Tori Rusell, una química cosmetóloga en crecimiento, se entera en la noche de su boda, que su esposo la estaba engañando con su hermana menor, así que huye de la recepción, y en medio de su escape sufre un accidente que la lleva a la casa de un ele...
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Tori
En realidad estoy en peligro, ese hombre es completamente un loco, no solo está loco, es un maniático está obsesionado conmigo. Quiere obligarme a casarme con él.
Ahora, estoy en esta habitación completamente rosa. ¡Jesús! ¿porque todo es rosa? me pone tan nerviosa porque hasta la puerta es de ese color, y está cerrada con llave.
Camino, sintiéndome completamente desesperada, jaló mi cabello, miro mis pies descalzos en la suavidad de la alfombra, y se que igual no dormiré. ¿Y si ese hombre entra durante la madrugada y me viola? me dijo que solamente saldría de esa casa si me casaba con él, ¿está loco? ¿Qué mierda le pasa? en verdad, está completamente loco.
Pase el resto de la noche sin poder dormir dando vueltas en esa habitación revisando la ropa en el coset, en el baño, buscando la manera de salir de esa habitación y no, no podía, las ventanas estaban como selladas, ninguna abría y si decidía salir por la puerta, si la lograba abrir claro, me enfrentas a los hombre de seguridad que estaban armados, el mismo me lo dijo.
Con la llegada del otro día y la luz del sol entrando por la frágil tela de la cortina, la puerta se abre y entra él el hombre loco; viene igualmente vestido hoy, pero con un pantalón negro con chaleco gris y una corbata de juego, como una camisa blanca remangada; las venas de sus brazos se marcaban de una maneran tan sexy.
¡Ya basta Tori! en verdad que eres una zorra loca.
Se nota que se acababa de tomar una ducha, aún su cabello estaba húmedo. Me miró con sus ojos azules como hielo, su mandíbula cuadrada demasiado relajada y su andar del rey del mundo.
Lo odio.
— Buenos días Tori — dice con esa estúpida y molesta voz gruesa y autoritaria.
No le respondo, ni siquiera lo quiero ver. Estoy sentada con la espalda apoyada a la espalda de la cama, con brazos cruzados sobre mi pecho.
— Veo que no son muy buenos días, hoy tampoco — habla y me mantengo callada y atenta.
Siento que se acerca un poco más a mí y me muevo incómoda.
— Prepararon un rico desayuno para ti. Espero te guste, por favor acompáñame — habla como si fuera una orden.
No habría bajado, pero tengo mucha hambre. El día de ayer fue una locura, pasé todo el día encerrada y bote la comida que me llevaban en una bandeja al lugar donde me tienen retenida. Pero ahora no aguanto el hambre, mi estómago gruñe y lo peor es que lo hace delante de él; así que me levanto, con mis brazos cruzados y camino rodeándolo, ignorando su existencia.
— Bien — habla — Creo que la pequeña Tori tampoco está de buen humor — parece que se burlara de mi.
Lo miro de reojo con rabia y caminó frente a la puerta, está a unos pasos de mí puedo sentirlo con su sombra y noto que inclina la cabeza.