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El paisaje se extendía en un vasto manto de nieve blanca que crujía bajo los pies con cada paso, como si el suelo emitiera un susurro helado.

Los árboles cercanos, desnudos de hojas, se erguían como centinelas silenciosos, sus ramas cubiertas de escarcha que destellaban bajo la luz. El ambiente estaba impregnado de una quietud reverencial, rota solo por el ocasional crujido de la nieve y el suave susurro del viento. Cada rincón del paisaje parecía congelado en el tiempo, ofreciendo una visión de belleza pura y serena en medio del rigor del invierno.

Entre los árboles, unos arbustos se alzaban con ramas cargadas de rosas congeladas. Las flores, atrapadas en el tiempo por el frío implacable, lucían como joyas delicadas de cristal. Cada pétalo estaba recubierto de una fina capa de escarcha, que brillaba con una luz suave y mágica. La helada había transformado las rosas en esculturas naturales, su fragilidad resaltada por la dureza del hielo. A pesar de estar inmóviles, las rosas conservaban una belleza etérea, como si en cualquier momento pudieran descongelarse y volver a la vida.

Te acercaste lentamente hacia las flores para contemplarlas mejor, notando, incluso a través de tus guantes, lo frías que estaban. Un poco de nieve caía de los árboles, obligándote a envolverte aún más en tu abrigo para soportar el frío, hasta que una voz masculina llamó tu atención.

- Cielo! Estas por aquí?- dijo llamándote y te apartaste del árbol para ir junto al chico que estaba a unos metros de ti. -Ya me habías espantado- dijo tomando tu mano para acercarte a él.

- Lo siento, es que había unas rosas congeladas y quise verlas- mencionaste entrelazando sus manos.

El chico asintió mientras miraba hacia el lugar de donde habías venido notando un color rojo entre la nieve, él volvió su vista hacia a ti y te abrazo por la cintura ocultando su cabeza entre la unión de tu cuello y tu hombro. - Siento que me estoy congelando

- Te recuerdo que fuiste tu el que propuso venir a patinar - le recordaste con una sonrisa mientras le devolvías el abrazo.

-Bueno si, pero es que no creí que hiciera tanto frio- menciono mientras se separaba un poco de ti pero sin dejar de abrazarte. - Ya es muy tarde para quedarnos en casa a ver películas?

Tu sonreíste por su propuesta- Si nos apuramos tal vez se pueda

Él solo asintió y comenzaron a caminar juntos hacia un lago cercano, que permanecía inmóvil, su superficie cubierta por una gruesa capa de hielo que reflejaba la luz del sol invernal. El hielo, translúcido en algunas zonas y opaco en otras, creaba un mosaico de luz y sombras que danzaban suavemente con el movimiento del sol en el cielo. El aire gélido, cargado de partículas de hielo, brillaba con un resplandor etéreo, haciendo que todo el paisaje pareciera sacado de un cuento de hadas invernal.

Dejaste tus cosas en una banca que se encontraba frente al lago, para después sentarte y colocarte tus patines para el hielo, el chico imito tu acción y siseo un poco al sentir el frio del banco.

Al terminar tu pusiste te pie y comenzaste a caminar hacia el hielo, asegurándote que estuviera lo suficientemente solido para que no ocurriera algún accidente, diste unas cuantas vueltas por la orilla del lago y al concluir te adentraste mas hacia el centro y comenzaste a patinar por ahí. Hasta que notaste que Ben había terminado de colocarse los patines y te acercaste a el.

- Enserio siento que esto es una mala idea- dijo mientras se intentaba equilibrar por la orilla del lago- que tal si me caigo?

- Eso no pasara yo te sujetare- dijiste segura agarrándolo por los brazos para servirle como punto de apoyo y guiarlo poco a poco mas dentro del hielo, sus patines rozando suavemente la superficie.

Él da sus primeros pasos con torpeza, tambaleándose mientras sus pies tratan de encontrar el equilibrio en este nuevo terreno resbaladizo. Tú lo sujetas firmemente, tus ojos brillando con paciencia y comprensión.

-Primero, mantén las rodillas ligeramente flexionadas- dices con una voz suave pero firme.-Eso te ayudará a mantener el equilibrio.

Él asiente, sus labios curvándose en una sonrisa nerviosa. Intentando seguir tus instrucciones, se inclina un poco, y siente un poco más de estabilidad bajo sus pies. Tú lo animas con palabras y sonrisas, deslizándose elegantemente junto a él, siempre lista para sostenerlo si pierde el equilibrio.

Poco a poco, él empieza a confiar más en sus propios movimientos. Cada caída, cada resbalón, es recibido con risas y palabras de ánimo. Le enseñas a deslizarse, a empujar con los pies y a dejarse llevar por el movimiento natural del cuerpo.

La escena es de pura complicidad y alegría, con el sonido del hielo crujiente bajo sus patines y el eco de sus risas llenando el aire. Con cada minuto que pasa, el chico se siente más seguro, y la tú, orgullosa de sus progresos, no pudiste evitar sentirte feliz por poder compartir este momento con él.

Después de unas cuantas vueltas él te toma de la mano y las entrelazan, quedándose quietos unos momentos respirando el aire frio, llenando sus pulmones con cada respiración y creando pequeñas nubes de vapor al hablar.

- Creo que al final si me gusto patinar- dijo el chico mientras pegaba su frente con la tuya y abrazarte con su mano libre por tu espalda.

- Y decías que mejor nos regresáramos

- Aún sigo con mi idea de ver películas con una manta en el cuarto calientitos que aquí congelados- dijo riendo- pero si es contigo cualquier cosa me hace feliz.

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♡ᴡɪᴛʜ ʏᴏᴜ...ɪɴ ᴀɴᴏᴛʜᴇʀ ʟɪғᴇ°࿐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora