ANNA
Un año antes.
La música retumbaba en las paredes de la casa, y la gente reía y bailaba, y yo sentía un nudo en el estómago, esperando encontrar a Javier entre la multitud sudorosa. Busqué entre los cuerpos bailantes y las caras desconocidas. No había señal de Javier, pero vi a Germán cerca de la mesa de bebidas. Me acerqué rápidamente.
—¡Germán! —llamé, intentando que mi voz se escuchara por encima del ruido—. ¿Dónde está Javier?
Germán se giró hacia mí, y por un instante, vi la sorpresa en su rostro. Luego, su expresión se volvió cautelosa.
—No tengo ni idea, Anna —dijo, encogiéndose de hombros de manera exagerada—. No lo he visto en un buen rato.
Lo miré fijamente, sintiendo que la rabia comenzaba a hervir dentro de mí. Sabía que estaba mintiendo. Germán siempre era así, cubriendo a Javier cuando se metían en problemas juntos.
—Germán, no me mientas —le dije con firmeza—. Sé que sabes dónde está. No ha contestado mis mensajes ni mis llamadas. ¿Dónde está?
Germán desvió la mirada, nervioso, y se rascó la nuca.
—Te juro que no sé, Anna —insistió, pero su voz sonaba menos convincente.
La frustración me invadió. Javier sabía lo mucho que me molestaba que saliera con Germán y sus amigos. Siempre había considerado que eran malas compañías, y ahora tenía otra razón para pensar eso.
—Esto es ridículo —murmuré.
Sin esperar respuesta, me di la vuelta y vi a una pareja bajando las escaleras. Sus ropas estaban arrugadas y descuadradas, y sus cabellos, alborotados. Fue fácil imaginar qué habían estado haciendo. Una idea comenzó a formarse en mi mente, una idea que me llenó de ansiedad y miedo: Javier podía estar en el segundo piso, en una habitación, con otra chica.
Mi corazón comenzó a latir desbocado, la sangre retumbaba en mis oídos. No podía quedarme sin saber. Tenía que descubrir si Javier me estaba siendo infiel. Empecé a subir las escaleras, sin prestar atención a Germán, que me llamaba asustado, pidiéndome que me detuviera.
—¡Anna, espera! ¡No subas! —su voz sonaba desesperada, pero no me importaba. Estaba decidida.
Cada paso que daba hacia el segundo piso me llenaba de más ansiedad. Al llegar arriba, miré las puertas cerradas a mi alrededor, tratando de decidir cuál abrir primero. Mi corazón me guiaba. Me dirigí a una puerta en particular, la que estaba entreabierta.
Abrí la puerta de golpe, mi mente y mi corazón rezando por no encontrar lo que temía. Pero ahí estaba, la peor escena posible: Javier y Kika, en la cama, besándose apasionadamente.
Todo se detuvo en ese momento. El tiempo pareció congelarse. Mi corazón se rompió en mil pedazos mientras los veía. Javier y Kika se separaron bruscamente, sus rostros llenos de sorpresa y culpa.
—¡Anna! —Javier exclamó, su voz llena de pánico y remordimiento.
Pero yo ya no podía escuchar. Todo se desvaneció a mi alrededor. Sentí una oleada de dolor que me dejó sin aliento.
Sin decir una palabra, me di la vuelta y salí corriendo de la habitación, con las lágrimas brotando de mis ojos, buscando escapar de la horrible realidad que acababa de descubrir.
Salí corriendo de la casa de Germán, las lágrimas brotaban sin control. La imagen de Javier y Kika en la cama seguía grabada en mi mente, quemando como un hierro candente. Sentía una mezcla de vergüenza, dolor y rabia. ¿Cómo podía haber sido tan tonta? ¿Todos lo sabían? ¿Germán, sus amigos? El pensamiento me llenaba de más angustia.
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Destruyendo a Javianna
Любовные романы👑Anna tiene todo lo que una chica de 18 años podría querer: fama💅, dinero💵, poder y el novio más guapo💏. Todo gracias a que Javier Lleras, una estrella en Tik Tok y compañero de clases, le pidió que fuera su novia en un video que se hizo viral...