Los nervios son totales y desenfrenados. Los gritos envuelven mis oídos. Las manos me tiemblan y repaso la letra de las canciones en mi mente, obligándome a no olvidarme de nada.
¿Y si me olvido la letra? ¿Y si al público no le gusta?
Respiro hondo e intento calmarme.
Me miro en el espejo de mi camerino. Pelo suelto, maquillaje negro con brillos que acentúan mis ojos, rubor suave porque sé que me pondré colorada por el calor del momento. Labios rojos mate que combinan con mis uñas rojas.
Llevo una pollera tubo negra de cuero que tiene cadenas plateadas a los lados, unas botas largas hasta debajo de las rodillas con tacón cómodo al no ser tan alto, una camisa blanca con los botones de arriba desabrochados para que se vea un corpiño negro de encaje precioso.
Mi collar de serpiente, mis pulseras y anillos de siempre, llevo aritos de serpiente también que los amo.
Me gusta cómo me veo, realmente, pero por alguna razón tiemblo y trato de ver si tengo algo mal.
¿Realmente me veo bien? ¿Y si me cambio la camisa?
No, creo que está bien.
La pollera, es la pollera que debo cambiar.
O no, se ve bien y es cómoda.
Me muevo por el camerino, me agacho y salto para saber si todo es cómodo y nada se mueve. Todo sigue en su lugar.
Tomo mi botella de agua y bebo tratando de calmarme. Pero sigo temblando. Escucho que golpean mi puerta y los nervios aumentan pensando que ya debo salir.
—Pase —digo con la voz temblorosa, pero para mi sorpresa, Matthew es el que entra.
—¿Nerviosa? —pregunta entrando, asiento mientras sigo caminando por el camerino—. Todo va a salir bien —me intenta tranquilizar, cuando lo miro, tiene una rosa en su mano que me hace sonreír.
—Es lindo que le des una flor a Aria en este día —él sonríe y mira la flor.
—Sí, también le di a ella, pero esta es para ti.
Iba a volver a tomar agua, pero la botella se queda a medio camino por la sorpresa.
—¿Para mí? —asiente—. ¿Por qué?
—Para disculparme —ahora lo veo muy confusa—. Por el planteo absurdo que te hice en tu casa la semana pasada —hace una mueca y recuerdo lo que los nervios me habían hecho olvidar.
—Está bien... no pasa nada...
—Sí pasa —dice acercándose a mí y entregándome la rosa—. Lo siento, fui un idiota.
Sonrío tomándola y voy hacia el escritorio para dejarla en un vaso con agua.
—Perdonado si me dices por qué fue ese desplante —pienso que va a decirme algo como que me protege o alguno de sus clásicos comentarios.
—Por celos.
Me quedo sumamente quieta, mirando la rosa en el vaso, sin levantar la mirada. Completamente asombrada de su sinceridad repentina.
Siento su calor corporal chocar con mi espalda y volteo para verlo, él me mira a los ojos y sonríe.
—¿Qué dijiste? —pregunto al pensar que quizás me imaginé su respuesta.
—Que fue por celos —jadeo y me sonríe más—. ¿Qué? ¿No pensabas que iba a decir eso?
—Para nada —digo aun un poco sorprendida—. Pensé que ibas a decir lo que siempre dices de la familia, de Aria, de protección y bla bla bla.
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HATHOR
RomanceQuizás no muchos escucharon la historia de Hathor. Una historia de amor y serpientes. Hathor, de origen egipcio, quiere decir "Diosa del Amor y la Sabiduría". Una mujer preciosa, nacida para liderar. Nacida para enamorar a quienes la vieran a los oj...