Capítulo 6

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Mayo, 2022

Miro el conjunto y dudo mirándome al espejo. Estamos todos los de la banda confirmando maquillaje, peinado y ropa para el estadio y hacer las fotos. Pero me quedo viéndome al espejo en ropa interior.

Por mucho tiempo me costó aceptar ciertas partes de mi cuerpo. Mi madre y mi tía cuando eran jóvenes modelaron para pagar su carrera universitaria, y me pasaron algunos buenos atributos. Pero nadie habla de las partes negativas de ellos.

Cuando era más chica me molestaban al tener más pechos, ya que me crecieron antes. Me molestaban por tener que utilizar brasier. Cuando las burlas pasaron a ser halagos, en mi cabeza se repetía que deseaba tener menos.

Luego mis piernas se agrandaron y fue el siguiente conflicto que tuve una vez acepté el tamaño de mis pechos.

Miraba a las mujeres que tenían esas piernas de modelo, largas y finas, y luego veía las mías con muslos grandes. Las odié mucho tiempo, principalmente cuando las parejas de Matthew se paseaban con sus delgadas y perfectas piernas por los lugares.

Me vivía comparando con ellas. Día y noche pensando en qué podía cambiar para ser como ellas.

Y terminaba haciéndome masajes raros, ejercicios, dietas. Todo para querer parecerme a otras, olvidándome de parecerme a mí.

Me perdía por querer ser como las demás.

Por suerte, después de un arduo trabajo, pude amigarme con mi cuerpo. Pero a veces uno recae, tropieza. Como yo ahora, que miro mis piernas y me pregunto qué pasaría si fuesen más delgadas, más estéticas.

Quizás él dejaría de dudar si quiere o no quiere estar conmigo...

Quizás no se podría resistir tanto...

Trato de quitar esos pensamientos mientras sacudo la cabeza y sigo cambiándome, pero a veces es inevitable.

Porque la mente es más poderosa que cualquier cosa. Y también es la más dañina para uno mismo. Puede ser tu hombro de apoyo y seguridad, o el cuchillo que se te clava en el pecho sin previo aviso.

—¿Hat, ya estás? —pregunta Julián detrás de la puerta.

—Ya salgo —digo suspirando y terminando de cambiarme.

Cuando salgo, los tres están siendo arreglados. A mí, al igual que a ellos, me llevan para maquillarme.

—Lamento lo del otro día —digo viendo que es la rubia de la pelea anterior.

—No fue tu culpa, no te preocupes —no digo más nada y cierro los ojos para que comience.

—Hat —siento que Romeo me llama, está a mi lado.

—Dime —digo con los ojos cerrados.

—¿Por qué no vi a tu hombre de seguridad? —por unos segundos no respondo.

Julián ya nos designó a nuestra seguridad personal. Cada uno tiene a alguien que lo cuida cuando vamos por la calle.

El mío se llama Ray, es simpático y juro que intente sentirme cómoda con el hecho de que me siga, pero no pude tanto.

Por lo que muchas veces le digo que estoy bien y que no me siga.

—No hizo falta hoy —digo tratando de dar mi mejor defensa para que él no me rete—, porque sólo me subí al auto, vine aquí y de aquí vuelvo a mi casa.

Cuando puedo abrir los ojos, lo miro a través del espejo y asiente, un poco dudoso.

—Está bien, pero igual puede pasarte algo, así que no te lo tomes a la ligera.

HATHORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora