CAPITULO 37

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Artem


Podría estar más jodido, lo sé, pero es inevitable estar cerca de Tori y no querer tomar todo de ella, y ese maldito olor que siempre tiene, su boca y su... esa hermosa fruta jugosa que esconde entre sus piernas. ¡Dios!, siento que cagare todo si sigo dejándome llevar por mi polla.

— ¿No te gusta la peli, tio? — Miro a Mai y le sonrió.

— Si, esta buena — le digo mientras los pingüinos hacen algo que no entiendo, porque solo Tori está en mi cabeza y no logro concentrarme en que este momento se lo debía dedicar por completo a Mai.

Vuelvo mi mirada hacia la pantalla y me fijo en los pingüinos, y aunque necesito prestar atención a los chistes no lo logró.

Escucho aún los gemidos de Tori.

No lo estas haciendo bien, Artem — me digo.

Miro a Mai y decido levantarme.

— Ya regreso, traeré algo de comer — le digo y me alejo de él y salgo hacia el pasillo.

El mismo maldito pasillo donde Tori y yo nos comimos la noche de su cumpleaños.

Paso mis manos por mi cabello y sigo hasta la cocina, estoy descalzo y con una camiseta sin mangas y pantalón deportivo lo suficientemente ancho para que no se note lo duro que ando desde que deje a Tori en la habitación, es demasiado depravado de mi parte ya que estoy tratando de pasar un tiempo con Mai pero ella esta en mi cabeza.

Estoy jodido y no deseo estarlo.

Pero entonces ahí está ella, y lo se antes de entrar a la cocina siento su maldito olor

Rosas.

— Es una loción de leche de rosas — dijo y me sonrió — huele bien ¿cierto?

Me habló de esta manera tan natural, tan Tori.

Ella escucha mis pasos y se vuelve mientras estaba dentro del refrigerador tomando un vaso con agua.

— Es una loción de leche de rosas — dijo y me sonrió — huele bien ¿cierto?

— Tenía mucha sed — dice y paso hasta la alacena, sin responderle.

Busco algo que no encuentro.

— ¿Está buena la película? — sigue hablando y siento como mis pelotas se endurecen.

— Ohhh... Artem... por favor... — Eso es lo que me viene a la cabeza.

Me voy a volver loco.

— Creo que tu sobrino me odia — sigue y es cuando la miro — siempre está con esa mirada muy Sokolov.

— Le diste un helado de chocolate y odia el chocolate — le explico.

Mai me habló sobre su encuentro "desagradable" según las palabras de él con mi ardiente esposa. Maikeli es un niño exigente y algo difícil de tratar, imagino que todo lo que le ha tocado vivir, la separación de sus padres, luego la muerte de Alek y tener a un abuelo como Ivan Sokolov con todas esas reglas y estúpidas restricciones. Tiene al niño en un colegio privado, una serie de actividades, no lo deja respirar, y solo es un niño de seis años.

Elena, su madre, permite todo eso por una simple razón, ella siempre estuvo enamorada de mi hermano y aunque hizo lo que hizo ella nunca lo abandonó, creció junto a mi familia y es una Sokolov, para Elena todo lo que diga mi padre se debe cumplir, es triste cuando ella misma no sabe qué hacer con su vida luego de todo lo que paso.

Me robe a la noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora