron voltear a ver a los Omegas. Era Lee know quién caminaba hacia ellos.

-Oh, viene tu Alfa. -Felix se levantó tan rápido como sus piernas le permitieron. -Adiós Sungie cuídate.

-Adiós Lix, Sungie verte después.

-Umm supongo. -Respondió y se fue de ahí rápido, la última vez Minho lo había asustado mucho.

Sungie se levantó también para ir hasta su Alfita, habían estado ocupados esa mañana que Sungie solo había podido desayunar con ellos y luego se metieron en su oficina a trabajar. La ausencia seguida de su asistente en estado les estaba afectando un poco, pero ellos eran muy responsables y nunca les había importado si tenían un poco más de trabajo.

Aunque habían hablado seriamente ya que si eso implicaba dejar solo a su Omega por mucho tiempo debían contratar a alguien quien tomase el lugar de su asistente por un tiempo.

La bolita rubia se le fue para encima y lo hizo tambalear y caer hacia atrás sobre el césped, Sungie rápido se subió sobre Lee know para besarlo por todos lados.

El Alfa arrugó un poco su nariz por el olor de Felix y aunque sabían ya que no era un verdadero Alfa, las feromonas que usaba si lo eran y les desagradaba, así que dejo salir de las suyas para envolver a Sungie con ellas.

-Mi Algodoncito de Azúcar precioso.

-Sungie extrañaba a Alfitas.

Lee know sonrió, tenían a Sungie muy mimado y tan acostumbrado a ellos que cuando le dijeron que debían trabajar un momento había hecho un berrinche. Se calmó cuando le dijeron que lo iban a compensar después con muchos mimos.

-Ya acabamos bebé, ahora la tarde es para ti.

Sungie brincó de la alegría y volvió a besarlo ahora en los labios permitiéndole al Alfa adentrar su lengua y jugar con la suya. Sungie ahora sabía besar bastante bien.

Las manos de Lee know acariciaban a su Omega por la espalda y su cintura, el pequeño Sungie podía ser muy tierno pero su cuerpo podía fácilmente decir todo lo contrario.

-¿Qué te parece si vemos una película bebé? -Habló por fin soltado a Sungie.

-¡Siii Sungie ver Grinch!

-¿Grinch? Tienes a uno propio en casa que se llama Minho bebé ¿no te cansas de verlo?

Sungie soltó una carcajada justo cuando otras manos lo tomaron de la cintura y lo levantaron.

-¿A quién llaman Grinch? -Espetó besando a su lindo omega en la nariz.

-A Chocolatito. -Sungie respondió sin más. -Pero Chocolatito más lindo que Grinch.

-Gracias me halagas bebé, ven vamos a ver a ese Grich que para nada es como yo.

Lee know soltó una risita mientras caminaban juntos hacia adentro, hicieron el espacio con cojines sobre la alfombra y mantas mientras Nana les preparaba palomitas y golosinas.

Se pasaron la tarde con Sungie viendo películas y dándole mimos al omega.

-Amo Alfitas. -Susurró cerca del oído a ambos.

-También te amamos mucho bebé. -Respondió Minho.

Lee know se acercó para darle un besito, pero Sungie les tomó a ambos a la vez y buscó sus labios al mismo tiempo. Los alfas solo se dejaban guiar por lo que Sungie hacía porque lo complacían en todo.

Dos lenguas jugaban con la de Sungie y el omega disfrutaba aquello era una sensación de doble satisfacción además de las caricias que los dos Alfas le dejaban por todo su cuerpo.

El Grinch se había quedado olvidado en la TV, habían cosas más importantes que hacer en ese momento.

El Bebe De Los Alfas LeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora