Satoru se encontraba sentado en el suelo, con la espalda apoyada contra el sofá y un control de videojuegos en sus manos. A su lado, Megumi estaba concentrado en la pantalla, moviendo su propio control con determinación. Los dos competían en una partida de lucha, sus personajes se enfrentaban con movimientos rápidos y precisos.
En el fondo, Tsumiki estaba sentada en la mesa del comedor, absorta en sus dibujos. El sonido suave del lápiz sobre el papel y los ocasionales chasquidos de los controles de videojuego llenaban el ambiente. Todo parecía tranquilo y ordinario, pero en la mente de Satoru, una tormenta de pensamientos lo abrumaba.
Pensaba en Suguru. Desde que se había alejado, Satoru no podía dejar de preocuparse por él. Su mejor amigo, el hombre al que tanto había amado, ahora estaba en un camino oscuro y peligroso. Cada vez que pensaba en Suguru, sentía una mezcla de tristeza, frustración y, sí, celos. Celos de ver a Suguru con Akari, de verlos juntos y pensar que ella podría ser arrastrada al mismo abismo que había consumido a Suguru.
La imagen de Suguru y Akari juntos lo perseguía. Los celos que sentía no eran solo porque quería estar con Akari o porque quisiera que Suguru fuese solo para él, aunque eso era una gran parte. Era porque tenía miedo, un miedo profundo y paralizante, de que Akari terminara en el mismo camino oscuro que Suguru. No podía permitir que eso sucediera. Tenía que protegerla, tenía que impedir que ella se acercara demasiado a Suguru.
Mientras sus pensamientos se oscurecían, Satoru apenas prestaba atención a la partida. Movía el control casi por inercia, su mente estaba en otra parte. Podía ver la cara de Suguru, su sonrisa que ahora parecía teñida de malicia, y la mirada determinada de Akari, una mirada que temía podría perderse en el mismo vacío que había consumido a Suguru.
Megumi, ajeno a la tormenta interna de Satoru, celebró una victoria con un grito de júbilo. "Gané" exclamó, su cara se iluminó con una sonrisa de satisfacción.
Satoru sonrió débilmente, intentando sacudirse los pensamientos oscuros. "Bien hecho, Megumi," dijo, aunque su voz carecía del entusiasmo habitual. Sus ojos se desviaron hacia Tsumiki, que seguía dibujando tranquilamente. La serenidad de los niños le dio un pequeño consuelo, pero no podía evitar que su mente volviera a la preocupación por Akari y Suguru.
Debía encontrar una manera de proteger a Akari, de mantenerla a salvo. No solo porque la quería, sino porque no podía soportar la idea de perder a otra persona importante para él a manos de la oscuridad. Mientras seguía jugando, sus pensamientos se centraban en una resolución: haría lo que fuera necesario para asegurarse de que Akari no terminara en el mismo camino que Suguru.
Hasta ahora lo único que se le había ocurrido era contarle la verdad a Akari sobre Suguru. Pero no se había puesto a pensar que Akari terminaría buscándolo para hablar con él y escuchar su versión de los hechos. Se sentía imponente.
Satoru miraba la pantalla, apenas prestando atención a los movimientos en el videojuego mientras su mente continuaba devanándose en pensamientos oscuros. De repente, sintió una presencia a su lado. Tsumiki, con una sonrisa brillante, sostenía un papel en sus manos.
"¡Gojo-niisan! ¡Mira lo que dibujé!" exclamó, su voz llenaba la habitación con entusiasmo infantil.
Satoru tomó el dibujo, observando detenidamente. En el papel, había una serie de figuras que, aunque rudimentarias, mostraban claramente el cariño y el esfuerzo que Tsumiki había puesto en él. Había un dibujo de él, con su característico cabello blanco y una venda exagerada sobre los ojos. A su lado, estaban representados Megumi y ella misma, ambos con sonrisas exageradamente grandes. Todos estaban de pie en un campo verde, bajo un cielo azul brillante con un sol amarillo radiante en la esquina.
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Ecos del Pasado, Destinos Futuros - Satoru Gojo x Tú
FanfictionSatoru Gojo x Tú "La Sinfonía de la Rivalidad" --Enemies to lovers-- Matrimonio arreglado-- Alumna x Maestro-- El clan Kurayami y el clan Gojo forjaron una alianza centenaria. Cuando nacieron dos niños destinados a unir sus lazos, su destino quedó s...