Capítulo 14 (2/2)

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Estaba tan emocionada que desperté al final a toda la casa, así que para compensarlo hice la comida, me salieron unos macarrones buenísimos con su carne picada, su sofrito y sobretodo no podía faltar el queso gratinado por encima, dios que rico. Adoro la pasta.

Mis tíos ya me trataban como una hija más, el ambiente me encantaba en esta casa aunque estuve toda la tarde súper nerviosa por que sería de nuevo mi primer día de trabajo así que quedé con Thiago y todo el grupo, me calmaron bastante incluido Albert, me dijo que él ya había trabajado allí antes del accidente de moto, que había buen compañerismo y siempre eran risas.

(UN MES DESPUÉS)

El mes me pasó volando, entre que trabajaba de lunes a viernes, los fines de semana hacíamos cosas con el grupo y de vez en cuando quedaba a solas con Thiago. Para conocerle mejor. Pero algo me decía dentro de mi que estaba haciéndolo mal, no podía soportar el dolor que estaba provocando a mi propia mente. Estaba entre la espada y la pared. ¿Era la única que estaba intentando pasar página? ¿Él me estaría recordando o esperando?

Creo que eso lo empezaba a notar mi físico, poco a poco iba adelgazando más y más, no podía comer casi y a parte Thiago que era la persona que más lo pasaba a mi lado lo fué notando, así que tuvó la gran idea de invitarme a pasar el fin de semana solos sin nadie a nuestro lado, solo él y yo en una cabaña en mitad de la nada, sin cobertura, sin Internet. Nosotros, la naturaleza y la paz interior.

Llegamos a la cabaña que tardamos como una hora, que fuimos por una carretera de piedras y subidas menos mal que mis primos me dejaron una camioneta 4 x 4, era preciosa desde fuera toda empedrada y de dos pisos con terraza, simple pero preciosa. Con un techo negro y una chimenea en el interior en la sala de estar, que ya tenía ganas de encenderla y sentarme a relajarme delante. Era de sus abuelos cuando se vinieron a vivir a España, Thiago los recuerda con mucho cariño los echa de menos, empezamos acomodarla, buscar leña para la chimenea y dejar las mochilas en la habitación. Era enorme, vista de fuera no lo parecía para nada.

Me daba tanta paz, encima tenía una gran terraza con vistas a todo un valle con un lago de color azul cristalino, que si no hiciese frío ya me hubiese metido a bañarme, pero estaba tiritando hasta que Thiago vino por detrás a taparme con una manta. Es tan atento, incluso me hizo la cena, unas pizzas caseras que preparó por la tarde para solo llegar aquí y meterlas en el horno, al final cenamos fuera con unas velas, que se apagaban todo el rato por el aire que hacía, pero todo súper romántico y a la vez gracioso. Solo se esuchaban nuestras risas.

- Que aproveche Xenia, espero que te guste. - dijo cortando mi pizza - La he echo especialmente para ti, le pregunté a tus primos que era lo que más te gustaba en una pizza.
- No hacía falta tanto pero muchas gracias por todo esto, lo necesitaba - dije mirándole a los ojos - Pero no te pongas rojo por que te mire a la cara. Me gusta hacerlo. Siempre prefiero mirar a los ojos, dicen que es el espejo del alma.
- Culpa tuya por mirarme con esos ojazos que tienes y lo guapa que eres. Que seguro que te lo han dicho mucho y que soy solo uno más de la lista.
- ¿A que ahora soy guapa? - dije intentando ponerlo aún más nervioso - Antes no lo era?
- Xenia no juegues conmigo no sabes como somos los latinos, no me conoces del todo. -dijo levantándose de su silla y acercándose a mi. - Quieres probar como somos? Hace tiempo que yo si quiero probarte parsera. Y si estoy hablando físicamente. Me atraes mucho desde el día uno que llegaste al grupo.
- A lo mejor deberías tener tu miedo de mi, parezco muy inocente pero no conoces mi pasado. -dije levantándome y poniéndome a milímetros de su boca. - Ten cuidado Thiago. Puedo utilizar eso en tu contra.

En ese momento destacó la guerra entre nosotros, una guerra que tenía que pasar luego de esa conversación la tensión había subido bastante, me agarró de las nalgas levantándome con una sola mano mientras que la otra apartó todo lo que había encima de la mesa si adiós pizzas, sentándome en una de las esquinas de la mesa, todo parecía de película a la luz de la luna y las estrellas. Una de sus manos empezó a jugar con mis labios inferiores y la otra mano me agarró de la cabeza dirección mirándole a él a la cara, quería verme como estaba disfrutando, eso le daba mucho placer mientras él me tocaba sin parar. Y no solo me tocaba la vagina sino también el clítoris haciendo movimientos circulares, en pocos segundos empezaba a econtrarme los puntos débiles que tenía, que hacen que me vuelva loca. Era un tramposo. Era esto follar con un latino?

Hasta que paró pero no por mucho tiempo, menos mal porque mi temperatura era demasiado alta y estaba muy cachonda solo pensaba en el sexo, era para cambiar la postura, para sacarme de la mesa y ponerme de espalda contra el muro de la terraza, mis ojos daban en el valle y con unas cuerdas atarme las manos para que no me moviera. Y me susurró algo al oído, que hizo que se me pusiera la piel de gallina.

- Esta noche te haré mía, vas a gemir como nunca lo has echo, tus piernas van a temblar hasta que no puedan más. Vas a recordar esta noche para siempre. mi nombre va a ser tu palabra favorita y tus gemidos va a ser lo mío.

Eso me dio mucho morbo, y lo que no era morbo también, ahí comprendí que debía dejarme llevar por él. Pedazo latino me había tocado, dios que cuerpazo tiene. Me quitó los pantalones y me dio dos nalgadas que me dejaron marca en todo el culo eso me ponía aún más, solo podía pedirle que me diera más, luego me quitó el tanga que llevaba que para que me lo pongo la verdad y cuando me giré haber que hacía lo estaba oliéndolo. No entiendo por que lo hacen pero sientes algo por dentro cuando ves como lo hacen.

- Que bien hueles señorita Xenia, me harías el gran favor de dejarte probar? Aunque no podrás resistirte mucho estando atada así. Lo tomare como un si - Dijo bajando lentamente hasta ponerse casi de rodillas - Voy a probar el postre que aproveche. Espero que estés dulce mi señorita, porque como sea así no podre parar de comerte y la verdad es lo que quiero.

No podía evitarlo me estaba encantando nunva me habían echo un sexo oral así, todo lo que hacía era tan fogoso, tan morboso, tan sexo duro, hacía que llegase a mis limites, estuvimos probando varios lugares de la casa queríamos probarlos todos, encima de la encimera de la cocina, en la lavadora encima encendida que eso daba mas placer , en el sofá que parecía una cama pero lo hucimos sentados era mi momento de ponerme encima de él y enseñarle también algunos trucos, en la ducha con agua fría, hasta acabar en la cama que allí fue el final después de seis horas intensas, fue lo mejor de la noche pero también lo peor. Lo mejor esque tuve el mejor orgasmo de momento desde que me desvirgaron pero lo peor es ...

ALL-IN, CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora