Destruyendo a Javianna

👿👿Capítulo 47👿👿

ANNA

Veo a Sebas y a Hugo, y pienso que esto es de lo que están hechas las pesadillas. Este es el momento en el que espero despertar. ¿Qué pasa? ¿Por qué no despierto todavía? ¿Esto realmente está pasando?

Miro a Sebas, pidiéndole una explicación con la mirada. Sin decir nada. Él evita verme directamente, aparta la vista, como avergonzado. ¿Qué carajo pasa? ¡Que alguien me explique!

Hugo me mira con esos ojos gélidos. Lo desconozco.

—Jaque mate, hermanita.

¿Jaque mate? ¿Qué quiere decir con eso? Mi cerebro está a punto de colapsar. Y por más de caóticos que sean mis pensamientos, todas las piezas de este rompecabezas, caen su lugar.

No puede ser.

No.

¿Hugo? ¿Mi propio hermano?

La verdad es demasiado fuerte, demasiado cruda como para aceptarla. Es que no puede ser. Me niego a creerlo. Me niego creer que tuve a mi mayor enemiga al otro lado del pasillo. Dentro de mi propia casa. Debe ser un error. Mi propio hermano no pudo traicionarme. Mi propio hermano no pudo mentirme. Mi propio hermano no pudo verme la cara de imbécil todo este tiempo.

Él asiente sin decir nada. Como confirmando mis pensamientos. Como si pudiera leer mi mente.

—No... —Sacudo la cabeza—. No... No puede ser.

—Sí puede ser.

—Tú...

—Sí. —Sonríe con soberbia—. Yo soy la Reina Blanca.

El mundo a mi alrededor se detiene. Miles de pensamientos bombardean mi mente. Siento como si me hubieran dado un golpe en el estómago, que me deja sin aire. Miro a Hugo, buscando algún indicio de que esto es una broma de mal gusto, pero todo en su expresión me dice que está diciendo la verdad.

—No... no puede ser —susurro, retrocediendo un paso—. Tú... tú eres mi hermano. ¿Cómo pudiste hacerme esto?

—Por favor, Anna —dice Hugo, señalando una silla vacía—, siéntate. Tenemos que hablar.

—¿Sentarme? —mi voz se quiebra—. ¿Hablar contigo? ¿Qué te hace pensar que quiero hablar contigo? Me has destruido, Hugo. Me has hecho sentir miedo, inseguridad... ¿por qué?

—Si te sientas, te lo explicaré todo —insiste, sin dejar de apuntar a la silla vacía.

Todo esto me golpea como una avalancha. La traición, la manipulación... todo de alguien que debería haber sido mi mejor amigo. La rabia se mezcla con un dolor profundo, un ardor que me consume por dentro, una horrible sensación que nunca había sentido antes.

—Y tú —pregunto, mirando a mi ex novio—. ¿Tú sabías de esto?

Sebas asiente lentamente, su mirada llena de culpa.

—Lo supe hace poco. Cuando Hugo me encontró. Intenté convencer a Hugo de que te lo dijera, pero...

—¿Desde cuándo ustedes dos están aliados? —interrumpo a Sebas.

—Anna...

—¡Desde cuando!

Sebas se encoge de hombros.

—No sé... ¿Hace una semana? Más o menos...

Una semana...

Me han estado viendo la cara de idiota por una semana.