🧳🧳 Capítulo 35 🧳🧳

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JAVIER

Mis manos sudan y mi corazón late con fuerza. La vista de la casa de Kika es impresionante, pero no puedo concentrarme en nada más que en lo que estoy a punto de hacer. Pedí encontrarme con Kika hoy con un objetivo claro en mente: poner fin a lo nuestro. La única persona que quiero en mi vida es Anna, y para eso, debo dejar de ver a Kika.

Después de la fiesta, cuando vi a Kika inconsciente en la cama. Cuando tuve su teléfono en mis manos, algo hizo clic en mí. Algo me quedó claro: no puedo seguir saliendo con ella, cuando con quien realmente quiero estar, es con Anna. Yo solo accedí a salir con Kika, porque Anna me lo pidió. Porque lo necesitaba para salvar a Javianna.

Y ya no puedo seguir con esto.

Kika me recibe en el umbral de su puerta, con una sonrisa radiante y un abrazo cálido, completamente ajena a lo que se avecina. Intenta besarme, pero me aparto suavemente, y veo cómo su expresión cambia de alegría a preocupación.

—¿Qué pasa? —me pregunta, sus ojos buscando respuestas en los míos.

Siento que debo ser valiente, aunque cada fibra de mi ser quiere evitar este momento, quiere evitar lastimarla, otra vez. Me hubiese gustado hacerlo por mensaje de texto, pero eso hubiese sido la ruta del cobarde. Y Javier Lleras no es ningún cobarde. A pesar de todo, trato de mantener la dignidad. A pesar de todo, intento ser un caballero.

Respiro hondo y miro a Kika, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Kika, esto no puede seguir así. No podemos seguir viéndonos —digo finalmente, mi voz firme pero cargada de pesar.

Ella parpadea, incrédula, y su rostro se endurece.

—¿Qué estás diciendo, Javier? ¿Por qué?

—Porque la única persona que quiero en mi vida es Anna —confieso, sin rodeos, directamente a la yugular—. No está bien lo que estamos haciendo. Necesito ser sincero conmigo mismo y con ella. No podemos seguir viéndonos.

Kika se queda en silencio por un momento, procesando lo que acabo de decir. Su mirada se vuelve fría, y veo una mezcla de dolor y enojo en sus ojos.

—¿Qué? —parpadea mucho—. ¿Es en serio Javier? Hace días me dijiste que realmente no querías estar con ella y que solo seguías su juego porque ella te amenazaba. Yo... yo todo este tiempo pensé que estabas con ella en contra de tu voluntad y... ¿Todo eso fue mentira?

—Yo...—No sé qué decir—.

—¿Ella te está amenazando ahora mismo, Javier? ¿Estás haciendo esto en contra de tu voluntad?

—Yo... no... no es nada de esto... es que... estuve pensando bien las cosas.

—¿Pensando bien las cosas? —Kika alza la voz y me da miedo de que sus padres se asomen por la ventana—. Lo siento mucho, Javier, pero nada de esto me hace creer que has pensando bien las cosas. ¿Acaso tú sabes lo que quieres?

—Sí —respondo, sin apartar la mirada—. Quiero a Anna. Ella es la persona que amo y necesito ser justo con ella. No quiero seguir engañándola ni a mí mismo.

—¿Qué estás diciendo? ¡No puedes hacerme esto, Javier! —grita, empujándome con fuerza—. ¡No después de todo lo que hemos vivido!

Intento calmarla, pero ella sigue llorando y gritando, su respiración acelerándose. De repente, comienza a hiperventilar, llevándose las manos a la cabeza en un claro ataque de pánico.

—Kika, por favor, cálmate —le suplico, pero ella está completamente fuera de sí.

En ese momento, aparece su madre, alertada por los gritos. Rápidamente, corre hacia Kika y la abraza, como si fuera un escudo humano que la protege de mí.

Destruyendo a JaviannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora