Ecos del Pasado, Destinos Futuros - Satoru Gojo x Tú

Capítulo 18: De vuelta en Tokyo

Finalmente, el fin de semana había llegado a su fin y Satoru y Akari se preparaban para regresar a Tokyo. Los terrenos del clan Gojo estaban tranquilos aquella mañana, con una suave brisa que hacía susurrar las hojas de los árboles en el jardín.

La familia de Akari se despidió de ella con cariño. Su abuela le dio un abrazo fuerte, susurrándole palabras de aliento y protección. "Cuídate mucho, Akari. Sabes que siempre estamos contigo," dijo la señora Kurayami, acariciándole el cabello.

"Sí, abuela. Gracias por todo," respondió Akari, con una mezcla de emoción y nostalgia. Sabía que estos momentos eran valiosos y los atesoraba en su corazón.

Satoru también se despidió de la familia Kurayami con una inclinación respetuosa, pero su despedida con la suya fue un poco menos cariñosa. Algunos de sus primos se despidieron brevemente, sin demasiada charla. Sin embargo, su abuela, la señora Gojo, se acercó a él con una sonrisa afectuosa.

"Satoru, espero que hayas encontrado algo de paz durante tu estancia aquí," dijo su abuela, colocando una mano sobre su hombro.

"Gracias, abuela. Fue... interesante," respondió Satoru, sin poder evitar un leve sarcasmo en su tono.

La señora Gojo rió suavemente. "Eres tan testarudo como siempre. Pero sé que harás lo correcto. Cuida de Akari y de ti mismo."

"Lo haré, abuela," asintió Satoru, sorprendido por la ternura en su propia voz.

Akari y Satoru caminaron juntos hacia la salida, donde los esperaba una camioneta negra del clan Gojo para llevarlos a la estación de tren. Mientras subían al vehículo, ambos miraron una última vez la casa familiar, sabiendo que sus responsabilidades y deberes los esperaban en Tokyo.

Una vez en el tren, Satoru sacó su Nintendo DS, listo para perderse en su juego favorito durante el trayecto de regreso a Tokyo. Sin embargo, al ajustar su postura en el asiento, notó algo que había pasado por alto durante todo el fin de semana: el anillo de compromiso seguía en su dedo. No le molestaba dejarlo ahí, pensó. Se veía casi natural en su mano. Decidió que esperaría a que Akari también se diera cuenta y sugiriera quitárselo.

Por su parte, Akari había notado el anillo en su dedo hacía una hora. Había pensado en quitárselo, pero luego decidió esperar. Le resultaba curioso ver cuánto tiempo tardaría Satoru en darse cuenta. Además, el anillo no le incomodaba; era más bien la idea de lo que representaba lo que la hacía sentir incómoda.

El tren avanzaba rápidamente hacia Tokyo, y el paisaje cambiaba de campos verdes a los edificios de la ciudad. Ambos estaban absortos en sus pensamientos y actividades, pero de vez en cuando, uno miraba al otro, notando el anillo en sus manos.

Cuando el tren comenzó a disminuir la velocidad, señalando que estaban llegando a su destino, ambos sintieron la necesidad de resolver el asunto del anillo para evitar cualquier conversación incómoda una vez que llegaran a la escuela.

"Oye...", dijeron al mismo tiempo, girándose para mirarse. Ambos se rieron ante la sincronización perfecta.

"El anillo", dijo Akari, levantando su mano para mostrarlo. Satoru fingió sorpresa, aunque una sonrisa traviesa se asomaba en sus labios.

"Ah, sí, el anillo," respondió Satoru, quitándose el anillo de su dedo. "Supongo que es hora de guardarlo."

Akari asintió y se quitó su anillo también. Ambos sacaron las pequeñas cajas tradicionales que contenían los anillos y los guardaron con cuidado. El acto en sí, aunque sencillo, tenía un peso emocional que ninguno de los dos estaba dispuesto a reconocer abiertamente.