🚗🚗 Capítulo 14 🚗🚗

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JAVIER

Dos años atrás.

El salón del Club Campestre estaba adornado con elegancia y opulencia, reflejando la clase alta de la ciudad. Las paredes estaban revestidas con paneles de madera oscura y adornadas con cuadros de renombrados artistas locales. Grandes candelabros de cristal colgaban del techo, iluminando el lugar con una luz suave y cálida. Mesas cubiertas con manteles blancos impecables estaban dispuestas por todo el salón, cada una decorada con centros de mesa florales y cubiertos de plata.

Hombres en trajes hechos a medida y mujeres en vestidos de diseñador se movían por el lugar, sosteniendo copas de champán y conversando en tonos sofisticados. La música de una pequeña orquesta de cuerdas llenaba el ambiente, añadiendo un toque de refinamiento a la velada.

Me acerqué con mi padre a saludar a mi primo Nicolás, el sobrino favorito de mi padre. Nicolás, con su porte seguro y su sonrisa de triunfo, estaba rodeado de un pequeño grupo de admiradores.

—Felicidades, Nicolás, por tu triunfo en las elecciones del concejo de la ciudad. Estoy orgulloso de ti —dijo mi padre, dándole una palmada en la espalda.

—Gracias, tío Francisco —respondió Nicolás, condescendiente. Luego, volviéndose hacia mí, añadió—: Tal vez algún día sigas mis pasos y los de tu padre, pero primero tendrás que demostrar que puedes ganar unas elecciones escolares.

Mi padre se rio, disfrutando de la broma. Yo, sin embargo, no lo encontré gracioso. Forcé una sonrisa para ser amable, pero por dentro me sentía molesto. Era evidente que mi padre nunca me había dicho que estaba orgulloso de mí, pero parecía encantado con Nicolás.

Me excusé educadamente, diciendo que necesitaba tomar un poco de aire. Salí al balcón del salón, donde la brisa fresca de la noche me ofreció un breve alivio del bullicio interno. Mirando las luces de la ciudad a lo lejos, saqué mi teléfono y vi el contacto de Kika. Me pregunté si debía llamarla. Ella siempre me hacía sentir mejor cuando estaba en tales eventos.

Sin embargo, busqué otro contacto: el de Anna. En ese momento, ella era la única persona con la que quería hablar.

Presioné el botón de llamada.

—Hola, Anna —dije cuando ella contestó—. ¿Puedes hablar un rato? Necesito escuchar una voz amiga.

—Claro, Javi —respondió ella con suavidad—. ¿Qué pasa?

—Estoy en una de esas aburridas fiestas de mi familia. No puedo soportar más a mi primo Nicolás y sus comentarios condescendientes. Quiero salir de aquí.

—Lo siento, Javi —dijo Anna—. ¿Quieres que vaya a buscarte?

—En realidad, estaba pensando en ir a buscarte a ti en mi moto —le propuse, un poco nervioso pero emocionado por la idea.

—¿Tu moto? —dijo Anna, sorprendida—. ¿Pero no se supone que no tienes permiso para conducir?

—Sí, bueno, eso es un pequeño detalle —respondí divertido—. Si nos atrapan, iremos a la cárcel juntos.

Anna se rio.

—Eres un loco, Javi. Está bien, ven a buscarme.

No perdí tiempo. Me despedí de mi padre y salí del evento con la excusa de que necesitaba aire fresco. Llegué al edificio donde vivía Anna y la esperé en la entrada, sentado en mi moto. Cuando ella salió, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver la moto.

—¡Guau, Javi! Se ve lujosa —exclamó, admirándola.

—Es una moto de alta gama —le dije con una sonrisa, sintiéndome orgulloso—. Solo espera a ver el auto.

Destruyendo a JaviannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora