Thriller Train3e

Capítulo 93: Entrometerse en las conversaciones

Zong Jiu estaba muy satisfecho con la actitud positiva de la Clase 9.

Así que aprovechó que estaban en plena efervescencia para darles más exámenes de práctica, con la ferviente esperanza de que convirtieran su pasión en motivación y recuperaran las quince notas que le faltaban a la Clase 9 lo antes posible.

"¡Sí! ¡Lucharemos por la gloria de la clase 9! ¡No defraudaremos a nuestro monitor de clase!"

Los otros noventa y ocho aprendices se animaron y se ataron tiras de tela blanca alrededor de la cabeza, preparándose de inmediato para la guerra contra una nueva ronda de exámenes de práctica.

El chat en pantalla también animó con entusiasmo.

[¡Vamosssss, Clase 9! ¡Creo en ustedes!]

[¡¡¡A la carga!!! ¡Viendo esto mi sangre está bombeando! Yo también quiero sacar un examen y hacerlo junto a la Clase 9. Hoy, ¡todos somos parte de la Clase 9!]

[Joder, hermanas, tranquilas. Son nueve asignaturas, sí, soy-malo-estudiando.jpg]

El joven de pelo blanco estaba de pie en el podio, tocándose la barbilla pensativo.

No tenía ningún sentimiento real detrás de sus palabras de antes. Después de todo, un mago era un maestro absoluto del control de la atmósfera, capaz de lograr fácilmente los resultados deseados con sólo el arte de la palabra.

Sin embargo, elevar la atmósfera producía unos resultados increíbles. No estaría de más inflarles el ánimo unas cuantas veces más.

De todos modos, Zong Jiu nunca confesaría que en ese momento... había sentido un poco de espíritu heroico en su corazón.

De ninguna manera.

Observó a los estudiantes de la Clase 9 acomodar sus pupitres y comenzar a estudiar y ayudarse unos a otros, sintiéndose considerablemente complacido. "Vayan primero; volveré a verlos más tarde."

"¡Sí! ¡Monitor de clase!"

Así, todos los alumnos mandaron de paseo a Zong Jiu, que estaba a punto de entregar los deberes. Luego agacharon de nuevo la cabeza, discutiendo febrilmente los materiales de estudio.

El joven de pelo blanco se detuvo un momento en el pasillo y luego suspiró en silencio. Con la pila de deberes a cuestas, alargó el paso.

A decir verdad, Zong Jiu no creía que pudiera ser considerado una buena persona.

Hace mucho, mucho tiempo, antes de convertirse en mago, fue objeto de observación. Carecía de emociones, tenía poca empatía y no respetaba las reglas. Le gustaban los engaños y los disfraces, jugar con los humanos en la palma de su mano. Carecía de las interacciones sociales necesarias y no le interesaba hacer amigos.

Estas particularidades eran sin duda un trastorno de la personalidad, un trastorno antisocial de la personalidad, para ser precisos.

Esas personas eran sin duda una bomba de relojería en la sociedad. Nadie podía saber cuándo detonarían, ni cuándo se les darían suficientes detonantes. Así que, después de que el psicólogo asesorara y examinara a su grupo de alumnos, el profesor de la clase transmitió la información a la monja que había adoptado a Zong Jiu. El profesor dijo que la escuela no podía asumir ese riesgo potencial y pidió con tacto a la monja que se llevara a Zong Jiu, que entonces tenía once años, de vuelta a casa.

Desde ese momento, Zong Jiu supo que era diferente.

Más que la vida y la muerte, buscaba emociones. Prefería ignorar o directamente romper las reglas que la gente corriente debía seguir que ajustarse cuidadosamente a las normas en cada paso del camino. Prefería estar solo, antes que entablar relaciones íntimas o hacer vida social innecesariamente.