👀👀 Capítulo 20 👀👀

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ANNA

Apenas se abre la puerta, veo que la profesora Débora está agachada, con una pequeña gaveta abierta, en la base de su escaparate de libros. Pero esa imagen no dura ni un segundo, pues inmediatamente pega un salto y se apresura a cerrar la gaveta de golpe, como queriendo esconder su contenido. 

Me mira con los ojos bien abiertos, pálida del miedo.

—¿Anna? ¿Qué haces aquí?

Buena pregunta. No pensé en una excusa. Solo vi que la Reina Blanca estaba tuiteando en vivo y salí corriendo a la oficina sin pensarlo muy bien. Miro hacia la base del escaparate. Maldigo en mis adentros al ver que está bien cerrada. Lo que sea que esté allí adentro, es un misterio. Por ahora.

—¿Anna? —insiste Débora—. ¿En qué te puedo ayudar?

Rayos. ¿Qué excusa invento?

—Emm... profesora... —hablo, poniendo a trabajar al máximo mi mente, en busca de una excusa convincente. Y solo hay algo que puede sonar más o menos verosímil—. La verdad, es que creo que ya es hora de que me deje participar en algún torneo.

—¿Disculpa? —Ella se cruza de brazos.

—Sí. —Yo también me cruzo de brazos. Como poniéndome a su mismo nivel—. Usted bien sabe que soy la mejor del equipo. Y he estado entrenando por días. Creo que ya va siendo hora, ¿no?

La profesora tuerce sus labios en una sonrisa sobrada.

—¿Eso piensas? —Me mira de arriba a abajo—. Puede que sí. Que seas la mejor. Pero hay algo más que hay que tener en cuenta.

—¿Y eso qué es?

—Que no confío en ti.

Alzo una ceja. Sé que lo de que me deje participar en torneos es solo una excusa, pero no puedo evitar ofenderme por ese comentario.

—¿Por qué no confiaría en mí? —pregunto.

—Dime la verdad, Anna Echeverri. ¿Por qué volviste al equipo?

—¿Perdón?

—Lo que me escuchaste —repite—. ¿Cuál fue la verdadera razón de volver al equipo?

—Yo... Pues... —Esa pregunta me tomó por sorpresa. Decido responder con una pizca de verdad. Si quieres que tus mentiras sean creíbles, haz eso. Mézclalas con algo de verdad—. Lo cierto es que... extrañaba al equipo. Extrañaba la emoción de cada partida. La tensión de ver que hace el contrincante... que movimiento usa para mi estrategia. Extraño revaluar mi plan y pensar en soluciones.

Parece que mi discurso funciona, porque ella me cree.

—Está bien. —Asiente con una leve sonrisa—. Voy a pensar dejarte estar en algún torneo.

—Gracias —respondo, relajándome un poco más. Abrir la puerta de golpe me dejó un poco tensionada.

—¿Algo más? —pregunta Débora.

No se me ocurre nada más que decir. Así que niego con la cabeza y me doy media vuelta para retirarme. Sin embargo, se me ocurre algo. Una idea tan lógica, que no sé cómo no se me ocurrió antes.

Si la profesora es la Reina Blanca y yo le escribo al chat de la reina, ahora mismo, probablemente su teléfono suene con el timbre de nueva notificación. Podría funcionar. Vale la pena intentarlo. Así que saco mi teléfono, busco el chat con la Reina Blanca y escribo:


Anna:

¿Estás allí?


Destruyendo a JaviannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora