♡ᴡɪᴛʜ ʏᴏᴜ...ɪɴ ᴀɴᴏᴛʜᴇʀ ʟɪғᴇ°࿐

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Escenario basado en Twisted Lies

Parte 3

Habías esperado que firmar el contrato fuera el punto final, un simple trámite para sellar este incómodo acuerdo. Pero Ben no parecía tener intenciones de hacerlo tan sencillo. Su última frase colgaba en el aire como una carga, y aunque intentaste mantener la compostura, sabías que él había notado la leve tensión en tu mandíbula.

—Convencer al resto del mundo de que realmente me importas —repetiste lentamente, como si analizar sus palabras pudiera darles algún sentido más lógico. Pero no lo encontraste. Lo único que percibiste fue una trampa. Una de esas que Ben siempre parecía disfrutar colocando.

—Exactamente. —Su voz tenía un tono demasiado tranquilo, demasiado seguro. Como si ya hubiera planeado cada movimiento antes de que tú siquiera pensaras en el tablero.

Suspiraste, resistiendo el impulso de rodar los ojos. —Pensé que bastaría con aparecer en público juntos y sonreír. ¿No es eso suficiente?

Ben apoyó la barbilla en una mano, fingiendo reflexionar como si estuviera considerando tu propuesta. —Podría ser. Pero dime, ¿realmente crees que una sonrisa de compromiso convencerá a personas que llevan años observándome de cerca? ¿A socios, medios de comunicación, familiares...?

La palabra "familiares" hizo que un leve escalofrío recorriera tu espalda. No habías contemplado ese detalle. —No me mencionaste nada sobre tu familia —dijiste, entrecerrando los ojos.

—Tampoco me preguntaste. —La curva de su sonrisa se amplió, pero no había humor en sus ojos. Solo intensidad, como si disfrutara viéndote buscar la salida de un laberinto que él mismo había construido.

—¿Qué tan... involucrados están en esto? —preguntaste, con cautela.

Ben soltó una risa breve, seca. —Lo suficiente como para que si haces algo mal, no me lo dejen olvidar.

El peso de sus palabras cayó sobre ti como un bloque de concreto. No solo ibas a tener que lidiar con el escrutinio de la prensa y los círculos sociales en los que se movía, sino también con su familia. ¿Qué tipo de familia tenía alguien como Ben? ¿Serían tan imponentes como él?

Te inclinaste hacia atrás en la silla, cruzando los brazos frente al pecho mientras tratabas de pensar rápido. —Muy bien, ¿qué propones entonces?

Ben se enderezó en su silla, como si hubiera estado esperando esa pregunta. —Práctica.

Frunciste el ceño. —¿Práctica?

—Así es. Necesitamos conocernos lo suficiente para que todo esto parezca natural. Saber cómo hablas, cómo reaccionas, qué cosas te importan y cuáles te irritan. Si vamos a convencer al mundo de que estamos enamorados, al menos debemos parecer que nos soportamos.

—¿Soportarnos? —repetiste, con una mezcla de incredulidad y sarcasmo.

Ben asintió, ignorando por completo el filo en tu voz. —Por supuesto. ¿O qué? ¿Crees que ya te soportas a ti misma? —dijo, con un destello de burla en sus ojos.

Cerraste los puños bajo la mesa, respirando hondo para no lanzarte a responder como realmente querías. Sabías que estaba jugando contigo, probándote. Pero no ibas a darle la satisfacción de verte perder el control.

—¿Y cómo exactamente planeas que hagamos esta... práctica? —preguntaste, manteniendo un tono firme.

Ben se levantó de su silla, rodeando el escritorio con una calma que parecía premeditada. Se detuvo a un paso de ti, inclinándose ligeramente para estar a tu altura.

—Sencillo. Salidas, cenas, conversaciones. Yo diría incluso que unas cuantas discusiones públicas para darle algo de realismo.

Sus ojos no se apartaron de los tuyos, y por un segundo odiaste lo magnético que podía ser. Esa manera de sostener la mirada que hacía que te sintieras expuesta, como si pudiera ver más allá de tus palabras y pensamientos.

—Y dime, ¿esto también está en el contrato? —preguntaste, levantándote para no dejarte intimidar por su proximidad.

—No. Pero tú y yo sabemos que es necesario. A menos, claro, que quieras que todos piensen que esto es tan falso como es.

No respondió de inmediato, pero algo en su mirada cambió, como si estuviera considerando algo que no quería decir en voz alta. Finalmente, dio un paso atrás y encogió los hombros. —No me importa. Mientras funcione, el cómo es irrelevante.

La manera tan desinteresada con la que lo dijo te dio un extraño vuelco en el estómago. No querías admitirlo, pero había algo en él que te descolocaba.

—De acuerdo —dijiste finalmente—. Practicaremos. Pero no esperes que esto sea sencillo.

Ben esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos. —No me gustan las cosas sencillas.

Y con esas palabras, te quedó claro que esta farsa iba a ser mucho más complicada de lo que habías anticipado.

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