JAVIER
Descubrir que Anna tiene novio me duele más de lo que esperaba. Había pensado que podría reconquistarla, que podría demostrarle que aún soy el mejor para ella. Pero si ella tiene novio, eso lo cambia todo. Me pregunto si ese tal Sebastián será mejor que yo. ¿Será más divertido, más comprensivo, más cariñoso? La duda me carcome. ¿Valdrá la pena seguir intentando recuperar el amor de Anna? ¿Debería rendirme?
No quiero saber mucho de Sebastián. Prefiero que su cara sea desconocida por siempre. Hace las cosas más fáciles, menos dolorosas. No quiero imaginar su rostro, no quiero saber si es más guapo, más atlético, más interesante. Prefiero quedarme con la idea de que nadie puede ser mejor para Anna que yo. Pero, ¿y si me equivoco? ¿Y si él la hace más feliz de lo que yo nunca pude?
Me duele pensar que el espacio que una vez ocupé en su vida ahora lo ocupa otro. Me duele pensar que sus sonrisas, sus abrazos, sus palabras dulces, todo lo que solía ser mío ahora pertenece a otra persona. Pero no puedo dejar de preguntarme si, a pesar de todo, aún tengo una oportunidad. Si hay una chispa de esperanza, una pequeña posibilidad de que Anna vuelva a mí.
Rendirme sería lo más fácil. Pero no sé si puedo. No sé si quiero. Anna es... Anna es todo. Y perderla definitivamente, sin luchar hasta el último aliento, es algo que no sé si puedo aceptar.
Por otra parte, estoy preocupado por Anna. La escena de anoche sigue rondando en mi mente, su arrebato de rabia sigue grabado en mi memoria. Es decir, ¿qué rayos fue eso? Yo he visto a Anna enojada antes, pero no a este nivel.
Sé que lo hizo porque está harta, porque la presión de todo esto está afectándola más de lo que muestra. Pero no esto no puede volver a pasar. Anna tiene que ser más inteligente que esto. Después de todo, ella es la que piensa entre los dos. El cerebro de Javianna. Ella piensa y yo hablo. Así ha sido siempre.
Después de que Julia deja a Anna en la escuela, la veo desde lejos. Se ve cansada. Me acerco a ella y tomo su mano con gentileza.
—Ven conmigo —le susurro.
La llevo a un pasillo solitario, lejos del bullicio de los estudiantes. Una vez allí, la miro a los ojos y hablo con voz baja y suave.
—Anna, tienes que confiar en mí. Somos un equipo. No puedes volver a hacer eso, lo de anoche.
Ella asiente, sus ojos reflejando una mezcla de comprensión y cansancio.
—Lo sé, Javi. No volverá a pasar.
Nos quedamos en silencio, mirándonos fijamente. En ese momento, siento algo más, una chispa de aquello que sentí cuando nos estábamos enamorando por primera vez. Es una sensación cálida, un recordatorio de lo que una vez tuvimos y de lo que aún podría ser.
Pero antes de que pueda decir algo más, la campana que anuncia el comienzo de las clases suena, interrumpiendo el momento.
—Nos vemos después —le digo, apretando suavemente su mano antes de soltarla.
—Sí, nos vemos —responde ella, y se aleja para dirigirse a su clase.
La observo mientras se va. Una parte de mí desea poder hacer más por ella, por nosotros. Pero por ahora, todo lo que puedo hacer es estar aquí, a su lado, apoyándola en cada paso del camino.
Más tarde, estoy en clases, pero no puedo concentrarme. Mi mente sigue volviendo a Anna, a su arrebato de anoche, a cómo puedo ayudarla y apoyarla mejor. Tomo mi libreta y, en la parte de atrás, comienzo a escribir una carta para ella.
Escribo todo lo que siento, cómo me preocupa, cómo quiero que sepa que siempre estaré a su lado. Quiero que cada palabra demuestre que puedo ser mejor que ese tal Sebastián o mejor que nadie. Que somos el uno para el otro. El equipo perfecto.
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Destruyendo a Javianna
Romantizm👑Anna tiene todo lo que una chica de 18 años podría querer: fama💅, dinero💵, poder y el novio más guapo💏. Todo gracias a que Javier Lleras, una estrella en Tik Tok y compañero de clases, le pidió que fuera su novia en un video que se hizo viral...
