Epílogo

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Noviembre, 2026

La música, las conversaciones, los flashes y las cámaras invaden todo el enorme lugar. Mi vestido azul con suaves brillos es acompañado con mis tacones y mi pelo recogido. Luego de posar frente a las cámaras, me acerco a uno de los periodistas.

—¿Cómo te encuentras esta noche, Hathor?

—¿Cómo puedo estar? —pregunto con una gran sonrisa—. Feliz, obviamente.

—¿Alguna vez creíste que iban a llamar a Snake para hacer la música principal de esta película?

Hace varios meses nos llamaron para hacer la mayoría de las canciones que entrarían en esta película que es esperada hace mucho, utilizaron algunas de las que ya teníamos y nos pidieron crear otras.

Hoy es el estreno, vamos a verla todos juntos luego de la alfombra con todos los actores y actrices reconocidos mundialmente. Es una saga de películas muy famosas, por lo que fue mucha presión, tanto personal, como social.

—No, jamás —digo riendo suave—. Si bien algunos amigos son muy fans de esta saga, no creí que encajaríamos con su soundtrack.

—Bueno, pero al hacer la música saben al menos un poco de qué va esta película... —asiento con la cabeza.

—Claro, si bien ahora vamos a verla todos juntos, logramos entender a dónde querían ir con nuestro estilo de música y con lo que sucede en esta película.

—Pasaron dos años y medio de la presentación de su último álbum, te sucedieron muchas cosas en ese tiempo...

Levanto las cejas y asiento.

—Demasiado.

—Todos recordamos esa noche que debería haber sido feliz, pero terminó de una forma muy trágica... y el juicio posterior en donde inculparon al fan... —lo dice sutil, como si no quisiera incomodar.

Todos sabemos a qué se refiere. No incomoda, duele.

Una punzada en el pecho junto a un escalofrío por mi columna recorre mi cuerpo. Recordando cómo terminó esa noche. Esa trágica y terrible noche.

Me costó mucho, mucho tiempo, poder superar lo que sucedió. Lloraba por las noches; fingía de día; no podía cantar; no podía componer, me faltaba mi musa; no dormía porque tenía pesadillas; no salía a la calle. Mi vida se apagó.

Por el miedo. Por el dolor.

Dolor de perder a la persona que más amaba cuando la acababa de recuperar. En tan sólo minutos. Sólo segundos de descuido.

No podía aceptar las cosas que estaban pasando. No quería.

—Sí... fue algo difícil.

—Desapareciste por mucho tiempo.

—No es fácil superar lo que sucedió —asiente, comprendiendo.

—Supongo que para ninguno fue fácil, ¿no?

No respondo yo, no llego, porque otra persona se coloca a mi lado tomándome por la cintura y sacándome una sonrisa al reconocerlo sólo con su toque suave, pero firme.

—Claro que no fue fácil seguir adelante, pero lo hicimos —el periodista vuelve a sonreír más tranquilo—. Principalmente sabiendo que esa persona fue condenada con el tiempo que merecía.

—Fue un gran susto el que vivieron —dice el periodista mirándome—. Por todos los portales salía que habías fallecido.

Eros ríe y, aunque un poco sigue doliendo en el fondo al recordar esa noche y lo que se decía, también río con suavidad.

HATHORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora