ANNA
Corro como si mi vida dependiera de ello. En realidad, mi vida tal como la conozco sí depende de esto. Cada paso que doy hacia el club campestre es un intento desesperado por detener a Hugo antes de que revele la verdad sobre Javianna.
Mi propio hermano quiere destruirme. Me duele tanto que apenas puedo respirar, pero sigo corriendo.
El aire me falta, mis piernas tiemblan, siento que voy a desfallecer en cualquier momento, pero no puedo dejar de correr. No puedo permitir que destruya mi carrera. Tengo que llegar a tiempo al evento y detenerlo.
Mis rodillas empiezan a fallar. Cada paso es un suplicio. Tropiezo y caigo por una colina en el parque. Ruedo por la grama mojada y siento la tierra empapada manchando mi ropa, mi piel. Me duele todo. Las lágrimas comienzan a correr por mi rostro. Estoy sucia, cansada y al borde de perderlo todo.
Me quedo un momento en el suelo, sollozando.
Mi celular vibra. Es otro tuit de la Reina Blanca.
Reina Blanca:
¡Pocos minutos! ¡Pocos minutos! ¡Ya casi!
Sacudo la cabeza. No. No puedo rendirme. Encuentro fuerzas en algún rincón de mi ser. No puedo rendirme ahora. Me levanto, temblando y dolorida, y vuelvo a correr. Cada paso es una batalla, pero sigo adelante. No puedo dejar que Hugo arruine todo por lo que he trabajado. No hoy. No nunca.
Sigo corriendo, empapada y con barro pegado a mis ropas. Cada zancada es más pesada que la anterior, pero no me detengo. Tengo que llegar al club campestre. Tengo que detenerlo. Tengo que proteger lo que he construido con tanto esfuerzo.
Pero... por más que corro, las fuerzas me abandonan. El cuerpo deja de responder.
Caigo de rodillas, derrotada. Las lágrimas corren por mi rostro mientras siento que el mundo se desmorona a mi alrededor. Lo he perdido todo, y lo peor es que la traición viene de mi propio hermano. Hugo, mi propio hermano, ha decidido destruirme.
Saco mi celular. Tiene la pantalla rota, pero todavía le sirve el táctil. Busco el contacto de Javier y lo llamo. Pero él no responde. Vuelvo a llamar y no responde. Vuelvo a llamar y no responde.
No responde.
No responde.
No responde.
¡MALDITA SEA! ¡POR QUÉ NO RESPONDE!
Intento con Julia. Tampoco no responde.
¡MIERDA, MIERDA, MIERDA!
El dolor y la desesperación me superan, y me dejo caer al suelo, llorando. Ya no tengo fuerzas para seguir. Entonces, escucho algo. Una bocina, insistente, como si estuviera llamando la atención de alguien. Levanto la mirada y veo un carro blanco estacionado cerca de mí.
Una chica de piel oscura se asoma por la ventana del conductor. Tiene cabello rizado y unos lazos amarillos que adoran dos coletas laterales.
—¿Eres Anna Echeverri del canal de Javianna?
Parpadeo, sin saber qué decir. La chica me sonríe y sigue pitando, repitiendo la pregunta:
—¿Eres Anna Echeverri?
Proceso lentamente lo que está pasando y, dubitativa, asiento lentamente. La chica vuelve a sonreír y pregunta:
—¿Necesitas ayuda? ¿Necesitas que te lleve a algún lado?
Asiento de nuevo, esta vez con un poco más de determinación. La chica me hace señas para que me acerque. Con esfuerzo, me levanto y, casi arrastrando los pies, camino hacia el carro. Siento que esta puede ser mi única oportunidad de llegar a tiempo y salvar lo que queda de mi carrera y mi dignidad.
Me acerco al carro, con el corazón latiendo con fuerza y una pequeña esperanza encendiéndose dentro de mí.
Abro la puerta del carro, me siento en el asiento del copiloto y me pongo el cinturón. Todo lo hago como si mi cuerpo estuviera en cámara lenta, sin decir una sola palabra. La chica me mira y pregunta:
—¿A dónde quieres ir?
—Al Club Campestre —murmuro.
La chica sonríe y pone el auto en marcha. Mientras conduce, me pregunta si estoy bien. No respondo. Solo permanezco en silencio, mirando fijamente el camino lleno de autos.
—Siempre he sido tu fan, Anna —me mira con sus ojos llenos de un brillo de admiración.
Asiento.
—Gracias —murmuro, sin mucho entusiasmo.
La chica sigue hablando, claramente emocionada.
—Aunque me gustan tus videos actuales con Javier, yo te seguía desde mucho antes, desde que tenías un canal de estudio donde enseñabas lecciones de la escuela.
Abro los ojos de par en par.
—¿Eras Estrellita? La única fan que me comentaba los videos antes de que fuera famosa.
La chica asiente con una gran sonrisa.
—Sí, soy Estrellita.
La miro, sintiendo una pequeña chispa de reconocimiento y gratitud.
—De todas las personas en el mundo...—balbuceo.
—¡Lo sé! —chilla con entusiasmo—. ¿No es una locura?
Es como si el universo me estuviera enviando un mensaje. Yo sé que no creo en estas cosas esotéricas del destino y no sé qué más tonterías. Sin embargo, esto es otro nivel. Esto es como un milagro. Y ella, mi ángel de la guarda.
—Siempre admiré cómo continuabas subiendo contenido sin importar si tenías 3 o 10 visitas —dice Estrellita, con una sonrisa nostálgica—. Eso me inspiraba a seguir adelante con mis propios proyectos. Pensar que, a pesar de todo, seguías adelante... Eso me daba esperanza.
La escucho, todavía en shock por la situación. Nunca pensé que alguien pudiera admirar tanto mi perseverancia.
—Cuando te volviste famosa, me hizo pensar que cualquiera puede alcanzar sus sueños si se esfuerza lo suficiente —continúa Estrellita—. Ver tu crecimiento me motivó a no rendirme, a seguir luchando por lo que quiero. No tienes idea de cuánto me ayudaste.
Asiento lentamente, sintiendo una mezcla de emociones. Su sinceridad y admiración me tocan profundamente, y por un momento, la desesperación y la rabia que sentía hace unos minutos se disipan un poco.
Eventualmente, llegamos a la entrada del club.
—Bueno, ya estamos a aquí —anuncia la chica.
Asiento, abro la puerta y me bajo. Volteo a mirarla y uso cada gramo que me queda de energía para agradecerle.
—Muchas gracias.
—No. —Me sonríe—. Gracias a ti.
Ella agita su mano para despedirse y echa a andar su carro. La veo alejarse en la oscuridad de la noche. En ese instante me doy cuenta de que no le ofrecí un autógrafo, ni una foto, ni un abrazo. Nada para agradecerle.
Apenas me puedo mantener en pie. Y no sé cómo mi cerebro sigue funcionando. Doy media vuelta y camino hacia el salón de eventos del Club Campestre.
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Destruyendo a Javianna
Romance👑Anna tiene todo lo que una chica de 18 años podría querer: fama💅, dinero💵, poder y el novio más guapo💏. Todo gracias a que Javier Lleras, una estrella en Tik Tok y compañero de clases, le pidió que fuera su novia en un video que se hizo viral...