GIGANTOMAQUIA L

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Dos combatientes tomaron las riendas de la batalla y dos se vieron obligados a resistir.

Nada más darse la señal de inicio, Hécate se abalanzó sobre Encélado con sus antorchas en ristre y riendo a carcajadas, mientras que por el otro lado Escirón apuntaba su revolver y disparaba contra Hazel sin siquiera pensar.

"¡¡Voy a matarla ahora mismo!!"

La hija de Hades, ya esperando el movimiento de su oponente, saltó hacia un lado al mismo tiempo que abría una grieta a los pies del bandido, desestabilizándolo y haciéndole errar el tiro.

"Maldición... ¡¿Cómo lo esquivo tan fácilmente?!"

Al mismo tiempo, el gigante Encélado bloqueó el primer embate de Hécate con un rodillazo, desviando la trayectoria de sus antorchas, comenzando así una danza de cortes y estocadas en las que las armas de la diosa volaban por el cielo chocando una y otra vez contra la lanza de su oponente.

—¡¡HÉCATE LANZA UN ATAQUE SORPRESA!! ¡¡ESTÁ EN LA OFENSIVA!! ¡¡ATACA Y ATACA!! ¡¡LE ESTÁ METIENDO UNA BUENA PALIZA A ENCÉLADO CON SUS ANTORCHAS GEMELAS!! PERO...

El gigante hizo girar su enorme lanza, deteniendo ambas armas de su oponente e inmovilizando a la diosa.

—¡¡ENCÉLADO LA BLOQUEA!! ¡¡CON DESTREZA, ENCÉLADO BLOQUEA FACILMENTE LAS ANTORCHAS DE HÉCATE!!

La diosa sonrió con crueldad. El gigante abrió los ojos de par en par, dándose cuenta demasiado tarde de que las armas que había detenido no eran reales.

Hécate lanzó una estocada frontal con una de sus antorchas, golpeando directamente a su contrincante y lanzándolo de espaldas con el lado derecho del rostro carbonizado.

—No confíes en tus ojos. No confíes en tus oídos. No confíes en nada—se carcajeó la diosa de la magia—. ¡Duda de la verdad y también de la mentira!

El gigante emitió un bramido de dolor mientras luchaba por recuperar la compostura.

—¡¡EL ROSTRO DE ENCÉDALO HA SIDO MARCADO POR EL FUEGO DE LA DIOSA!!

Hécate volvió a atacar, trazando un arco lateral con sus armas. El gigante retrocedió de nueva cuenta, con parte del brazo derecho hechando humo y con la piel ampollada.

—¡Miserable!

El monstruo exhaló una llamarada de su propio fuego de brillante color púrpura. La diosa le esquivó retrocediendo con un salto, pero falló en darse cuenta de que era una distracción.

Con un veloz movimiento de su lanza, Encélado atravesó el brazo izquierdo de Hécate. Luego, sin perder un sólo segundo, dio un poderoso tirón, desgarrando la extremidad y arrancándola de raíz.

La diosa emitió un aullido de dolor tan fuerte que se escuchó a través de toda Grecia. El corro de monstruos estalló en vítores. Afrodita se llevó una mano a la boca para contener las nauseas.

—Oh—sonrió el gigante—. Así que escapaste. Estaba apuntando a tu corazón. No me gusta cuando mis víctimas se me escapan...—lanzó una mirada significativa en dirección a Piper antes de devolver su atención a Hécate—. Ahora, ¿en qué estábamos?

En el otro lado del campo de batalla, simultáneamente al choque entre la diosa y el gigante, dos semidioses se habían enzarzado en un combate de similar brutalidad.

Escirón volvió a apuntar, encontrándose con que Hazel aún cargaba directamente contra él rugiendo como posesa.

"Qué lenta..."—sonrió para sí el bandido, viendo el avance de su oponente como si estuviese en cámara lenta—. "Sin sus trucos, esta mocosa es jodidamente débil".

Con un movimiento de su brazo, el bandido utilizó el mango de su arma para desviar la spatha de Hazel, exponiendo por completo la guardia de la romana.

—Mierda... llega a ser decepcionante... ¿eh?

La hija de Hades hizo girar la hoja de su espada, recuperando su agarre, corrigiendo su postura y trazando un veloz arco ascendente con el que arrebató el revolver de manos de su oponente.

—¡Hablas demasiado!—siseó la joven, mientras lanzaba una estocada a matar.

Escirón le miró con despreció, apuntándole con los dedos de las manos como si estuviese sosteniendo una pistola invisible.

—Eres tan débil que has conseguido que pierda la motivación.

Los instintos de Hazel entraron en alerta.

—¿Qué estás haciendo...?

Un disparó hizo eco por la tierra. Sangre voló por el cielo.

Hazel Levesque, hija de Hades, cayó al suelo de espaldas, con la mitad derecha del rostro habiéndole estallado.

Escirón sostenía en sus manos una pistola semiautomática Desert Eagle con la boca del cañón aún humeando.

—¿Qué te pareció eso, elegida de Hécate?—se burló—. Esa fue mi venganza, un ataque sorpresa que ni siquiera tú pudiste prever.

Chasqueó los dedos y un Subfusil Thompson apareció en su mano libre.

—Que sea una advertencia para los dioses y sus mocosos. Gaia me otorgó el poder que ahora poseo—anunció mientras reía a carcajadas—. ¡El poder de hacer aparecer armas infinitamente!

Silencio.

Nadie reaccionaba.

El público le miraba confundido.

Los instintos del bandido se agitaron. Se giró sobre sí mismo y esquivó en el último segundo. La espada de Hazel abrió una herida a lo largo de su pecho. En lugar de sangre, brotaba arena de su interior.

—¿Oh...?—se burló la semidiosa ante la cara de dolor de su adversario.

Escirón retrocedió de un salto, buscando poner distancias entre él y su oponente. Respiraba con dificultad. Sangraba arena al haberse entregado a Gaia, pero seguía siendo mortal.

—¡Otra vez con tú con tu brujería! Te disparé justo en la cabeza... ¡¿Cómo mierda sigues viva?!

—¿A dónde crees que ibas?—cuestionó Hazel, alzando su spatha—. La pelea no ha terminado. Ninguno de nosotros ha muerto aún.

El bandido se volvió hacia donde debería haber estado el cadáver de la joven, encontrando el lugar vacío. Ni siquiera una sola gota de sangre manchaba el suelo.

"En ese momento definitivamente le volé la cabeza..."—se dijo a sí mismo—. "¿Cómo se levantó sin un sólo rasguño?"

Las manos le temblaban. Sudor frío bajaba por su rostro. Aún recordaba cómo en menos de un parpadeo había pasado de estar mirando al mar de estar de espaldas al acantilado. Recordaba cómo aquella hija de Hades le había matado con ayuda del hijo de Zeus. Ya había muerto por segunda vez. No quería morir una tercera.

"Es todo un engaño..."—se decía a sí mismo—. "Ella... ella es la hija del dios de los muertos. ¿Qué poder tiene? Algo como la súper-regeneración... ¿volvió a la vida? No... no puede ser... ¿Su magia... la hace inmortal?"

El hijo de Poseidón apuntó su Tommy Gun, pretendiendo estar más seguro de lo que realmente se sentía.

—Eso es interesante—sonrió—. Sí... déjame intentarlo.

Desató una lluvia de disparos, cociendo a tiros a su enemiga. Sangre volaba en todas direcciones. El cuerpo de Hazel terminó lleno de agujeros. Casquillos de bala cubrieron el campo de batalla hasta vaciar el cargador del arma.

El bandido abrió los ojos de par en par, con genuino terror.

—¿Ya estás satisfecho?—preguntó Hazel, bajo la forma de un sangrante cadáver viviente—. No servirá de nada. Yo morí hace setenta años y regresé de entre los muertos. La muerte ya no es nada para mí. Yo existo eternamente como la hija maldita de Plutón. Alguien como tú no es suficiente para acabar conmigo.

GIGANTOMAQUIA: La Sangre del OlimpoWhere stories live. Discover now