Jason veía dos opciones: luchar o hablar.
Normalmente, frente a una espeluznante señora de seis metros con pelo de medusa, habría optado por luchar.
Pero como había llamado "hermano" a Percy, dudó.
—Jackson, ¿conoces a esta... individua?
Percy frunció el ceño.
—No sé quien es, ni me importa. He matado a suficientes de mis hermanos como para que me interese en conocer sus nombres.
La mujer pálida arañó el disco metálico con las uñas y emitió un sonido chirriante digno de una ballena torturada.
—Claro que no me conoce—dijo suspirando—. ¿Por qué iba a esperar que mi propio hermano me reconociera? ¡Soy Cimopolia!
Percy y Jason se cruzaron una mirada.
—¿Es eso importante, gusano?—siseo Percy—. Sin importar que clase de monstruo, ninfa o diosecilla menor seas, no debiste meterte en mi camino...
—¿Qué tal si nos calmamos un poco?—pidió Jason rápidamente, con el mejor tono conciliador que fue capaz—. Le pido que no le haga mucho caso al loco tipo pescado, ha estado bajo mucha presión últimamente...
La diosa centró toda su atención en Jason. Señaló con el dedo índice y recorrió su contorno en el agua. Jason notó que el espíritu del aire capturado ondeaba a su alrededor como si le estuvieran haciendo cosquillas.
—Jason Grace—dijo la diosa—. Hijo de Zeus.
—Sí. Soy amigo de Jackson.
Cim entornó los ojos.
—Así que es verdad... Estos tiempos propician extrañas amistades e inesperadas enemistades. Los romanos nunca me adoraron. Para ellos suponía un miedo indescriptible: una señal de la ira más temible de Poseidón. ¡Ellos nunca adoraron a Cimopolia, la diosa de las tempestades violentas!
Giró su disco. Otro rayo de luz verde destelló hacia arriba, revolvió el agua e hizo que las ruinas retumbasen.
—Por supuesto que no—escupió Percy—. La fuerza naval de roma me da asco. Tenían una barca de remos, pero la hundí. Y hablando de tormentas violentas, tienes exactamente tres segundos para detenerte antes de que...
—¿Antes de que qué, pececillo?
—¡Por el amor de Júpiter Optimo Máximo! ¡Cálmente ustedes dos!—insistió Jason—. Ejem, supongo que no detendrás la tempestad si te lo pedimos amablemente.
—No—convino la diosa—. A estas alturas al barco le falta poco para hundirse. Me asombra que haya aguantado tanto. Tiene una magnífica factura.
De los brazos de Jason salieron volando chispas contra el tornado. Pensó en Piper y en el resto de la tripulación, que trataban frenéticamente de salvar el barco. Al bajar allí, él y Percy habían dejado a los demás indefensos. Tenían que actuar pronto.
Además, el aire de Jason se estaba viciando. No estaba seguro de que fuera posible consumir un ventus aspirándolo, pero, si iba a tener que luchar, más valía que se enfrentase a Cim antes de que se quedase sin oxígeno.
El caso es que luchar contra una diosa en su terreno no podía ser fácil. Aunque consiguieran acabar con ella, no tenían ninguna garantía de que la tormenta cesara.
—Bueno... Cim—dijo—, ¿qué podríamos hacer para que cambiaras de opinión y dejaras marchar a nuestro barco?
Cim le dedicó aquella horripilante sonrisa de extraterrestre.
YOU ARE READING
GIGANTOMAQUIA: La Sangre del Olimpo
FanfictionLos viajes terminan, los imperios caen, las vidas se extinguen. El tiempo todo lo consume, incluso a los mismos dioses. La guerra contra los gigantes ha alcanzado un punto crítico, los semidioses griegos y romanos se ven incapaces de la reconciliaci...