Al llegar a la entrada de la gran mansión del clan Gojo, Akari y Satoru fueron recibidos por varios sirvientes que se encargaron de llevar sus equipajes a sus respectivas habitaciones. Dos jovencitas se acercaron a Akari con una reverencia.
"Señorita Kurayami, por favor venga con nosotras," dijeron en un tono respetuoso.
Akari, sin poder negarse, las siguió, perdiéndose de vista en el interior de la mansión. Satoru observó cómo se alejaba y luego se giró hacia otra sirvienta que le daba la bienvenida. Sin mucho interés, pasó por la entrada de la gran mansión japonesa y, tras quitarse los zapatos, se adentró por los largos pasillos de madera con vista a los distintos jardines.
"¿Ya le avisaron a la abuela que llegué?" preguntó Satoru, visiblemente de mal humor.
"Sí, señor, la señora está enterada," contestó la mujer que lo seguía respetuosamente.
"Bien, ¿dónde está?"
"La señora está en la sala principal, señor. Seguramente ella querrá saludarlo."
"¿Y mi padre?" preguntó fríamente.
"Está fuera de los terrenos de la casa en estos momentos, señor."
"Ya veo," dijo Satoru mientras levantaba una mano haciendo un ademán para que la sirvienta pudiera retirarse.
La mujer se inclinó respetuosamente y se retiró. Satoru continuó su camino hacia la sala principal. La casa de los Gojo era impresionante, una mansión tradicional japonesa que combinaba la elegancia del antiguo Japón con toques modernos. Los pasillos de madera oscura y pulida llevaban a habitaciones decoradas con puertas corredizas de papel shoji, cada una ofreciendo vistas a jardines meticulosamente cuidados. Los jardines eran un espectáculo en sí mismos, con estanques llenos de carpas koi, puentes de piedra, y árboles perfectamente podados.
Al llegar a la sala principal, Satoru sintió una densa energía maldita proveniente de la habitación. Sin dudarlo, deslizó la puerta y entró. La sala principal era una amplia habitación con tatamis en el suelo, una mesa baja en el centro, y varios cojines alrededor. En el extremo opuesto, sentada en un cojín, estaba la matriarca del clan Gojo, su abuela, una mujer de apariencia frágil pero con una presencia imponente.
"Satoru," dijo ella con una voz firme, levantando la vista de un documento que estaba leyendo.
"Abuela," respondió Satoru con una inclinación de cabeza. Se sentó en uno de los cojines frente a ella, manteniendo una postura relajada pero vigilante.
"Me alegra verte finalmente en una de nuestras reuniones," dijo la abuela, dejando el documento a un lado y enfocando toda su atención en él.
"No vine por voluntad propia," replicó Satoru, su tono mostrando un rastro de desafío.
"Lo sé," respondió su abuela con una leve sonrisa. "Pero aun así, tu presencia aquí es necesaria. Hay muchas cosas que debemos discutir."
Satoru asintió, sabiendo que no tenía escapatoria. "Me dijeron que mi padre no está aquí. ¿Asistirá a la reunión?"
"Sí, ya lo sabes," dijo la mujer con serenidad. "Podrías intentar llevarte mejor con él."
Satoru apretó los dientes. "No arruinemos esta hermosa mañana," dijo con sarcasmo y dio media vuelta para salir de la habitación. "Deberé prepararme."
"Satoru," dijo su abuela, y Satoru se volteó a verla tras haber deslizado la puerta. "No olvides ponerte tu anillo. No vayas a dejar que Akari lo use sola."
Satoru la miró por unos segundos y se retiró cerrando la puerta tras de sí.
Llegó a su habitación, donde un kimono tradicional lo esperaba en el centro. Era un kimono de seda negra, con detalles en plata que representaban el emblema del clan Gojo. Satoru suspiró, sabiendo que no tenía elección, y comenzó a vestirse. Se puso el kimono cuidadosamente, ajustando cada pliegue y se ató el obi con precisión. Se colocó el anillo de oro blanco en el dedo anular de su mano izquierda, sintiendo el peso de las expectativas y responsabilidades que venían con él.
ESTÁS LEYENDO
Ecos del Pasado, Destinos Futuros - Satoru Gojo x Tú
FanficSatoru Gojo x Tú "La Sinfonía de la Rivalidad" --Enemies to lovers-- Matrimonio arreglado-- Alumna x Maestro-- El clan Kurayami y el clan Gojo forjaron una alianza centenaria. Cuando nacieron dos niños destinados a unir sus lazos, su destino quedó s...