Tori
— ¿Cómo que no puedo ir a trabajar? — le pregunto mientras él toma su café y yo he dejado de lado mi plato de desayuno casi intacto.
Luego de la noche anterior mi apetito se esfumó. Tengo un dolor en mi pecho que se ha apoderado de todo mi cuerpo. Perdí, no solo mi confianza si no a mi familia, y eso duele.
— Quiero que me acompañes hoy a dar unas vueltas — me dice con calma y con ese tono de voz tan seguro.
— Pero tengo un negocio y ya va mucho tiempo que no pasó por ahí, seguro tengo algunos pedidos que cumplir — me quejo.
Estudié química y me hice profesional de la cosmetología, tengo una línea cosmética que yo misma hago, me costó mucho hacerlo ya que debía tener mi propia marca, tener mi laboratorio y la tienda para vender mis productos. No soy muy conocida, pero me he hecho de buenos clientes y eso me hace única.
Se supone que luego que me casaría tomaría unas semanas de descanso y volver a trabajar, pero ya van casi un mes que no aparezco por la tienda. Y cuando fui a la casa de mis padres, traje mi laptop y mi celular conmigo y tenía algunos pedidos qué debo hacer y entregar, no me gusta quedar mal.
— Es mi negocio, necesito ir y cuidar de él — le digo y él hombre me mira con seriedad.
— Y lo harás, solo que hoy no será — dice con autoridad.
Yo golpeé la mesa molesta.
— Dijiste que podía hacer lo que quisiera si me casaba y yo cumplí — me quejo por qué estoy molesta.
— Lo harás, a su debido momento...
— ¡Es mi vida! Es mi negocio, no usaré tu dinero cuando yo pueda hacer el mío — le explico, y que desde que tengo mi negocio nunca le pedí a mis padres ni para empezarlo, como no tenía dinero y luego fui al banco a pedir un préstamo. Lo conseguí y ahora no quiero perder lo que he logrado.
— Puedes usar el mío, no tengo problemas — dice y lo veo comer — eres mi esposa y puede...
— ¡No quiero tu dinero, Artem! — le exijo.
El me mira.
— Bien, hagamos algo. Duerme conmigo y te llevaré a tu tienda — me escupe eso de repente y me quedo congelada.
— Yo lo sabía — digo golpendo la mesa tan duro que me dolió la mano — eres un pervertido, sabia que lo único que quería era tener sexo conmigo.
El me mira en silencio.
— Yo no he dicho sexo, Tori. Te pedí que durmiera conmigo, solo eso — dice y lo miro sin entender — parece que tú eres la pervertida aquí.
¿QUE?
— Duerme una noche conmigo y te llevaré a tu tienda — repite y lo miro confundida y molesta — si pasara algo no seré yo quien lo haga.
¡Es un idiota!
No jugaré su juego.
— ¿Qué significa eso? — pregunta sabiendo que lo que él quiere a jugar conmigo, manipularme.
Está loco en verdad.
— Eso, comparte la cama conmigo una noche, duerme a mi lado y si llegara a pasar algo no será por mi — nos miramos mientras él moja sus labios con la punta de su lengua y yo siento algo en mi interior.
¿Qué quiere hacer este condenado?
¿Me quiere manipular? estoy segura.
— Dijiste que si me casaba podría seguir mi vida, ¿ahora me sales con esto? — pregunto perspicaz.
ESTÁS LEYENDO
Me robe a la novia
RomansaTori Rusell, una química cosmetóloga en crecimiento, se entera en la noche de su boda, que su esposo la estaba engañando con su hermana menor, así que huye de la recepción, y en medio de su escape sufre un accidente que la lleva a la casa de un ele...