Prólogo

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Antes de presentarme, voy a contarles una pequeña historia...


Una vez nació una niña a la que nombraron Hathor, como la Diosa Egipcia del Amor y la Sabiduría.

A Hathor no le gustaba San Valentín, prefería al Dios Cupido. Que cuando te hiere el corazón, no hay manera de escapar del flechazo.


Irónico ¿No?

Nos enamoramos perdidamente al ser heridos por una flecha.

Soy fiel creyente de que todos en algún momento pasamos por ese amor que te hiere y aun así sigues con el corazón palpitante de cariño.

Y si aún no lo pasaste, seguro lo harás.


Hathor le hacía honor a su nombre con su carácter de líder y su porte de confianza. Además, tenía una serpiente como mascota.

Un día, el dios Cupido hizo de las suyas, y lanzó una flecha que fue a clavarse en su pecho.

A pocos pasos de Hathor, estaba un muchacho altísimo y rubio.

Ella tenía a su serpiente dentro de una bolsa de cuero, para que no se le escapara, pues aun siendo inofensiva y amaestrada, no quería asustar a la gente. Tan sujeta la tenía que no pensó que se le pudiera escurrir, cosa que hizo en un descuido de Hathor, y asustada, la serpiente saltó y serpenteó entre la multitud, produciendo situaciones de pánico.

El chico rubio, recogedor de serpientes y profesor de Biología, se lanzó sobre esta, y tomándola con suavidad por la cola, la depositó en las manos de nuestra protagonista, que se quedó mirándolo hipnotizada.

Por ahí, pasó Cupido lanzando flechas.

Una de ellas le dio a la egipcia en pleno corazón. Otra le dio al recogedor de serpientes. Y pronto, se casaron.


Nos podemos imaginar que fueron felices, con sus mascotas serpientes y que tuvieron hijos en una bella casa.

Pero la realidad es mucho más trivial. Los finales felices sólo se dan cuando las personas son capaces de amar incluso en los momentos duros.

Ellos no lo eran, sino escurridizos y venenosos como los reptiles que amaban y su relación fue intensa, pero no tan feliz como desearon. Al contrario, fueron muy infelices.


Su vida se tornó pronto en un sinsentido. Él llevaba a su casa a diferentes alumnas a las que seducía mientras observaban a su serpiente. Y ella conseguía dinero como podía para cumplirse los lujos que su marido no le daba.

Cada uno por su lado, ninguno era feliz.

Un día, Hathor fue a un Congreso de Reptilogía, donde conoció a un australiano, dueño de un famoso restaurante. Hicieron buena amistad, a pesar de provenir de distintas partes del planeta.


Pero el destino, igual que Cupido, es juguetón. Y, a veces, demasiado cruel.


Ella lo invitó unos días a su ciudad donde conoció a su marido y los tres pasaron juntos momentos tan inolvidables como los primeros días de amor de la pareja. Parecía como si Cupido volviera a hacer de las buenas.

Al quinto día, al levantarse, Hathor descubrió pegada con un imán a la heladera una nota que decía así:

"Nuestra querida: Hemos descubierto una atracción serpenteante, sinuosa y con altibajos, el uno por el otro. Intentando afianzarla, te dejamos todas nuestras posesiones materiales. Un beso."

Y nunca los volvió a ver.


Luego de esa pequeña leyenda.

Me presento.

Soy Hathor.

Una Hathor diferente. En una época diferente.

Una que espera que su historia también sea diferente.

Pero supongo que eso lo comprobaremos juntos...






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Ya es mi mantra, así que voy a decirlo. 

Vengo a escribir lo que no tengo: Romance.

En fin, bienvenidos a esta nueva historia, gracias por leer, los quiero mucho mucho.

Voten, comenten y (si quieren) síganme en mis redes.

AVISO: Contiene escenas de violencia, sexuales medianamente explícitas, lenguaje vulgar y actitudes feas que no deberían tener o permitir en sus vidas.

Gracias, los tkm mis corazones.

Blu <3

HATHORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora