👫🤝Capítulo 42👫🤝

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ANNA

Me dirijo al punto de encuentro con Sebastián, un parqueadero oscuro y solitario en las afueras de la ciudad. La humedad del lugar y la tenue iluminación de las luces parpadeantes añaden más inquietud a mi ser. Llevo puesta una capucha, tratando de ocultar mi identidad a los ojos de la Reina Blanca, pero no puedo evitar sentirme expuesta y vulnerable.

Siento que me están observando. Incluso en mitad de una noche sin luna.

Sebastián está allí, esperando. Su figura delgada se destaca entre las sombras, y al verme, su rostro se ilumina brevemente antes de volver a la preocupación.

—Anna —dice, acercándose. Se inclina para darme un beso en los labios, pero nota que algo anda mal y me besa en la mejilla—. ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanto misterio? ¿Por qué pediste encontrarnos aquí?

—Sebs —respondo, mi voz es baja y temblorosa—. Tenemos que hablar. Algo muy grave está sucediendo, y... creo que solo hay una forma de manejarlo. No quiero hacerlo, pero es... la única salida que encuentro.

—¿Qué está pasando? —repite Sebastián, su tono urgente—. Me estás asustando, Anna Echeverri.

Respiro hondo, tratando de reunir el valor para lo que tengo que decir.

—Sebs, no sé cómo decir esto, así que solo lo diré como me viene a le mente: debemos alejarnos y cortar toda comunicación —le suelto de golpe, sintiendo que cada palabra es un golpe en mi propio corazón.

Él se queda en silencio, sus ojos reflejan sorpresa y dolor.

—Eso suena a que estás terminando conmigo —dice finalmente, con su voz quebrada.

—No es así, Sebs —le aseguro rápidamente, tratando de calmarlo. Tratando de darle un rayo de esperanza entre los cielos grises—. Solo es por un tiempo. Tú sabes que... hay gente que nos está observando, todo el tiempo, en cada lugar.

—¿La Reina Blanca? —pregunta, dando un paso hacia mí—. ¿Es en serio, Anna Echeverri? ¿Estás terminando conmigo después de que yo te pedí hace días exactamente eso?

—No estamos terminando...

—¡Sí lo estamos! —grita, abriendo los ojos de par en par, mientras su cara se pone tan roja como su cabello—. ¡Esto es una ruptura para mí! ¡Y fue exactamente lo que pedí, Anna Echeverri! ¡Pero me convenciste de seguir! Me convenciste después de...

Se atraganta por sus propias palabras. Sé lo está omitiendo. Lo sé perfectamente. Yo lo amarré a mí cuando tuvimos relaciones. Yo sabía que él no me dejaría después de intimar conmigo y aún así, aquí estoy, pidiéndole que nos tomemos un tiempo.

—Yo no quería, Anna...—confiesa, agachando su cabeza, por la evidente vergüenza de sus ojos.

—¿Qué?

—Lo que hicimos... yo... yo no quería. Yo... es decir... la santidad del matrimonio Anna. La santidad de nuestros cuerpos...

Pongo los ojos en blanco.

—Ay, Sebas no me vengas con eso ahora.

—¡Yo no quería! —Se lleva las manos a la cabeza—. ¡Maldita sea! ¡Cómo voy a estar con alguien más! ¡Se supone que solo debo acostarme con una sola mujer! ¡Mi esposa!

—¡Nov amos a terminar, Sebas! —reitero—. ¡Esto es solo temporal! Mientras descubro quien es la Reina Blanca. Luego, todo estará bien, bebé. Te lo prometo.

Él continua con la cabeza agachada, negando con la cabeza.

—Y hay algo más —agrego, sintiendo el peso de mis palabras—. Es posible que te sigan o te escriban en tus redes sociales. Debes estar preparado para eso.

Destruyendo a JaviannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora