ELLA SOSTIENE LA CLAVE PARA REVERTIRLO TODO EN SUS MANOS
JUNTO A SUS ESPADAS, MIRA DE MENOS INCLUSO A UN GIGANTE
Reyna sonrió a su oponente, con un brillo de resolución en su mirada.
—Parece que esto no ha terminado todavía—dijo—. ¿Quieres pelear hasta morir, grandulón?
El gigante se aferró al mango de su arma y apretó los dientes en absoluta exasperación.
—Maldita puta...
Un veloz intercambio de golpes sacudió el campo de batalla. Los sables de Reyna volaban de un lado a otro, echando chispas al chocarse con el escudo de Orión, haciendo resonar el metal contra metal como una taladrante alarma sin fin.
El gigante lanzaba golpes a diestra y siniestra, usando tanto su mazo como su escudo para atacar, pero era incapaz de siquiera tocarle un cabello a la semidiosa, que le esquivaba y respondía a mayor velocidad, como si en un transe se encontrase, un autentico e imparable frenesí de batalla.
—¿Qué tenemos aquí...?—sonrió Hades, apoyándose en su lanza a modo de bastón.
"Ese fluido juego de pies es el de Zeus... o, quizá, de su hijo, Jason Grace"—reconoció—. "Y esa... esa es la fuerza bruta de Nico".
Orión bloqueó el embate con su escudo, volvió el cuerpo y trató de contraatacar, sólo para ser esquivado y recibir un golpe en el rostro, casi como un latigazo, que estuvo a centímetros de arrancarle el ojo bueno.
El dios del inframundo se carcajeó.
—¡Esas fueron las combinaciones de Perseus Jackson!
Orión intentó retroceder con un salto, pero le resultó imposible marcar las distancias. Sus manos, brazos, piernas y tronco se llenaron de cientos de cortes sangrantes que seguían y seguían apareciendo sin dar señal de detenerse.
El suelo del barco se partía en pedazos con el simple balancear de las espadas de Reyna, y por más que el gigante luchaba por contraatacar, nada de lo que hacía parecía hacer peligrar a la semidiosa.
Las espadas de Reyna se chocaron con el mazo de Orión, haciendo retroceder a Reyna, deslizándose sus pies sobre el suelo humedecido por sangre.
El gigante respiraba agitadamente, aturdido por el dolor. Sus heridas dejaron de cerrarse, abiertas por el trabajo conjunto de un dios y una semidiosa. Su único ojo funcional parpadeaba fuera de control.
—Debe ser una broma...—gruñía por lo bajo—. Todo esto... por una simple puta...
Reyna alzó sus sables una vez más, lista para darle fin a aquella danza de espadas.
—Es difícil guardar las apariencias cuando nada sale como lo esperas, ¿no es así?
Orión, quebrado en sus adentros, sonrió mientras dejaba escapar una seca carcajada. Su escudo comenzó a transformarse una vez más, plegándose, girando, cambiando hasta tornarse nuevamente en una ballesta de mano.
Luego, apuntando su arma sin siquiera mirar, el mecanismo del dispositivo emitió un sonoro zumbido conforme más y más energía era acumulada en su interior.
—¿Fueron esos golpes de antes todo el alcance de tu técnica suprema?—cuestionó—. Te arrancaré el corazón como hice a tu hermana, pequeña puta.
Hubo un chasquido que hizo eco a través del cielo. Luego, el hombro izquierdo de Reyna escupió sangre a chorros, arrancándole un gruñido de dolor conforme tomaba conciencia de la enorme flecha negra que ahora yacía encajada entre su carne.
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GIGANTOMAQUIA: La Sangre del Olimpo
FanfictionLos viajes terminan, los imperios caen, las vidas se extinguen. El tiempo todo lo consume, incluso a los mismos dioses. La guerra contra los gigantes ha alcanzado un punto crítico, los semidioses griegos y romanos se ven incapaces de la reconciliaci...