Cuando le relató a Percy su sueño, los lavabos del barco empezaron a explotar.
—De ninguna manera vas a bajar ahí conmigo—dijo Percy.
Leo corrió por el pasillo agitando una llave inglesa.
—¿Tenías que cargarte las tuberías, amigo?
Percy no le hizo caso. El agua corrió por la pasarela. El casco retumbó mientras estallaban más tuberías y se desbordaban más lavabos. Piper supuso que Percy no tenía intención de causar tantos desperfectos, pero su expresión ceñuda le hizo querer desembarcar lo antes posible.
—No me pasará nada—aseguró—. Katropis ha predicho que los dos bajaremos, así que es lo que tiene que pasar.
Percy lanzó una mirada furiosa a la daga de Piper, como si fuera culpa suya.
—¿Y ese tal Mimas? Supongo que es un gigante.
—Es probable—contestó ella—. Porfirion lo llamó "nuestro hermano".
—Y una estatua de bronce rodeada de fuego—dijo Percy—. Y esas... otras cosas que has dicho. ¿Maquis?
—Makhai—corrigió Piper—. Creo que significa "batallas" en griego, pero no sé exactamente cómo aplicarlo a este contexto.
—A eso mismo me refiero—siseo Percy—. No sabemos lo que hay allí abajo. Iré por mi cuenta. Si los gigantes quieren nuestra sangre, lo último que debemos permitir es que un chico y una chica bajen juntos. Quieren a uno de cada para su gran sacrificio.
—¿Qué se supone que haga al respecto?—protestó Piper—. Ya sabes cómo funcionan las profecías, las cumples al momento de intentar evitarlas.
El chico soltó un gruñido, destrozó la pared más cercana con un puñetazo y se largo hecho una furia.
—Has lo que quieras—espetó.
Piper respiró profundamente, le dio una palmada a Leo en el hombro, lamentándose por todo el trabajo de plomería que tendría que hacer, y subió detrás de Percy antes de que la cubierta inferior se inundara de agua de lavabo.
Una hora más tarde los dos estaban en una colina con vistas a las ruinas de la antigua Esparta. Ya habían registrado la ciudad moderna, que curiosamente a Piper le recordaba a Albuquerque: un montón de edificios bajos, cuadrados y encalados repartidos a través de una llanura al pie de unas montañas purpurinas. Percy había insistido en inspeccionar el Museo de Arqueología, luego la gigantesca estatua metálica del guerrero espartano que había en la plaza pública y más tarde el Museo Nacional de las Olivas y el Aceite de Oliva (sí, existía de verdad). Piper había aprendido más sobre el aceite de oliva de lo que jamás había querido saber, pero ningún gigante les atacó. Tampoco encontraron estatuas de dioses encadenados.
Percy parecía reacio a inspeccionar las ruinas de las afueras de la ciudad, pero al final se quedaron sin sitios donde mirar.
No había mucho que ver. Según Percy la colina en la que estaban había sido la acrópolis de Esparta (su punto más elevado y su principal fortaleza), pero no se parecía en nada a la enorme acrópolis ateniense que Piper había visto en sueños.
La erosionada pendiente estaba llena de hierba marchita, rocas y olivos enanos. Debajo, las ruinas se extendían a lo largo de unos cuatrocientos metros: bloques de piedra caliza, unos cuantos muros derruidos y algunos agujeros embaldosados en el suelo a modo de pozos.
YOU ARE READING
GIGANTOMAQUIA: La Sangre del Olimpo
FanfictionLos viajes terminan, los imperios caen, las vidas se extinguen. El tiempo todo lo consume, incluso a los mismos dioses. La guerra contra los gigantes ha alcanzado un punto crítico, los semidioses griegos y romanos se ven incapaces de la reconciliaci...