Tori
— Tranquila cariño, estarás bien — escucho una voz algo extraña, demasiada gruesa para ser papá y muy fuerte para ser Paul.
Muevo un poco la cabeza pero todo me duele y me quejo.
— No te muevas, pequeña — vuelvo a escuchar la voz.
Necesito saber de quién es.
Abro los ojos y entre mis pestañas aparece una figura borrosa de un hombre con cabello claro.
¿Quién es?
Paul tiene el cabello negro.
¡El chófer del taxi!
Empiezo hacer un recordatorio de todo lo que pasó mientras la imagen borrosa se vuelve cada vez más clara. Un hombre con cabellos rubio, mandíbula cuadrada que lo cubre una sombra de vello y unos ojos grises, no, azules casi grises.
¡¿Quién es este hombre?!
Me sorprendo y me alejó viendo la cerca que está de mi cara, que hasta puedo sentir su aliento, yerbabuena y menta, su dentífrico, quizás.
— ¿Quien...quien eres? — digo entre aturdida y asustada.
Miro a mi alrededor, estoy en una habitación de paredes rosadas y muebles blancos.
¿Dónde carajos estoy?
— Cálmate, cariño — dice el hombre levantándose de la cama, estaba casi sobre mi y noto que coloca unos algodones llenos de sangre sobre una bandeja de metal.
Mi sangre.
Tuve un accidente.
Recuerdo que mientras el taxista se comportó de manera extraña, le pedí que se detuviera, y cuando supo que no traía dinero y estaba confundida aceleró el auto, y comenzó a gritarme porque unos hombres en una camioneta negra lo persiguen hasta que golpearon su auto para detenerlo. Pero luego, no recuerdo más.
¿Este es el hombre de la camioneta?
— Tu...¿tú me salvaste? Tu...quiero decir... — carraspeó mi garganta porque me siento muy nerviosa, la mirada y presencia de ese hombre, que es realmente alto, me intimida.
— Ahora estás bien — dice mientras sacude sus manos y toma la bandeja con el resto de lo que parece fue parte de lo que usaron para limpiar mis heridas y mis pies.
Los miro, no están tan bonitos como deberían, se cortan porque estaba descalza, veo que también el vestido está rasgado y roto por muchos lugares.
Era lindo, pero empiezo a odiarlo.
— Ahí hay un baño — señala una puerta — ahí hay ropa, toma la que necesites y cámbiate, pediré algo para que comas. — lo veo caminar hacia la puerta.
Viste muy fino, pantalón gris claro que combina con un chaleco del mismo tipo, camisa y corbata negra.
¡Vaya!, parece un modelo armani cuando camina y tiene un lindo trasero bien forrado con esos pantalones que se ajustan bien.
Okey, okey Tori, no es hora de ser zorra. No sabes quién es.
— Gracias — digo y creo que no me escuchó pero voltea hacia mí y me da una mirada que me congeló.
Sexy y frío.
Varonil y elegante.
Se desaparece por detrás de la puerta, y yo me levanto sintiendo que la planta de mis pies parecen de algodón, están hinchados y me duelen
Voy hacia el baño y me sorprende ese lugar, es hermoso.
La ducha está en el centro con una puerta traslúcida que deja todo al descubierto, a un lado subiendo cuatro peldaños una tina jacuzzi.
ESTÁS LEYENDO
Me robe a la novia
Roman d'amourTori Rusell, una química cosmetóloga en crecimiento, se entera en la noche de su boda, que su esposo la estaba engañando con su hermana menor, así que huye de la recepción, y en medio de su escape sufre un accidente que la lleva a la casa de un ele...