☆ CIENTO CUARENTA Y TRES

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Las semanas pasaron y para Jisung, fueron muy buenas.

La sesiones con Jeongyeon volvieron, una vez por semana, pero a veces, no podía contener las ganas de llamarla para que pudieran hablar sobre algo, porque su ansiedad no le permitía mantener eso, hasta que la otra sesión se aproximase.

Las pesadillas bajaron su pesadez, hasta podía dormir noches completas sin despertar llorando. La primera vez que habló con su psicóloga, sintió que pudo liberarse de algo. Si sentía que le repitió todo lo que su mama, Minho y sus amigos le dijeron, Jeongyeon le dio ejercicios para que aquellos pensamientos no interrumpan su mente, y estos no se trataban de dibujar, sino de hablar con la madre de Yunho.

Necesitaba liberar la culpa de todo, a pesar de no haberla tenido. Primero, fue la culpabilidad por haber arruinado las vacaciones de sus amigos, pero al saber que ellos no lo culpaban y que lo seguían queriendo muchísimo, un peso de sus hombros desapareció. Ahora, quedaba el otro, así podía no solo dejar descansar en paz a quien fue su amigo, sino su propia cabeza.

Por ello, estaba al lado de su madre, esperando a que tocaran el timbre. La compañía de Minho hubiese sido igual tranquilizador, pero él tuvo una reunión con Harim, no sabia si era acerca de su propia casa o si se trataba de algo mas, solo esperaba que no fuese algo malo.

Entonces, un sonido lo asustó por completo, logrando que salte del sofá y preocupando a su madre.

—Cielo, ¿te encuentras bien? ¿Seguro que quieres hacer esto? entiendo que fue algo que Jeongyeon te dio como ejercicio para que puedas seguir adelante, y no digo que no lo hagas, pero podemos posponerlo, si es que necesitas tiempo.

—Si lo pospongo ahora, lo seguiré haciendo, porque tengo miedo, y de eso se trata el ejercicio, enfrentar los miedos para dejarlos ir... eso me dijo noona.

—Eso es un buen consejo... está bien, lo haremos, pero, si ya no quieres conversar con ella, o si se pone a la defensiva, la sacaré de aquí —Jisung asintió, aquella convicción le dio otro susto, porque jamás vio a su madre tan decidida.

Fue Yuri quien abrió la puerta, estableciendo una distancia entre su ex mejor amiga y su hijo.

—Pasemos a la sala —su voz salió seca y cortante, sintiendo como su hijo se escondía detrás de ella.

Los tres se sentaron en los sofás, teniendo a la mujer delante suyo, sintiéndose como si fuese una presencia extraña, cuando tiempos antes, esa misma sala, era llenado por las risas de ambas mujeres.

Jisung sabia a la perfección, que eso no había terminado por su culpa.

—Lamento... —el silencio no fue llenado por una de esas risas, sino por una disculpa llena de tristeza—. Por todo lo que mi hijo te hizo pasar.

Aquellos orbes negros se encontraron con los ojos llorosos del rubio, quien no soltaba la mano de su madre. Agachó la mirada, era imposible sostenerla.

—No quise ver lo que mi hijo era capaz de hacer, por eso, no pude intervenir a tiempo. Le diagnosticaron esquizofrenia luego de la primer denuncia, y yo no lo podía creer, lo negué completamente y no hicimos los procedimientos adecuados —elevó la mirada hacia el menor, quien lentamente también la miro para saber que era lo que estaba pasando, por el silencio repentino—. Lamento todo lo que Yunho te hizo. No tienes porqué mortificarte de esa manera, ¿de acuerdo? sinceramente, no creo que quieras, pero él esta en el cementerio de Seúl, a él le agradaría una visita tuya...

—Ni de broma —espetó Yuri, sin pensarlo antes. Miró a su hijo, quien intentaba responder.

—No... no creo poder hacer eso en un largo tiempo, pero tampoco prometeré nada. Gracias por venir hasta aquí, me sirvió mucho saber que usted no me culpa por su muerte, y creo que para los dos, es una forma de dejar ir a Yunho y lo que creemos que es nuestra culpa.

━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora