Ecos del Pasado, Destinos Futuros - Satoru Gojo x Tú

Capítulo 61: La Búsqueda Divina

No respondía los mensajes, no contestaba las llamadas. No llegó a casa desde esa noche. Lo primero que pensó, egocéntricamente, era que finalmente se había hartado de él, por haberla hecho esperar, tal vez por haber sido un maldito imbécil y haberle sido infiel. Su mente creaba los escenarios más improbables. Tal vez porque no la dejaba dormir, porque comía mucho helado o porque era muy pesado con sus chistes. Siempre enfocándose en que la culpa era probablemente suya. Nunca consideró que pudiese ser algo completamente diferente.

A la tercera noche, en medio de una crisis de ansiedad, llamó a su padre, dejando de lado el orgullo. Su abuela ya estaba muy mayor como para despertarla y no sabía a quién más podía preguntarle por el número telefónico de la casa Kurayami.

"He intentado contactarte desde hace tres días," respondió su padre severamente al otro lado de la línea. "Al menos para emergencias deberías haberme dado tu contacto..."

"¿Tienes el maldito número o no? No tengo tiempo para hablar contigo," dijo Satoru desesperado, sintiendo que su corazón latía desbocado en su pecho.

"Satoru... Atacaron el templo Kurayami. Alguien intentó profanar la puerta de Kuroi."

Satoru se quedó helado. "¿Qué le pasó a Akari? ¿Dónde está?" preguntó, con la voz temblando de miedo.

"Con la puerta de Kuroi, sellada," dijo su padre con una voz sombría.

El teléfono se le resbaló de las manos, cayendo al suelo con un sonido sordo. Satoru sintió que todo su mundo se derrumbaba en ese instante.

"No, no, no...," murmuró para sí mismo, apretando los puños con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.

Recogió el teléfono y volvió a ponérselo en la oreja. "¿Cómo que sellada? ¡Explícate bien!" gritó, su voz llena de desesperación.

"Akari utilizó los sellos divinos para proteger la puerta de Kuroi. Al hacerlo, se selló a sí misma junto con la puerta," explicó su padre con frialdad. "Hizo lo que tenía que hacer."

Colgó el teléfono y se quedó de pie en medio de la sala, tratando de controlar su respiración. Su mente trabajaba a mil por hora, pensando en todas las formas posibles de salvar a Akari. Sin importarle si utilizaba la mitad de su energía maldita o más, se teletransportó directo al templo Kurayami. Estaba lo suficientemente lejos de Tokyo como para terminar ligeramente cansado al llegar a la escalera, pero no le importó. Corrió con todas sus fuerzas hasta donde recordaba que estaba la puerta. Pero no hizo falta acordarse demasiado, pues un destello oscuro rodeaba el área entera.

Llegó hasta la impresionante escena. La puerta de Kuroi estaba semiabierta, mostrando un vistazo hacia el inframundo, con una oscura neblina que emanaba de ella. Frente a la puerta, flotando en un sueño permanente, estaba Akari. Su figura estaba rodeada por una barrera de energía que parecía pulsar con una vida propia, destellos azules y negros entrelazándose en un ballet inquietante. Su cabello flotaba alrededor de su rostro sereno, y su cuerpo estaba envuelto en un aura luminosa que contrastaba con la oscuridad que la rodeaba.

Satoru notó que la barrera que rodeaba a ambos de manera armoniosa no permitiría que nadie se acercase. Pero no lo detuvo a él. Con su infinito activado, caminó hacia la barrera. La energía chocaba contra el infinito, creando destellos azulados a su alrededor. Era una barrera divina contra el ritual del infinito de Satoru Gojo.

Con mucho esfuerzo, logró acercarse lo suficiente para alcanzar su suave mano. Estaba caliente. Ella estaba viva. En esa fracción de segundo que se permitió sonreír, la barrera lo expulsó con fuerza y salió disparado hacia atrás, golpeando el suelo con un impacto sordo. El aire se le escapó de los pulmones, y se quedó allí un momento, mirando hacia el cielo, tratando de recuperar el aliento.