CAPÍTULO 31 No es broma

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El estado de Minnesota tenía un clima predilecto para que la pareja pudiera viajar, el estado ubicado al medio oeste de los Estados Unidos limitante con el país Canadá, era muy visitado por turistas, Selena y Ross se encontraban en el avión privado de la actriz listos para llegar pronto al condado de Carver, llegando a la ciudad de Chaska, no era un lugar con demasiados habitantes, porque el sitio contaba con grandes extensiones de naturaleza que impedían la propagación de personas que quisieran construir en áreas protegidas, dicha ciudad contaba con varias atracciones que hacían que el lugar no fuera del todo aburrido, Ross estaba encantado siempre de volver a casa, aunque su idea no era vivir en ese territorio, deseaba mucho encontrar un punto neutro donde se sintiera cómodo y sobre todo su novia, ella es quien iba a cargar con el peso de un bebé gigantesco en su vientre, merecía elegir primero.


Selena se estaba sobando el vientre, los malestares atacaban, el mes de julio llegó anunciando la semana diez de gestación, ansiaba que terminara el primer trimestre para dejar de sentirse tan mal, el estar en el aire le daba ansiedad, sentía como su boca excedía en salivación, eso era incómodo, lentamente se puso de pie para poder ir al baño y devolver la comida.

Ross la miró asustado. —Selly, ¿Te sientes bien? — vio que se paró del asiento.

Dio un largo respiro para poder hablar. —Me siento mal, necesito ir al baño— entrecerró los ojos tratando de aguantar el asco.

—¿Quieres que vaya contigo? —

—No, tranquilo, no quiero que veas todos mis vómitos— rio. —No tardo, o bueno, sí, si tardaré, ya vengo—

De su asiento, se trasladó al baño, caminando en el pasillo de su avión privado, era de gran utilidad tenerlo, al llegar al baño no se molestó en cerrar la puerta por completo, sabía que aunque le dijo a Ross que no necesitaba que viera todo ese desastre que iba a hacer en el inodoro, él iba a llegar pasados unos minutos para asegurarse de que todo estuviera en orden, no era un hombre controlador, pero debía admitir que su novio no la dejaba a sol ni sombra por el embarazo, entendía su miedo, solo por eso, no pensaba reclamarle nada, además, un poco de atención extra nunca le iba a caer mal.

Acercándose a la taza del baño, inevitablemente vomitó, devolviendo el desayuno que su novio le preparó esa mañana, era una pena regresarlo en ese estado líquido tan asqueroso, luego de hacer eso, jaló la palanca y se sentó en la tapa de la taza del baño, respirando profundo, el malestar más grande había pasado, se puso de pie para lavarse los dientes y enjuagarse la cara, estaban a corto tiempo para llegar a su destino y ya era momento de que ella se maquillara para aparecer decente en la casa de los señores Travis.

Sin tardar, Ross estaba ya entrando al baño. —¿Estás mejor? —

—Sí, mi estómago se calmó y los síntomas pararon— se secó la cara.

—Parece que bebé tiene muchas ganas de hacerte sufrir un rato— bromeó tocando el vientre de su novia.

—Sí— rio. —Tiene muchas ganas de que no disfrute de tu comida—

Él besó su cabeza. —¿Vas a arreglarte ya? — vio que se ataba el cabello para comenzar con la rutina de maquillaje.

—Sí, no voy a llegar con esta cara de enferma a la casa de tus padres, la última vez que fui, me dio mucha vergüenza, me sentí como la peor invitada—

—No eres la peor invitada— rio. —Ese fue un amigo que llegó conmigo en pleno estado de ebriedad cuando estaba en la universidad, ambos vomitamos en la nueva alfombra color blanco de mi madre, ese día fue mi invitado más vergonzoso, así que tranquila, no eres tú— dijo riendo.

Mi vicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora