Tori Rusell, una química cosmetóloga en crecimiento, se entera en la noche de su boda, que su esposo la estaba engañando con su hermana menor, así que huye de la recepción, y en medio de su escape sufre un accidente que la lleva a la casa de un ele...
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No me considero una mujer materialista, no soy ese tipo, pero al ver los pendientes y lo hermosos que son, pensé, que nunca nadie, ni siquiera un hombre me habían dado algo tan valioso y bello.
Solo Artem.
De hecho, él ha sido el primero en muchas cosas, no recuerdo que nadie se haya interesado en mí con tal adoración como él. Que me llevara en sus brazos en todo el camino a la habitación porque mis pies me dolían, que se haya dedicado querer que sea alguien conocido e importante, que mis productos sean vistos, no puedo quejarme, tendría que ser idiota, y no lo soy, pero también este sentimiento que me se mete en mi pecho, inseguridad, pero no de una manera enferma, si no de pensar que en ocasiones si estoy equivocada, y debo dejar que otros me ayuden, no esta mal.
He pasado la mayor parte de mi vida luchando por ser la mejor, sentía que tenía que hacerlo, pero con él siempre me creo la mejor, no debo demostrarlo.
Así que mientras terminamos de mover algunos muebles, y veo como esta mi nueva tienda siento que debía estar agradecida, más que todo con Artem, y no digo que eso se lo único que me una a él, claro que no es ese imán que tiene en en mi, es esa manera tonta que me siento a su lado, siempre demuestro que no me afecta, pero lo hace y de una manera que no se controlar. Artem no ha sido el único en mi vida, pero sí el más significativo por todo lo que es capaz de hacer por mí, me complace, me mira con adoración.
Si alguien me hubiera dicho que estaría enamorada de un hombre que me obligo a casarme con él, luego de lo que pasó con Paul, me hubiese reído como loca y no le creería. Pero aquí estoy ¡ENAMORADA!.
— Jefa, su café — me dice Amari y me entrega un vaso, el cual tomo y siento frío.
— ¿Me trajiste café frío? — le pregunto a mi empleada que sabe que no soy amiga del café con hielo.
Ella me mira confundida, y luego revisa todos los cafés que fue a comprar con Iris, se que el dijo que le diría que no se le acercara más, pero no se que ha pasado con estos dos que ahora se tratan de manera extraña.
— Lo siento jefa, creo que no especifique que era caliente — se disculpó apenada.
Lo malo de ahora estar en este lugar es que los cafés no son igual a los que estaba acostumbrada.
— Lo iré a cambiar — digo e Iris me mira.
— Señora yo iré...
— No Iris, iré sola, además solo son dos locales ¿Qué me puede pasar? — él duda y ve hacia Amari, pero no espero y salgo.
Voy hasta el lugar y le pido a la chica que lo cambie, y también para que no se disguste pido algunos dulces y galletas.
Mientras espero a una lado que saquen mi pedido y que atiendan a otras personas, miro mi celular y sonrió al ver un mensaje de mi loco e intenso esposo, estaba por abrirlo cuando una voz hace que levante la cabeza.