HATHOR

Capítulo 41

Hathor:

Veo cómo deja las flores justo en medio y vuelve a mi lado.

—¿Crees que nos escucha? —pregunto suave.

—Quiero creer que cuando queremos que lo haga, lo hace —responde de la misma manera.

—¿Cómo si estuviese aquí?

—Sí...

Hay un silencio. Vuelvo a preguntar.

—¿Crees que nos extraña?

—Creo que vivió lo que le tocaba vivir... creo que fue la forma más hermosa y dolorosa que tuvo la vida para enseñarnos que no podemos tenerlo todo en la vida... —frunzo el ceño.

—Podría haber encontrado otra forma.

—Pensaba lo mismo —dice con una suave sonrisa—, pero no, no la había. Era esta la única forma para realmente entenderlo.

—¿Hace falta tanto dolor para aprender? —pregunto irónica.

—Muchas veces chocamos y chocamos, pero ahí seguimos, cegados en nuestro pensamiento. Y entonces necesitamos sentir que nos arrancan el corazón sin anestesia y dejándonos desangrando en el suelo para aprender eso que estábamos negado a aceptar.

Me quedo pensando en ello. En sus palabras. Sé que tiene razón. Pero duele aceptarlo.

—Es la primera vez que hablas de esto conmigo —voltea a verme, yo sigo con mi vista fija en las flores.

—¿De Ane? —asiento—. Porque antes no quería aceptar lo que había sucedido.

—No, me refiero desde que lo aceptaste —me corrijo y ella hace una pausa.

—Pues porque tú no querías aceptar lo que había sucedido... —dice casi en un susurro.

—Sí lo había aceptado... —susurro sabiendo que no es cierto.

—No, Hati, no lo habías hecho —dice negando con la cabeza sonriendo—. Simplemente te encerraste en el enojo del conductor que lo provocó. Pero no aceptaste el fallecimiento de Ane, su partida.

Otra vez. Tiene razón.

Y me sincero.

—Dolía más recordar las risas que la misma noche del accidente.

—Lo sé, siempre duelen más esos momentos. Porque uno quisiera ver a esa persona y revivir esos momentos, pero sabe que no puede.

No digo nada. Es precisamente por eso que me costó tanto aceptarlo. Es por eso que aun lloraba por las noches recordándolo. Es por eso que mi pecho se comprime lleno de dolor.

—Fue un show hermoso... fueron canciones hermosas... —dice de repente.

—No sabía que ibas a ir.

—No quise decirte.

—¿Por qué? —pregunto, confusa.

—Porque no quería que no cantes esas canciones —volteo a verla con el ceño fruncido y ella me mira.

—Yo no...

—No me niegues que, si sabías que iba, no las ibas a quitar de la lista —me interrumpe elevando una ceja.

Cierro la boca, sin poder retrucarle nada. Y termino bufando, haciéndola reír con suavidad.

—Pero, ¿cómo sabías que las iba a cantar? —pregunto dándome cuenta que era una sorpresa.

—Tu madre.

—¿Y mi madre cómo...?

—Aria.

—Ah —termino diciendo al encontrarle el sentido y la lógica.